Si algo hay que reconocerle al presidente Nicolás Maduro, ha sido la valentía y la audacia con la que ha colocado en el centro del debate nacional dos grandes calamidades de nuestra formación económica social: la lucha contra la violencia delincuencial y la corrupción.
Tales temas saltados, silenciados e incluso naturalizados por los sectores políticos de la cuarta república, son consecuencia de la naturaleza del capitalismo rentista-petrolero venezolano, cuyo crecimiento hace circular enormes cantidades de dinero en las calles venezolanas, sin estar respaldados por producción nacional. Por el contrario, el comercio (importador y nacional), el sector financiero y al margen de la ley, la corrupción y la economía mafiosa (narcotráfico, prostitución, asesinatos, robos y secuestros), son los sectores de carroña que pugnan por esas vías para apropiarse de tales riquezas.
¿Cómo ha respondido frente a esta apertura de debate los sectores de la derecha venezolana, frente a esta invitación que ha sido un anhelo popular desde el declive moral del bipartidismo y su repartición del erario público? La respuesta ha sido: huir hacia adelante, escamoteándose como pueden para desviar la atención de estos temas al cual están atados por sus socios financistas del cual también son parte.
Esta es la doble moral de quienes aspiran y llegan al poder, se muestran como víctimas inocentes de las matemáticas mediáticas, usan discursos contra lo que promueven, cínicamente señalan a `los otros´ como los únicos responsables de los problemas sociales, banalizando los temas en el que tiene que sumarse la voluntad nacional para resolverse.
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