Nunca quizás E.E.U.U. había tenido un Caballo de Troya mejor en Cuba que en esta oportunidad cuando está de moda hablar de derechos humanos para invadir países. Los imperios miden sus tiempos por centurias y para ellos ese territorio insular siempre ha sido la fruta madura que quisieran recoger. Pues allí está Yoani Sánchez presta como caperucita roja a recoger esos frutos.
Una caperucita roja que si conoce al lobo, le ha olfateado su hocico, le ha visto sus dientes porque se metamorfosea con él constantemente. Escogieron una mujer con cara lánguida, sonrisa tímida, tipo Monalisa, poco expresiva en su rostro, como aquellos que juegan pocker para nos mostrar su próxima jugada. Ella no es disidente. Es una funcionaria de los cuerpos de inteligencia de E.E.U.U. que está haciendo su trabajo y le pagan por eso. Lo que asombra es que aún no se le haya podido quitar esa cara de inocente, de yo no fui.
La cantidad de premios que ha ganado en México, España, etc. por su supuesta labor periodística, valorados en metálico de divisas, nos indican su perfil, un cuadro formado para servir a los intereses de los grandes poderes occidentales. Ya quisieran los disidentes de las dictaduras fascistas del Cono Sur, de las democracias representativas represivas de América Latina, de las guerras de E.E.U.U. contra Centroamérica haber tenido esa oportunidad para reinvertir esos recursos en sus luchas. Pero esto era un imposible pues precisamente se enfrentaban a esos centros de poder a los cuales Yoani sirve.
Y es que la famosa disidencia cubana en realidad no está luchando en ese país para que la clase obrera tenga mayores espacios de discusión para encontrar caminos que profundicen el socialismo, tampoco para que los intelectuales y artistas se vinculen más a las necesidades del pueblo y de la transformación planetaria hacia un mundo donde no exista la explotación y se respete la naturaleza. Ni para que E.E.U.U. elimine el bloqueo a Cuba y así pueda desarrollar su economía a la cual en este momento se le impide gracias a esa política tener un libre comercio no sólo con ese país sino con la mayoría del mundo capitalista.
No, ella está luchando para que Cuba sea un protectorado de E.E.U.U., para que las diferencias sociales y económicas en Cuba aumenten. Para que ese país se llene de Centros Comerciales y sea el paraíso de las trasnacionales que fuera otrora. Una fruta madura para unos pocos, para los que no pueden medir su valía sino es a través del lujo, los privilegios, el despilfarro, quítate tú p’a ponerme yo, las novedades de turno. No, Yoani con su cara de jugadora de pocker ni se pinta ni se arregla a la manera de Hollywood o de la revista Cosmopolita. El todo es ocultar el bojote, como diría nuestro Comandante Chávez, jugar otro rol, minimalista, haciendo justamente lo que tiene que hacer, mentir abiertamente sin que se note.
Wikipedia define de la misma forma discreta como ella ha ido construyendo su imagen, su actividad política en la isla: “Sánchez defiende que en Cuba son necesarios ciertos cambios políticos y económicos para que sus ciudadanos puedan disponer de mayor bienestar material y alcanzar la realización personal”. Ella se presenta como una cubana más en su blog Generación Y, “gente como yo”, una frase que hace analogía al título de una película hollywoodense “Gente como uno”. No se mete en honduras. Mejor no. Eso de hablar de Libia, Siria o Afganistan para qué. Agarra un concepto por aquí y otro por allá, para hacer creer que ella viene de abajo, de las realidades difíciles que el bloqueo estadounidense le ha impuesto a Cuba, pero que ella obvia y achaca a la ineficiencia de un socialismo que rechaza.
Habla que la gente debe manejar sus propios medios de comunicación y de ciudadanía. Les parece familiares estos conceptos. Si claro, suena a Chávez y Correa. Pero ni de vaina, los menciona, no vaya a ser y se le enrede el papagayo a sus asesores que luego no sepan cómo diferencias la gimnasia de la magnesia y la fruta madura se les pudra.
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