A propósito de todo lo que está sucediendo a nivel mundial y de la posibilidad que hay de que Estados Unidos (EEUU) o como la llamaba Carlos Escarrá, los "estados juntos," le declare la guerra a Siria, después de haber estado armando mercenarios en ese país, presentándolos como rebeldes sirios opuestos al gobierno de Bashar Al Assad, con montos exorbitantes aprobados por el congreso estadounidense. Pero también, de la derrota de la propuesta de control de armas a nivel interno de ese país, viene a mi mente el documental "Por qué Luchamos" (Why We Fight).
Se trata de un documental de 2005, dirigido por Eugene Jarecki, donde se desnuda el complejo militar industrial de los EEUU en relación a la guerra en Iraq. Este, a su vez, obtiene su nombre de un conjunto de documentales de propaganda militar y guerrerista de la época de la II Guerra Mundial, donde se le "explicaba" a la sociedad de ese país, por qué era importante enrolarse en una guerra para defender los principios de democracia y libertad en el mundo.
Más que una reseña de la película, se trata de una reflexión sobre la industria armamentista en Estados Unidos, y la necesidad de ese país de mantener la guerra en donde sea, para así poderlo sostener económicamente, luego de la decisión de establecer "ejércitos permanentes".
Este documental hace eco de cuatro niveles de ese complejo: por un lado, los militares profesionales y las empresas transnacionales de armas, poderosas por su capacidad técnica, y que no solamente producen armas peligrosas sino aparatos electrodomésticos que "facilitan" la vida de la gente y el "modo de vida americano".
La mayoría de estas empresas tienen a algún político de muy alto nivel vinculado a su directiva -como el caso del ex vicepresidente Cheney en el gobierno de Bush-, además del apoyo del segundo nivel del complejo, el Congreso, pues hay empresas en casi todos los estados del país y el cierre de alguna de esas enormes empresas significaría desempleo para los ciudadanos, y menos votos para los congresistas, además de menos apoyos de capitales empresariales a sus millonarias campañas, algo que por muy verosímil que parezca, es absolutamente legal en ese país.
El tercer nivel es el de los medios de comunicación que harían lo posible por "justificar" ejercicios militares, bases militares (666 fuera de EEUU y más de 4000 en su territorio para 2011, según informe del departamento de defensa: BSR_2011_Baseline), guerras preventivas, envío de tropas, etc., utilizando imágenes convenientes y discursos vacuos en muchas oportunidades en nombre de la libertad de información, muchas veces sesgada, para levantar las banderas de la libertad y la democracia en el mundo, cuando la verdadera razón es el más crudo capitalismo.
El cuarto nivel, tomando en cuenta de que todos están vinculados entre sí, se refiere a los centros de pensamiento (think tanks), que son agencias de inteligencia donde sesudos académicos elaboran informes que justifican la necesidad de intervenir militarmente en otros países, mientras hacen análisis "científicos" sobre posiciones inminentes de los políticos de turno, intereses geopolíticos, defensa de derechos humanos y otros derechos básicos, posicionamiento del "eje del bien" frente al "eje del mal" o países "forajidos".
Esto sucede en un país cuya población deja las decisiones de ese tipo en manos de los políticos y que si bien protesta -como en el caso de las protestas anti guerra de Irak, anteriormente de Vietnam, apoyo al control de armas, observatorios de instituciones oficiales- no posee realmente una voz organizada que pueda cambiar la legitimación legal y la dinámica establecida entre estos cuatro ejes o niveles del complejo militar industrial y de verdadero "poder inteligente" (smart power) del que Eisenhower en 1961, intentó alertar en su discurso de despedida y al que Bush -bajo la justificación del terrorismo, luego de la caída de las Torres Gemelas en Nueva York- le añadió la posibilidad de actuar bajo una simple sospecha de ataque o no sumisión a los intereses imperiales de EEUU, disfrazándolo siempre como luchas contra estados que apoyan al terrorismo, narcotráfico, trata de personas, y otros temas por el estilo.
En ese contexto, no resulta extraño que luego del encuentro entre Rusia y EEUU para definir la situación en Siria, tal como fue acordado la semana pasada, el imperio se lance otra "guerra preventiva" en el medio oriente, en nombre de la libertad y la democracia disfrazando las fauces del capitalismo.
Mientras tanto, va abonando el terreno en países como Venezuela, introduciendo paramilitares, agencias disfrazadas de ONG, a ver si en un par de años, en vísperas de algo justificado y planificado con la oposición venezolana como "un posible fraude" en las elecciones de diputados, o en un revocatorio que solicitarían aún deslegitimando el sistema electoral -como lo han venido haciendo-, se dan las condiciones para la necesidad de otra guerra preventiva, en otro de los países del "eje del mal". Debemos estar vigilantes ante esta posibilidad.
carolinaescarrag@gmail.com