La recolección de firmas pidiendo la derogación del Decreto de Obama en el que se declara a Venezuela una amenaza a la seguridad nacional de los EE UU ha sido todo un éxito y es muy probable que se recolecten los 10.000.000 de firmas que propusiera el Presidente Maduro, pero la pregunta es ¿qué incidencia real puede tener esta iniciativa, más allá de nuestras fronteras, cuando sabemos todos que el imperialismo no respeta legalidades externas ni se deja llevar por peticiones populares?.
Lo que si es cierto es que la agresión a Venezuela por parte de EE UU ha levantado roncha en el mundo entero, pero especialmente en los pueblos que entienden que al caer Venezuela en las garras del imperio estadounidense caerán tras ella los países bolivarianos que en estos últimos años intentan transitar la senda de la independencia y emancipación que la Revolución Bolivariana de Hugo Chávez concitara.
La reacción del pueblo en masa, rechazando la agresión imperial, deja ver claramente que los apátridas que desde las filas de la oposición, cada día cuentan menos con los favores del pueblo. Si ciertamente el Decreto injerencista contra Venezuela ha permitido cohesionar las fuerzas del chavismo, ahora más que nunca el divisionismo se hace presente entre la dirigencia opositora.
La movilización popular que desató el rechazo al Decreto Obama ha dejado en evidencia la falsedad mediática de que el gobierno de Maduro perdió el apoyo del pueblo.
Si un efecto a mediano plazo debería tener esta política intervencionista de EE UU, que cuenta con pleno apoyo y respaldo de la derecha opositora, tendría que ser en los resultados de las elecciones de Diputados a la Asamblea Nacional. Ese pueblo que hoy rechaza contundentemente la agresión de EE UU a Venezuela, mal podría mañana votar a quienes se han puesto al servicio de estos mezquinos intereses.
Se ha acusado al gobierno, y al propio Presidente Maduro, de explotar la agresión imperial para cohesionar al chavismo. El sentimiento antiimperialista del pueblo venezolano es de vieja data, denunciar a los apátridas que desde hace años vienen haciendo política lesionando abiertamente los intereses de la Patria es un deber revolucionario de quienes hoy dirigen la Revolución.
El pueblo de Bolívar, que es el mismo pueblo de Chávez hace muchos años que aprendió aquel grito de guerra que Ali, con su poesía guerrera difundiera, “yanke go home, gringo go home”