Con acusaciones reiteradas, pero sin comprobación tajante alguna, respecto a que la República Islámica de Irán construye armas de destrucción masiva que amenazan la paz mundial, el gobierno de Estados Unidos ordenó el desplazamiento de su V Flota, ubicada en Bahrein, país monárquico del Golfo Pérsico, en torno al Estrecho de Ormuz, canal por donde transita el 35% del petróleo a nivel mundial. Al mismo tiempo, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) comenzó maniobras militares en el Mar Jónico, cuyo objetivo principal es la preparación de una intervención militar a gran escala que asegure el suministro de petróleo, través de esta importante vía marítima, a las naciones que la integran. Sin embargo, el trasfondo de todas estas maniobras por parte del imperialismo gringo y de sus aliados europeos es la reconfiguración de todo el Medio Oriente, tal como lo había previsto en su momento el gobierno guerrerista de George W. Bush, de modo que cada país de esta estratégica región quede bajo su influencia directa, estableciendo Estados y mini-Estados, cuyas soberanías respondan sumisamente a sus intereses capitalistas.
Así, a las acciones intervencionistas de Estados Unidos y sus socios en Afganistán, Irak y Libia (cuyo control no ha sido definitivo) se suma lo que sucede actualmente en Siria donde grupos de mercenarios reclutados por Arabia Saudita y Qatar han sido infiltrados en su territorio con la finalidad de derrocar al gobierno de Bachar al-Assad e imponer un régimen más propenso a favorecer las demandas estadounidenses y europeas, en un colonialismo de nuevo cuño que se pretende extender a todas las regiones del planeta, basándose en su poderío militar.
Tales mercenarios han sido equipados sin disimulo por la OTAN, del mismo modo que lo hicieran en Libia, suministrándoles también informaciones de los desplazamientos e intercepción de las comunicaciones telefónicas de las tropas sirias por medio de su red de satélites. Todo ello aderezado con una campaña de manipulación de la opinión pública en los diferentes medios de información que hacen ver que se trata de una insurgencia popular contra la “dictadura” que padece Siria, exigiendo libertad y democracia para sus ciudadanos, cuestión que está muy a propósito del objetivo estadounidense de agredir a Irán, prácticamente cercado por las fuerzas hostiles de la OTAN, contando con el territorio sirio como plataforma de ataque, además de Israel.
Tal como ya lo señalara Álvaro Cunhal en 2001, “la ofensiva imperialista actualmente en curso tiene como objetivo declarado y anunciado, la imposición en todo el mundo del dominio absoluto del capitalismo como sistema único, universal y final”. Esto significa que cualquier concesión a Estados Unidos y sus socios de Europa estará limitando y subordinando la soberanía de los pueblos del mundo a sus intereses, de forma que esta realidad sea absoluta; cuestión que pareciera preocupar a los gobiernos de Rusia y China, los cuales tienen también sus intereses en la región del Medio Oriente y otros continentes que, ineludiblemente, estarían en confrontación con aquellos. En este último caso, tanto Rusia como China han utilizado su veto en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en contra de un mayor incremento de las actividades desestabilizadoras de la OTAN en Siria, anticipando quizás que ésta caiga en manos del imperialismo binario de Estados Unidos y Europa, afianzándose para sí mismos el control de mayores recursos energéticos. Esto es algo que no debe ignorarse a la hora de conocer qué persiguen realmente los regímenes estadounidense y europeos al apoyar a supuestas rebeliones populares en distintas latitudes del planeta en defensa de la democracia, puesto que se les estará dando carta blanca para hacer lo mismo en nuestras naciones.-
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