Chávez: teoría de la conspiración

Me comentaba un taxista en La Guaira que Chávez había muerto debido al tráfico que realizaba, en el avión presidencial, de uranio enriquecido hacia Siria y otros países de la «órbita del mal». Le pregunté por qué Chávez había sido el único contaminado del avión (será que cargaba él mismo el material mientras los otros jugaban al dominó), mientras los otros viajeros, asesores, ministros, pilotos y tripulación del avión, ninguno había contraído cáncer. El taxista no sabía qué contestar, pero al final lo hizo: «eso se está investigando» me comentó.

El mundo, en general, vive de bulo en bulo y de bola en bola y detrás de todas esas patrañas está la famosa «mano negra» que pertenece, a gusto del consumidor, al ser que más aborrecemos. Pero los hechos obedecen a un orden, nada es por azar, o así parece. Nadie pone en duda la autoría de Osama Ben Laden en la destrucción de las Torres Gemelas, aun cuando él se desvinculó de la acción, y yo le creo.

A raíz de esa culpabilidad, impuesta por Estados Unidos a dedo, el mundo se puso de rodillas, literalmente, otra vez ante los gringos y se culpabilizó al mundo árabe, que se opone a arrodillarse, y se acusó de traficantes a todos aquellos que mantuviesen relaciones con Estados considerados «poco amigos» por los Estados Unidos y en esa lista de traficantes estaba la Venezuela bolivariana de Chávez y el pueblo venezolano.

«Otra raya más al tigre-Chávez», el uranio sacado del Macizo Guayanés (que no se explotó nunca y, por lo tanto, no se extrajo) sería enriquecido (por arte de magia) y cargado en el avión presidencial por sus propias manos.



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Xurxo Martiz Crespo

Vivió 30 años en América Latina. Académico del exilio económico y político gallego

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