Roger
Noriega, el alto funcionario norteamericano de George W. Bush que
aplaudió prematuramente el golpe de estado de 2002 en Venezuela; que
“reveló” al mundo el “programa nuclear secreto” venezolano; y que
anunció en noviembre de 2011 que “Chávez no vivirá más de seis meses”,
está sospechosamente silencioso.
Y a pocos días de las elecciones venezolanas, esto no puede
indicar otra cosa que Noriega, ex Secretario de Estado adjunto, que a
finales de los años 80 trabajaba en la desestabilización del gobierno
sandinista de Daniel Ortega; que fue del complot para secuestrar al
presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide; y que organizó en Washington
el “lobby” del golpista hondureño Roberto Micheletti, se encuentra en
alguna nueva operación sucia contra la Revolución Bolivariana.
Este funcionario con perfil claramente fascistoide, actuó de asesor
de la misión yanqui ante la OEA de 1990 a 1994, antes de convertirse en
miembro del “staff” del Senador ultraderechista Jesse Helms, ídolo de la
mafia cubanoamericana.
Ahí contribuyó a maquinar la ley asesina Helms-Burton destinada a
sofocar definitivamente a la Revolución cubana enfrentada a las
dramáticas consecuencias del derrumbe del campo socialista europeo.
La
ética, algo sui generis de Noriega, se demostró en Haiti donde enseñó
las particularidades de su concepto de la “democracia”. En el país más
desfavorecido del continente, con su socio Caleb McCarry – él mismo del
Plan Bush contra Cuba – traficó por cuenta de la CIA una operación sucia
celebrada luego por los círculos de extrema derecha más fanáticos del
Partido Republicano.
Para llegar a su objetivo, el team McCarry-Noriega utilizó con
indiscutible cinismo un “activista” vinculado a los Duvalier, Stanley
Lucas, cuya familia es famosa en Haití por una masacre de campesinos
ocurrida en 1987 cuando una turba de delincuentes armados de machetes
mató a unos 250 pequeños agricultores que reclamaban una redistribución
de tierras.
En un artículo titulado ‘The other regime change’ (El otro cambio de régimen) publicado en julio del 2004 por el sitio web salon.com
(1), el periodista norteamericano Max Blumenthal revela cómo el
International Republican Institute’s (IRI), una fundación subsidiada por
la USAID financió el golpe de estado.
Justo antes del Referéndum Revocatorio de Agosto 2004 en Venezuela,
Noriega declaró descaradamente que “los Estados Unidos han invertido
muchísimo dinero en este proceso electoral”, confirmando el
financiamiento USA ilegítimo a la campaña de la oposición para revocar
al Presidente Chávez.
Cuando Luis Posada Carriles se aparece en Miami en el 2005, Noriega
empezó por negar el hecho antes de sugerir que pudiera ser un invento
“de Fidel Castro”. Luego, el funcionario fue el ingeniero, por cuenta de
la CIA, que llevó a Posada Carriles a un juicio farsa en Texas y
permitió la liberación aparentemente definitiva del terrorista más
mediatizado del continente.
Noriega que había sucedido al cubanoamericano de origen austriaco
Otto Reich, fascista de pura sepa, como Secretario de Estado adjunto, se
retiró de las altas esferas del régimen de George W. Bush en 2005.
Al Servicio del "Gobierno Oculto"
Noriega es este mismo fanfarrón fascista quien pidió, en junio
2006, a la OEA y a la Union Europea de no mandar observadores en las
elecciones presidenciales venezolanas “mientras este país no haga
cambios significativos en las reglas del juego”.
Lo que no impidió al candidato bolivariano triunfar con 62% del voto
en unas elecciones reconocidas como, impecablemente democráticas, por
unos 700 observadores internacionales.
A penas diez días después
del golpe de estado de Micheletti en Honduras, Noriega ya abría las
puertas del Congreso a los representantes del régimen asesino, con la
ayuda de la congresista cubanoamericana-sionista Ileana Ros-Lehtinen y
su clan. Una tarea que para colmo, se hizo pagar y no en lempiras.
En el 2010, Noriega atiende de nuevo Venezuela, obsesión de la
ultraderecha yanqui: “El dictador venezolano Hugo Chávez está perdiendo
altura rápidamente”, escribe en la revista Forbes.
En otra de sus
elucubraciones propagandísticas, en el 2011, ante el subcomité de
Seguridad Interna de la Cámara de Representantes, Noriega que
desarrollaba entonces el tema de Hezbolá, declaraba sin reír: “La isla
de Margarita [en Venezuela] hace que la zona de la Triple Frontera luzca
como un jardín de infancia”.
Este mismo año, el Nuevo Herald, de Miami, citando al mismo bufón,
anuncia que según reporta el periodista Antonio María Delgado, "el
presidente Hugo Chávez fue el anfitrión de una cumbre de terroristas
realizada en Caracas y en la que estaba presente la máxima cúpula de
Hamas, Hezbolá y el Jihad Islámico Palestino",
En su edición del 20 de marzo de 2011, el Washington Post publicaba
un articulo de Noriega, titulado: “¿Existe una red de terror de Chávez a
las puertas de Estados Unidos?” en el cual el ex funcionario llamaba al
presidente Barack Obama a vigilar una supuesta “conspiración entre
Venezuela y Irán” que perpetuó luego la prensa de Israel.
Noriega es el socio y el asesor de la brocheta de delincuentes –
asesinos y estafadores, prófugos de la justicia venezolana, que
conspiran en Miami, Nueva York y Washington a favor del candidato
opositor Henrique Capriles Radonski.
En abril de este año, Noriega fue hasta proponer que el exmagistrado
venezolano Eladio Aponte, reclamado por corrupción, colabore a
investigaciones de Estados Unidos sobre "los capos del narcotráfico" en
Venezuela.
Oficialmente, Noriega dice ser un investigador visitante en el
American Enterprise Institute y es director gerente de la consultora
Visión Américas LLC, “que representa a clientes extranjeros y de Estados
Unidos”.
La verdad es otra.
En otro artículo difamatorio publicado
por la revista Foreign Policy, este Goebbels de segunda mano, escribía:
“No está claro lo que Venezuela esconde, pero definitivamente esconde
algo”.
Desde ya décadas, Noriega esconde algo. Sigue en sus subterfugios,
como parte visible de este “gobierno oculto” dirigido por los elementos
más recios de la llamada comunidad de inteligencia, que se burla de
cualquier autoridad legítima, a menudo desde el “sótano” mismo de la
Casa Blanca.
Pase lo que pase en Venezuela, – como se insinuó o amenazó
recientemente desde la embajada yanqui en Caracas – las primeras huellas
digitales , habrá que compararlas con las de este latinoamericano de
pacotilla, nacido en Wichita, estado de Kansas, y criado en las
universidades reservadas a las elites anglosajones dueñas del imperio.
Hace años que Noriega dedica la mayor parte de su energía a predicar
el odio. Y su pasado indica que carece totalmente de escrúpulos. Que es
capaz de apadrinar los peores excesos, cualesquiera que sean las
consecuencias. Cualesquiera que sean sus proporciones. Esto dicho, sin
excluir la tragedia de Amuay.
jean.guy.allard@gmail.com