Cuando el Presidente Maduro, en su Mensaje Anual, anunció que el dólar preferencial a 6:30 bolívares se quedaría y no se devaluaría el bolívar. Muchos celebramos que no había cedido al ataque cambiario orquestado por los capitalistas, tal como sucedió en febrero de 2013. Pero el Presidente, en ese mismo discurso, lanzó varias piezas sueltas de un rompecabezas que Rafael Ramírez terminó de armar el miércoles 22.
El Presidente Maduro, hace casi una semana, dijo: que CADIVI desaparecería; que el dólar a 6:30 era, un dólar barato; que de ahora en adelante, el SICAD iba a tener mayor importancia; que la Central de Comercio Exterior se encargaría de la mayoría de las funciones de un sistema cambiario nuevo
En ese momento, nos quedó la sensación de que algo no cuadraba en este Mensaje Presidencial, que la coherencia ideológica del discurso económico tendía a dispersarse. En las ideas/visiones/diagnóstico presentes en el discurso, se exponía una visión tan ecléctica y variopinta como las referencias que se mencionaron en el plano político: donde flotaban citas textuales a Rosa Luxemburgo, a Edgardo Lander y al Viejo Testamento.
En el mensaje presidencial había un ataque a la especulación de la burguesía parasitaria, pero también había un lenguaje cargado del monetarismo más elemental: sobrecalentamiento de la economía, exceso de consumo y la búsqueda de los equilibrios… Este miércoles 22 de enero, el Vicepresidente del Área Económica, Ministro de Energía y Presidente de PDVSA, Rafael Ramírez le tocó despejar los cabos sueltos y aclarar por donde iban los tiros.
El nuevo tipo de cambio marcador
Estamos en presencia del desmontaje de la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI), expresión institucional de la política de control de cambio, que en febrero próximo cumpliría 11 años de un rol clave dentro de la política económica del período presidido por el Comandante Chávez.
Desde diciembre, los ahora oficialmente encargados del manejo de las divisas, habían tomado control sobre CADIVI y, en una maniobra muy peligrosa, venían aplicando una especie de eutanasia: paralizando las autorizaciones de las solicitudes nuevas de divisas. CADIVI venía muriendo de mengua porque estaba autorizando casi nada…
El Sistema Complementario de Administración de Divisas (SICAD) adquiere una mayor participación en la repartición de las divisas, dejó de ser complementario para convertirse en principal. Aunque el Ministro Ramírez se esforzó, con una retórica que nos hizo recordar a Mario Moreno, en aclarar que el SICAD continuaba siendo complementario, cito textualmente al Ministro en su esfuerzo pedagógico: “Entonces, el SICAD se complementa con el CADIVI, y CADIVI se complementa con el SICAD…”
Lo que queda claro, de esta oscuridad que pretendía aclarar, es que la mayoría de los demandantes de divisas girarán su atención hacia precio del dólar del SICAD.
Pero lo más resaltante, es que el mensaje anti-devaluacionista del Presiedente Maduro se desborona, cuando Ramírez anuncia que: una proporción de transacciones, calificadas por el mismo ministro Ramírez como importantes, pasarán ahora por el SICAD.
Eso significa que, el tipo de cambio de 11,30 bolívares adquiere mayor peso en las transacciones externas. Lo que es, en la práctica, una devaluación. El gobierno, hizo un ajuste del tipo de cambio promedio, al encarecer un conjunto de transacciones que pasaban por CADIVI.
El Ministro nos sorprendió al afirmar que este cambio dual, era en realidad un “sistema de bandas”, donde la banda inferior estaría dada por el dólar resultante de la “subasta” del SICAD y la banda inferior sería el dólar de las transacciones que quedan en un CADIVI minusválido.
Por tanto, la calificación del esquema cambiario como sistema de bandas, está confirmando la idea de una devaluación del tipo de cambio oficial. Y en la mente de los que escucharon o vieron la declaración de la plana mayor de las economía, los que se aclaró fue que ¡Ah! ¡Carajo!... ¡hubo una devaluación!
Una simple operación aritmética del promedio ponderado entre las transacciones con el tipo de cambio de 6,30 y el volumen de transacciones que pasan por el SICAD, a 11,30, nos dará un tipo de cambio promedio, que se llegó al extremo de afirmar que será el tipo de cambio central del sistema de bandas.
Últimamente, los anuncios económicos del Gobierno en materia cambiaria, se esfuerzan por tomar en cuenta tanto las recomendaciones de la izquierda radical como de los que creen en un “socialismo de mercado”. Eso pasó con la Central de Comercio Exterior propuesta por el PCV, el movimiento sindical marxista y por el economista Manuel Sutherland, etc...El Gobierno salió con una propuesta parecida, pero no igual.
Ahora se está complaciendo a aquellos sectores que planteaban las bandas cambiarias, al mismo tiempo se le pretende dar un mensaje, lleno de buenas intenciones, a los que defendíamos una reingeniería del control de cambio donde lo que sustituiría a CADIVI se apoyara en las fortalezas y en las buenas prácticas de este sistema, reduciendo la corrupción y la ineficiencia que le caracterizó durante sus últimos años.
En política económica, es un riesgo practicar un mensaje que imita a una rockola, que complace los diferentes gustos musicales, porque lo más importante de la política económica es su coherencia interna (conceptual e instrumental).
Alguien debe estar felicitando a los que, desde 2003, juraron desmontar al control de cambio. La estrategia abierta de los operadores del capital financiero, que se encuentran posicionados en el gobierno, al final triunfó.
El control de cambio pasó de ser héroe en el pasado, a ser el diván que se arroja por la ventana, desprestigiado y demonizado. A pesar que, con la gestión de su último Presidente, José Chino Khan, en pocos meses se habían metido preso a más gente que en los 10 años de su existencia.
Ese esfuerzo práctico por llevar a hechos la lucha contra la corrupción, quedó opacado por una campaña de demonización protagonizada por el mismo gobierno. Creo que, el año pasado, luego de finalizar la dinastía de Manuel Barroso, no hubo otro organismo público que superó a CADIVI, en cumplir con el mandato presidencial de enfrentar con mano dura la corrupción.
Repitiendo la historia del entierro de RECADI, en el Gobierno de Lusinchi. Los raspa-cupos, los viajeros y demás detallistas del fraude cambiario sirvieron de “chivos expiatorios” de los grandes pecadores: las corporaciones privadas y los altos funcionarios gubernamentales responsables de la omisión para conspirar y provocar una fuga de capitales monstruosa. Parece que nunca se sabrán los nombres de las empresas de maletín y de los responsables de cuello blanco.
La necesidad de un ajuste y las motivaciones fiscales de la devaluación
Como ha ocurrido en la mayoría de las maxidevaluaciones que ha tenido que anunciar el Gobierno, cuando tiene el agua al cuello, la intención mencionada en el discurso difiere del verdadero dilema que se quiere resolver. En algunos de las devaluaciones del Gobierno se justificaban retóricamente con argumento como “promover la competitividad de las exportaciones”, “desalentar las importaciones”…ahora se argumenta con evitar el “cadivismo”, que “los viajeros sinvergüenzas y raspa tarjetas paguen más”.
Pero la realidad, es que quienes se benefician con este esquema son cinco actores:
a) El flujo de caja del Gobierno, al recibir más bolívares por cada dólar; y al licuar la deuda interna en bolívares.
b) El flujo de caja de Pdvsa, en la medida que participe directamente en el SICAD, vendiendo dólares a 11:30 bolívares o más;
c) Los poseedores de activos financieros en dólares, especialmente los poseedores de bonos pagaderos en dólares, quienes al final dispondrán de una ganancia cambiaria, que servirá para comprar más dólares.
d) La banca pública y la banca privada. La primera, la banca pública , en ocasiones anteriores ha celebrado públicamente cómo la devaluación le licúa sus pérdidas; y,
e) El Banco Central que verá como sus problemas contables, creados por el financiamiento a PDVSA y los traspasos a FONDEN, se atenúan por la utilidad cambiaria
Así que, esta es la verdad verdadera, de una salida de estas características, que “no es una devaluación” pero sí lo es, donde SICAD “es complementario, pero no es”…
Habíamos afirmado[1], que el Gobierno necesitaba buscar las siguientes soluciones para enfrentar la (absurda e injustificada) situación fiscal y de liquidez de divisas: devaluar, aumentar el IVA, aumentar la gasolina, y/o aumentar el endeudamiento externo. Parece que las dificultades en aplicar estos ajustes, especialmente el financiamiento externo, llevó al Gobierno a una solución que ya forma parte de la tradición: la devaluación.
El establecimiento de un tipo de cambio, que produzca más bolívares, es una medida –como ya se detalló- beneficia al flujo de caja del Gobierno, de PDVSA, de la Banca Privada, de la Banca Pública y del BCV. El problema es que perjudica el flujo de caja (el bolsillo) de la mayoría de la población, que lo único que tiene para obtener ingresos es alquilar su fuerza de trabajo.
Las limitaciones institucionales y la creciente incertidumbre
Lo que ocurría, luego de los anuncios de Ramírez, era una sensación de “sólo sé que no se nada”. Son más las dudas que las certezas. Entre las dudas hay una pregunta: ¿Está en capacidad la nueva institucionalidad, el Centro Nacional de Comercio Exterior (Cencoex), de manejar la complejidad de un proceso de asignación de divisas, que –de paso- va más allá del relacionado con las importaciones y las exportaciones?
Ojalá que, el Cencoex, demuestre, en las pocas semanas que le queda para demostrarlo, que es más eficiente que CADIVI. De lo contrario, las posibilidades de un colapso en las compras externas se reflejaran en la economía.
La ralentización, y casi paralización, de la aprobación de divisas en diciembre nos dejó un inicio de año entumecido en algunas actividades, con amenaza de un desabastecimiento agudo no sólo en alimentos sino en salud.
Es un error, pretender desaparecer a CADIVI de un plumazo. También es un error anunciarlo sin una estrategia comunicacional. Debe haber una etapa de transición donde, mientras desmantelan a CADIVI, el Cencoex supera la etapa crítica de arranque.
La excusa aparente para desaparecer a CADIVI era la corrupción y la ineficiencia. Si se aplica este criterio a otras instituciones, organismos y empresas públicas, se tendría que desmantelar a gran parte del Estado venezolano. Esperamos que la nueva institución tenga una vacuna efectiva contra los dos males que socaban credibilidad de la dirigencia política y la esperanza socialista: corrupción e ineficiencia.
Ramírez mencionó un conjunto de ideas y orientaciones que nos parecen importantes y correctas. Entre ellas la necesidad de poner orden en la utilización de la renta petrolera. Esto se traduce en un Plan de divisas y un Presupuesto de divisas. Esta idea es importante, especialmente para un país cuyos ingresos en divisas y su posición de activos financieros externos, no justifica esta situación (absurda) de restricción, combinada por el derroche y el desorden en el uso de los dólares de la renta petrolera.
Nos preocupa que la nueva institucionalidad deje intacto el funcionamiento a través del cual los poderes fácticos desvirtúan el manejo de divisas. Se debe excluir a la banca privada en su rol como “operadores cambiarios”…ellos son cómplices e muchas de las fechorías que se le adjudica al gobierno, además de tener las manos metidas en el mercado paralelo y la fuga de divisas.
Finalmente, no podemos de dejar mencionar el pronóstico optimista del ministro Ramírez con respecto al crecimiento del PIB de este año. Lo estima en 4%. Pensamos que hay tiempo, y si se logran hacer las cosas bien, para lograr aproximarse a esa meta, que pensamos es muy ambiciosa.
Esperamos que ese pronóstico no se lo haya hecho la gerencia de planificación de PDVSA, los cuales tienen el récord que, en una década, no han logrado cumplir las metas de las proyecciones, por demás irreales, que presentan en los planes de inversión de la industria.
Las medidas implican un fuerte ajuste macroeconómico, que incluye un shock institucional, esto tendrá un efecto importante sobre la fijación de los precios y sobre la actividad económica.
En este inicio de año, el desabastecimiento se está generalizando y alcanzando niveles críticos. Esperamos que la programación de divisas presentada por el Ministro incluya un fortalecimiento sustancial de las reservas operativas del BCV, porque si no se seguirá alimentando la voracidad de la especulación cambiaria del mercado paralelo y los trabajadores seguirán viendo que sus ingresos se evaporan.
Así que la primera institución que tiene que cumplir con el Plan del ministro Ramírez es PDVSA, quien debe mandarle todos los dólares necesarios al BCV y al mismo tiempo debe bajar la presión que ha, ejercido sobre el instituto emisor, desde hace más de un año, con la inyección masivo y descontrolado en bolívares. La gran masa de liquidez que actualmente existe es producto, en gran parte, de la descontrolada utilización del BCV como caja chica de los desbalances financieros de PDVSA.
Rafael Ramírez, Vicepresidente del Área Económica, tiene un reto inmenso en sus manos, porque el debilitamiento de la credibilidad y fortaleza patrimonial del BCV y de las Reservas Internacionales, no sólo es un factor que ha venido favoreciendo la estrategia conspirativa de los que fijan el dólar paralelo, sino que está comprometiendo seriamente la viabilidad económica y financiera del proceso político.
* Economista venezolano miembro de la Sociedad de Economía Política Radical (SER)
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[1] Ver artículo en http://www.aporrea.org/actualidad/a180332.html. En el cual señalamos: “Ante la insuficiencia de liquidez, tanto en bolívares como en dólares, el Gobierno se encuentra frente al “eterno retorno” de ajustar o financiar. Lo primero, ajustar lo puede hacer a través de devaluar, aumentar el IVA, aumentar la gasolina, recortar el gasto público y recortar el consumo privado. La primera opción suele imponerse ante lo polémico de las demás (IVA y gasolina) y lo recesivo de las últimas (recorte del gasto y del consumo de las familias).”