En las últimas semanas ha arreciado la campaña descalificadora que el imperialismo estadounidense a través de diferentes agentes ejecutores ha venido desarrollando de manera sistemática en contra del país, con el evidente propósito de forjar un expediente (estado fallido, narcoestado, violador de los derechos humanos, etc.,) que le permita, en el momento que considere oportuno, emprender alguna de las tantas formulas intervencionistas que ya ha practicado en diversos países, bien directamente o por interpuestas organizaciones internacionales acólitas.
Récord lamentable
De este proceder imperialista el mundo contemporáneo ya tiene un largo historial; en sus 239 años de existencia, la potencia estadounidense, ya ha acometido cientos de intervenciones militares en todo el mundo, eso sin incluir, las intervenciones de otra naturaleza que son prácticamente incalculables; según datos, sólo desde finales de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha llevado a cabo 201 operaciones militares en el extranjero; ningún otro imperio de los que han existido puede ostentar tan lamentable récord, siendo América Latina y El caribe, considerada históricamente por la clase dominante estadounidense como su patio trasero, en base a un espurio destino manifiesto, la región, si acaso, más intervenida y ultrajada de todas.
Luego de despojar de sus tierras ancestrales y casi exterminar a sus propios pueblos originarios, comenzaron con su práctica expansionista, arrebatándole , prácticamente, la mitad de su territorio a México, en 1846, y a partir de allí, a todo lo largo de los siglos XIX y XX, emprendieron todo tipo de desmanes en contra de la soberanía y la dignidad de los pueblos hermanos nuestramericanos, arribando al siglo XXI con la misma práctica, demostración palpable de ello, fue el golpe de estado que orquestaron, en nuestro país, en contra del gobierno constitucional del Comandante Chávez (2002) y el abusivo secuestro y grosera destitución (2009) del Presidente Zelaya en Honduras, así como la grotesca y violenta manipulación a través de la cual procedieron para la defenestración (2012) del Presidente Fernando Lugo de Paraguay.
Para los yanquis, por sus afanes de gran potencia mundial, lo que cuenta es mantener su hegemonía a todo trance, ello es la garantía de las excesivas ganancias que sustraen a través del sometimiento de pueblos y naciones; expoliando sus materias primas e imponiéndoles patrones de consumo para la colocación de sus productos elaborados; lo que no obtienen por la vía de la presión diplomática y financiera lo imponen por la vía de los bombardeos.
No es la raza, es la clase
Esta vocación expoliadora, invasiva y delictual no ha mermado con la Presidencia de Barack Obama, en quien algunos sectores alentaron la posibilidad de que por su origen afroamericano, no caucásico, podría generar una apertura que conllevara a establecer otro tipo de relaciones con las naciones y pueblos del mundo; vacua ilusión, que lleva a entender que el problema no es de raza sino de clase, el negro Obama es un conspicuo representante de la élite estadounidense, además, de que el coloso del norte no es gobernado por alguien en particular, esa función ya fue descrita con toda propiedad, el gobierno estadounidense es ejercido por el complejo industrial- financiero- militar-comunicacional, en el que quien ocupa la Presidencia es una pieza más del entramado de poder.
Nobel depredador
Pero, sin duda, los individuos tienen su responsabilidad ante la historia, y este que nos ocupa no está exento de ello, se le dio el Premio Nobel de la Paz al comienzo de su mandato, en el marco de la expectativa que había generado su elección, que rápidamente fue disipada, y ya al cabo de 6 años, ha quedado evidenciado como un continuador contumaz de la depredadora política imperialista; ha mandado a bombardear 7 países: Afganistán, Yemen, Irak, Pakistán, Somalia, Libia y Siria; por supuesto, sin parar mientes en los eufemísticamente llamados “efectos colaterales”, la muerte de centenares de miles de personas y la destrucción de los tejidos sociales de esas naciones.
Sociedad descompuesta y represiva
Con su gestión, al interior de su país, no ha podido siquiera contener las consabidas contradicciones que caracterizan a la sociedad estadounidense, al contrario la concentración de la riqueza ha aumentado mucho más, favoreciendo al sector privilegiado y ampliando los niveles de pobreza en los sectores más vulnerables; ha aumentado el desempleo, y el subempleo, con ingresos precarios, se ha generalizado en todo el país con las secuelas que tal situación incuba socialmente; no ha logrado controlar el negocio de la droga, si acaso uno de los más lucrativos, a costa de producir el pueblo más adictivo del planeta tierra; cuenta con la población carcelaria más numerosa entre todos los países del mundo; es decir, es una sociedad en clara y abierta descomposición que para mantenerse tiene que arreciar de manera creciente la represión hacia la población, especialmente, con las minorías afro descendiente y los migrantes latinos.
Claro está, en lo que sí es imbatible el imperialismo, es en el cuantioso presupuesto de defensa, que desde hace varios años supera, con creces, el de la sumatoria del resto de los países, naturalmente, mantener las casi 800 bases militares que tienen esparcidas por todo el globo terráqueo, por su afán hegemonista, exige un gasto por demás excesivo.
En líneas muy generales, ese es el cuadro, que Obama no ha podido enfrentar positivamente y a lo cual se suma el desplazamiento por China, durante su gestión, como la primera economía mundial.
Cuál modelo
Con este expediente Obama, pretende erigirse como modelo, él y su sociedad, para el resto del planeta mundo. Es así como, se plantea el derrocamiento del gobierno constitucional bolivariano, el más democrático que ha tenido nuestro país en toda su vida republicana, porque a su juicio no se amolda a los patrones establecidos por el hegemonicismo estadounidense. Zape contigo Obama.