El diccionario, hablamos particularmente del Drae, el inmaculado y excelso, nada más y nada menos que de la Real y hasta “Pontificia” Academia Española, de “plomo la calavera” y el “alma de charol”, para calificarle a lo García Lorca, tiene un enorme peso de clase y una superior deuda con tiempo y gente.
Tanto que el significado de las palabras en él impresas y admitidas por burócratas – nunca la palabra sería mejor aplicada – siempre están en deuda con lo que en el habla cotidiana acontece. Pero su andar detrás de la realidad y el movimiento, no es por una pendejada o un pelín, sino un asunto muy de bulto o por demás notorio. Una gigantesca bola de nieve.
La significación que el diccionario todavía trae de la palabra soberanía está referida a “autoridad suprema”, “soberbia, orgullo” y “alteza”. Es notorio que pueblo y poder popular, no aparecen asociados a la de soberanía. Pero si a la de alteza, por aquella cursilería mohosa de “alteza real”, pese a que la propia Constitución española vigente, se modernizó en 1978 y acogió que “la soberanía reside en el pueblo”.
Pero dicha palabra, de mucho lustre merecido ahora y que tanta sangre ha costado, para unos cuantos poco o ningún significado tiene. Por eso, no es de extrañar que abunden quiénes reflexionen como el matusalén y “sabio” Miquilena, cuándo repreguntó a un periodista que le entrevistaba:
“¿Con qué se come eso?”
Dignidad y bienestar material, no siempre se acomodan. Suelen repelerse, como si fuesen polos iguales.¡ Y vaya que son vainas diferentes! La prostitución y el deseo de trepar, curiosamente se atraen. No porque de golpe se encuentren de frente en una esquina, una curva pronunciada, una situación azarosa y hasta inesperada. ¡No! Se buscan con ansiedad, se necesitan. Pero por fortuna, no siempre la prostitución genera bienestar.
La falta de dignidad, deseo desmesurado o no de bienestar inmerecido, suelen conducir a la prostitución y conste, que a ésta palabra los hablantes no solemos darle el significado preferencial que si le asigna el esclerótico diccionario. Como la prostitución sexual suele asociarse a la pobreza, el diccionario preferencia esta connotación; ¡es una cosa de realeza, de clase dominante! Conste, no es una percepción llena de nobleza.
El político o política venal, para ponerme tono con el feminismo, es también prostituto o prostituta. Porque se pone en venta, se tarifa, le tarifan y busca “por los caminos verdes”, un bienestar más allá de lo que en verdad merece. El congreso nacional, digamos en el bando opositor para evitar entuertos, hay toda una manada que puesta en venta con todas los “atributos” de la Ley, serían pura bagatela. Estamos conscientes que esta palabra se refiere a poca sustancia y valor. Siendo así, si sustancia no tienen y por ende tampoco valor, entonces su precio sería esmirriado.
De manera que para comprarles, los gringos y la oligarquía, para no dejarla por detrás, porque también compra bagatelas, no tendrían que cantar, a lo Leo Marini:
Espero que te pongas más barata,
pues algún día bajarás de precio.
Ese precio es el mismo del amor de un día. Una noche de placer. Un acto fugaz de prostitución, en el sentido por el diccionario preferido.
“Te pago el precio que ahora tienes, porque mañana terminarás arrumado en el fondo del cesto de basura”.
“Si es por ésta, con la que está arriba es suficiente.”
“¡Te necesito ahora!, mañana mismo, aunque no seas viejo o vieja, ya no serás diputado (a) o falta para nada harás.”
De modo que por esa chochera ancestral del Drae y el peso de las llamadas leyes del mercado, no es nada extraño que para muchos de quienes oposición hacen, la palabra soberanía nada valga. Quienes compran conciencia, buscan afanosamente en el mercado a quienes “calaveras de plomo y almas de charol tengan”, sin esperar que se “pongan más baratas”, porque poca es la demanda, abundante la oferta y no es mucho el aguante.
Las sanciones anunciadas recientemente por la Clinton, quien se cree, ¡vaya por delante lo curioso!, soberana del mundo, tiene un destino. Asustar a gente en Venezuela. La misma a quien las palabras soberanía nacional, patria y dignidad nada significan. Prostituirse por el bienestar personal es su juego. Soberanía y patria, esas pendejadas de las que habla Fernando Soto Rojas, y por las cuales se ha jugado la vida, ¿qué valen para la diputada(o)? Lo de él o ella está en venta, siempre lo ha estado, no se atosiguen ¿Cuánto hay pa´ eso?
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