¿Quién ataja al pentagonismo?

“Sin duda, el pentagonismo es una amenaza para todos los pueblos del mundo, debido a que es una máquina de guerra que necesita de guerra en la misma forma en que los seres vivos necesitan aire y alimento para no perecer”. La cita es de Juan Bosch, 1967, en cuyo homenaje se erigió un busto el lunes recién pasado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo; nada menos y nada más que junto a la efigie de José Martí, el apóstol cubano que luchó incansablemente por la independencia de su patria y por el “equilibrio del mundo”.

Justamente en este día cuando se conmemoran 101 años del natalicio del luchador antillano que tanto admiró a Martí, nos encontramos en pleno desarrollo de una espiral guerrerista que puede desembocar muy pronto en la tercera conflagración mundial. Atajarla a tiempo constituye un desafío político y ético que sólo una gran capacidad de respuesta puede resolver.

Por sólo citar un diario, El País de España anunciaba el 24 de mayo: “Con el apoyo explícito y rotundo de EE UU, cuyas fuerzas militares han recibido órdenes de responder convenientemente, Corea del Sur ha anunciado represalias por la presunta responsabilidad de su vecino del Norte en el hundimiento de un barco de guerra . Toda la región entró inmediatamente en estado de alerta ante la alta explosividad de un conflicto que ha tomado derroteros impredecibles”.

Por igual frente a Irán se revela una operación de opinión pública. El pasado 28 de junio el periódico Granma, de Cuba, reseñaba declaraciones del jefe de la CIA Leon Panetta en cuanto a que Irán tiene probablemente suficiente uranio de bajo enriquecimiento para dos bombas nucleares, pero que "podría emplear un año en fabricar la bomba y otro año para desarrollar un sistema operativo para utilizar el arma". Citando a EFE, dicho medio señala que se habla de dar tiempo a las gestiones diplomáticas pero sin dejar claro cuál es la apertura o límites estimados para ese tiempo.

Esto se acompaña de una estrategia de política exterior, cuando todo indica que a inicios de junio el pentagonismo logró poner en marcha un plan alterno al de 2003. En vez de presentar las falsas pruebas para culpar a Irak y después correr con estilo “llanero solitario” sin respaldo de la comunidad internacional, esta vez parece estarse asegurando la legitimación con la vía “diplomática”.

El 9 de junio se consiguieron nuevas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU –indudablemente con una Europa en magras condiciones económicas y políticas para hacerle el contrapeso de antano-, para impulsar luego la radicalización de sanciones específicas por parte de Estados Unidos y la Comunidad Europea. Estas sanciones adquieren un curioso carácter mixto de validación multilateral y unilateralismo, revestido de agresivo bloqueo.

Según El País “el propio Obama (las) ha calificado como "las más duras sanciones que jamás ha soportado Irán". Se trata del último peldaño que puede subir la comunidad internacional para evitar un conflicto militar por el programa nuclear de ese país”.

A eso se deben, con toda seguridad, las declaraciones del viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Riabkov, difundidas el 17 de junio, quien ha dicho: "Estamos muy decepcionados por el hecho de que ni Estados Unidos ni la Unión Europea atienden nuestros llamamientos de abstenerse de dar tales pasos". El diplomático ha atribuido esa actitud de Washington y Bruselas a su deseo de "colocarse por encima del Consejo de Seguridad de la ONU". Si bien Rusia y China no vetaron las resoluciones de ese organismo, ven en la secuencia de hechos lo que en jerga legislativa de denomina una “traición al espíritu” de la normativa.

Los datos y análisis escalofriantes sobre este asunto se completan con declaraciones como las de Fidel Castro, quien desde hace semanas viene dando la voz de alerta a la opinión pública mundial en cuanto a lo que puede sobrevenir en los próximos días: “No albergo la menor duda de que tan pronto las naves de guerra de Estados Unidos e Israel ocupen sus puestos —junto al resto de las embarcaciones militares norteamericanas ubicadas en las proximidades de las costas iraníes— e intenten inspeccionar el primer buque mercante de ese país, se desatará una lluvia de proyectiles en una y otra dirección. Será el momento exacto en que se iniciará la terrible guerra. No es posible prever cuántas naves se hundirán ni de qué bandera (…) “¿Podrán abstenerse las dos más poderosas potencias nucleares, Estados Unidos y Rusia, de emplear una contra la otra sus armas nucleares?”.

Esta tensión obedece a razones de fondo. El dominicano César Sención Villalona afirma en un libro suyo recientemente reeditado: “en los próximos años los capitales norteamericanos y europeos tratarán de arrebatar por la fuerza los recursos vitales para sus empresas, que en la lógica capitalista están mal ubicados. Las guerras inevitables...”.

Pero las guerras que son impulsadas por el pentagonismo responden desde la segunda mitad del siglo XX a una fuerza endógena que no depende de otros “atractores”: los propios Estados Unidos como colonia de su poder empresarial-financiero. Su vitalidad se confirma en las recientes declaraciones del presidente Zelaya quien reafirma la participación de los "viejos halcones" en la crisis de Honduras.

Más de alguno pudiera hacerse ilusiones con una solución política que provenga de la élite de poder estadounidense. Pueden caer en error. Bosch explicaba en 1967 que “el pentagonismo puede ir sustituyendo gradualmente al gobierno civil; puede ir tomando poco a poco posiciones que corresponden a las autoridades federales; puede planear y realizar una política de largo alcance que le permita adueñarse de los mandos efectivos de la vida nacional en los campos de la administración no militar”.

Puede ser que ésta sea la herencia más perjudicial de la obra del gobierno encabezado por George W. Bush entre 2000 y 2008. Y que los límites de Obama, su propio margen de maniobra en estos tiempos esté restringido a los roles que el pentagonismo le asigna al poder político, constreñido a la administración doméstica: “la metropocolonia tiene tradiciones que deben ser respetadas, por lo menos en las apariencias, tradición de juego político, de valores morales y sociales (…) Tiene que preocuparse por la paz interna de los Estados Unidos, por la paz social y política del país, porque si esa paz queda rota el pentagonismo tendría que restaurarla tal como los viejos imperios restauraban la paz en las colonias”. La separación del General McChrystal del mando en Afganistán, ante una evidente y conciente insubordinación ante el mando civil, puede leerse como una demostración de autoridad del Presidente Obama, pero también como la realización de un acto de mantención de las formas y autopreservación del poder civil ante el inminente despliegue del poder pentagonista en toda su magnitud, lo cual sólo puede garantizar ofreciéndole a este último la posibilidad de una victoria en Medio Oriente y Asia. La sustitución del poder civil por el poder pentagonista puede ocurrir “sólo en el caso que se produjera una derrota militar norteamericana de carácter decisivo; entonces el pentagonismo no dudaría un instante: para prerservarse a sí mismo histórica y físicamente pondría a un lado al gobierno civil”. Justamente lo que se avizora en el horizonte desde el inicio de las intervenciones en Afganistán e Irak saturadas de fracasos, y su contribución a la recomposición de bloques alternos de poder internacional.

Como se ve, pues, estamos en el plazo perentorio para que se desaten fuerzas de extraordinario peso y de increíble capacidad destructiva. “Los que conocen la dinámica del poder saben que cuando una maquinaria de poder invade un campo que le es ajeno, ese campo queda bajo su dominio y al cabo de cierto tiempo será una base desde la cual la maquinaria de poder avanzar inexorablemente”.

El pentagonismo avanza desde hace décadas hacia el poder total en los Estados Unidos y desde esa base hacia el poder ejercido de lleno a nivel global, amenaza que empezó a ser palpable con Reagan en los ochenta, cercana con G. W. Bush y hoy sobre nuestras cabezas.

Habrá que mantener los ojos bien abiertos, el corazón caliente y la cabeza fría. La política es, según Martí, el arte de “inventar un recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses en fortuna; de adecuarse al momento presente”.

Primero, los gobiernos de Irán y de Corea del Norte los gobiernos amigos de la paz deberán jugar su rol centrándose en una y más que noble prioridad: mantener su dignidad preservando al género humano. Eso requiere sabiduría política, que aunque no depende de sí misma es una virtud que en más de una ocasión ha salvado a la humanidad. El pentagonismo no los necesita más que como presas justificatorias para iniciar una devastación, mientras todo el resto mundo necesita de su lucidez para lograr sobrevivir. No ceder a las provocaciones, no caer en las trampas de la inteligentsia agresora, desplegando al mismo tiempo su capacidad de preservarse, será una notable lección y un gran paso en la senda de recomponer el “equilibrio del mundo” por el que abogó Martí.

Segundo, será necesaria la movilización de los ciudadanos y ciudadanas, en sus diferentes funciones, roles y responsabilidades. Estos momentos críticos son las horas de los pueblos, de la capacidad de las sociedades, su sabiduría histórica y sentido de la solidaridad. Dice Bosch que “el arma más poderosa con que puede contar una nación no es la bomba H ni el anticohete orbital; es la opinión pública mundial”.

La juventud latinoamericana y antillana debe movilizarse extensamente con corazón limpio y actitud cívica en demanda de la paz, la justicia internacional y el derecho de la humanidad a la vida, ya que su papel no tiene sustitutos. El papel de esta parte del mundo fue claramente delineado por Martí, cuya agenda histórica y la de cada uno de nuestros pueblos reivindican una nueva relación y distribución del poder:

“En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder, –mero fortín de la Roma americana; -y si libres- y dignas de serlo por el orden de la libertad equitativa y trabajadora– serían en el continente la garantía del equilibrio, la de la independencia para la América española aún amenazada y la del honor para la gran república del Norte, que en el desarrollo de su territorio (…) hallará más segura grandeza que en la innoble conquista de sus vecinos menores, y en la pelea inhumana que con la posesión de ellas abriría contra las potencias del orbe por el predominio del mundo”.

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Matías Bosch

Miembro de un partido que no existe. Defensor de los derechos y la dignidad plena. Amante de la naturaleza, y de todo lo bueno y hermoso.

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