En el marco de la algarabía vivenciada en amplios sectores de nuestro país por el ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad de la ONU, si bien como venezolano resulta satisfactorio observar la efectividad de nuestro gobierno en el ámbito de las relaciones internacionales, bien vale la pena realizar algunas reflexiones sobre ese obsoleto circo llamado Organización de Naciones Unidas y su Consejo de Inseguridad.
A saber, el Consejo de Seguridad de la ONU está conformado por 5 miembros permanentes, cuya posición dentro del consejo es absolutamente inamovible, y 10 miembros rotativos designados en asamblea. Pensar que 15 países pueden abrogarse para si el derecho de tomar decisiones a nombre de toda la humanidad, máxime cuando de esos 15 países sólo 5 tienen derecho al famoso veto es tan absurdo como creer que ese órgano es democrático.
Según el reglamento de la ONU para que alguna resolución quede aprobada se debe contar con al menos 9 votos de países a favor siempre y cuando no exista ningún veto por parte de uno de los “5 países grandes”. Los países “chicos” sólo pueden votar a favor o abstenerse en caso de estar en desacuerdo, pero en modo alguno se les permite oponerse. Este patético circo implica que un sólo voto de uno de los miembros permanentes vale más que el de los diez no-permanentes juntos.
Técnicamente los diez países “chicos” están ahí sólo para legitimar las decisiones de estas cinco potencias: El imperio pseudo-democrático de los Estados Unidos, su inseparable aliada y madre anglosajona la todavía monárquica Inglaterra, su otra aliada de dos guerras mundiales Francia, la muy bien armada Rusia, y la cada vez más influyente y temida China.
Son estas cinco naciones las que rigen los destinos del mundo en el debate de las Naciones Unidas, cinco naciones cuyos gobiernos demostraron a lo largo del siglo XX ostentar un notable carácter imperialista que se tradujo en cientos de guerras y millones de muertes en todos los confines de la tierra, de hecho, son los únicos 5 países permanentes porque fueron las potencias ganadoras de la II Guerra Mundial, y al haber sido estos países los creadores de la ONU la construyeron en función de sus intereses estratégicos mas que por una intención de crear un mecanismo de democracia mundial en términos reales. Mención aparte merecen los Estados Unidos, único país del mundo que ha participado de manera directa o indirecta en todas las guerras desde 1945, el único país que tiene tropas y bases militares en los 5 continentes, y el único país que ha lanzado bombas atómicas sobre la población civil de otra nación, lo cual constituye el crimen terrorista mas grande de la historia. Es precisamente este país el que mayor influencia ha tenido en la ONU desde el nacimiento de esta organización, lo cual nos brinda un panorama de lo falso y absurdo que resulta la existencia de semejante parapeto.
Y si ya es absurdo creer que un organismo como este es verdaderamente democrático, solo basta recordar que ahí solo están representados los gobiernos, no así los pueblos, porque un gobierno no necesariamente representa los intereses de su pueblo. De esta forma, en la ONU, no existen mecanismos para la participación real de los pueblos, si acaso alguna que otra instancia simbólica en la que participan diversos tipos de ONGs con los recursos necesarios para movilizarse hacia Nueva York, lo cual es evidentemente excluyente porque ninguna organización popular de un país pobre o en vías de desarrollo cuenta con los recursos económicos como para costearse largas estadías en Nueva York, lo cual deja tales instancias en manos de ONGs en su mayoría vinculadas o financiadas por grandes empresas, que garantizan de esta forma contar con lobbys no gubernamentales que van a la ONU a defender los intereses económicos de esas grandes empresas y las potencias imperialistas de occidente.
Ante tanta inoperancia en términos reales por parte de la ONU, ha surgido la propuesta de que 4 naciones más se incorporen al Consejo de Seguridad como miembros permanentes, se trata de Alemania, Japón, Brasil y la India. Es decir, la propuesta no es un replanteamiento serio de la ONU como organismo, sino aumentar el número de países que formen parte de esa elite geopolítica. La realidad es que no basta sólo con aumentar el número de miembros permanentes en el seno de la ONU puesto que el problema de fondo seguirá existiendo. No importa cuántos países sean los permanentes, si son 5, 10 o 20, el problema es que exista dos tipos de países, los de primera y los de segunda, los que realmente votan y los que sólo son invitados para legitimar las decisiones de los países de “primera”. No se puede legitimar la antidemocracia global.
Con la realidad actual de nuestra sociedad mundial cada vez más interconectada, la necesidad de un organismo internacional de carácter democrático que sirva de interlocutor a las necesidades e inquietudes de los pueblos se hace cada vez más urgente.
La ONU es un fracaso sino que lo diga el pueblo Palestino y todos los demás países que han sido victimas de agresiones militares por parte de las potencias neo-colonialistas de occidente sin que la ONU sirviera para detener eso, y por el contrario, sirviera para legitimar todas esas masacres y genocidios.
La ONU es un fraude y debe ser sustituida por una nueva forma de organización mundial en la que estén representadas de manera justa y real todas las naciones. Una especie de parlamento de los pueblos cuyas decisiones sean vinculantes no sólo para los gobiernos, sino también para las grandes corporaciones trasnacionales y los organismos financieros multilaterales -al menos mientras tales estructuras existan-.Una organización en la cual, las decisiones sean tomadas a través de una nueva concepción de democracia justa y participativa por todos los pueblos de la tierra, en función de los intereses reales de toda la humanidad, y no de intereses corporativos o intereses económico-militares de determinadas potencias imperialistas como sucede en la ONU.
Esperemos que el ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad sirva para dinamitar esa estructura obsoleta e inservible, y constituya el inicio de una nueva etapa en los mecanismos de articulación de los pueblos del mundo.
Queda además la reflexión de que así como nuestro gobierno ha demostrado tener excelente capacidad para manejarse en el ámbito internacional, comience también a demostrar la misma efectividad en la resolución de los problemas del pueblo venezolano, porque los mayores riesgos que enfrenta la continuidad de la revolución no están afuera de nuestras fronteras, sino dentro de nuestro país en la realidad concreta que día a día está viviendo el pueblo.