Cuba, sí; Venezuela, no

1.- Cuando el presidente Obama anunció la nueva política del gobierno norteamericano hacia Cuba, comenzó por admitir el fracaso de más de 50 años de bloqueo, de acciones desestabilizadoras, de apoyo descarado a las aventuras de los opositores al régimen de la isla, de intentos de magnicidio de los líderes de la revolución y de invasiones como Playa Girón. Asumió el error en el cual, según él, incurrieron sus predecesores -diez presidentes que perseveraron en esa línea equivocada, incluyéndolo a él en su primer mandato-, y señaló que ahora adelantaría un manejo distinto de los diferendos de EEUU con naciones de la región. El gesto fue saludado como demostración de coraje ante la ultraderecha y el recalcitrante lobby cubano de Miami. Como señal positiva de reconocimiento a los cambios que se operan en esta parte del mundo donde los procesos democráticos, con amplia proyección social, son la característica.

2.- ¿Pero qué bullía en la mente del gobernante norteamericano, en su entorno, en los laboratorios donde se planifica la política exterior de la primera potencia militar del mundo? ¿Se trataba de una política concebida sólo para el caso cubano, insostenible, repudiado unánimemente en todos los foros internacionales, o de una política de signo diferente, de distensión, de diálogo de iguales? ¿Acaso formaba parte de una estrategia cizañera, con el trasfondo de resolver la situación con Cuba, mientras se preparaba la fijación de un nuevo blanco de la misma política, aparentemente cancelada?

3.- En otras palabras, cabe preguntar si lo que calificó Obama como fracaso durante más de cinco décadas -la posición ante Cuba- se repetiría, con iguales o peores características, contra Venezuela. Porque nadie puede pensar que la agresión brutal del decreto ejecutivo de 9 de marzo de 2015 de Obama -basado en ley aprobada por el Senado de EEUU, en diciembre de 2014-, es producto de una reacción circunstancial, o de un error, como lo definen algunos analistas; o es parte de un plan para repetir contra nuestro país la misma política que se ejecutó contra Cuba. El accionar de EEUU contra Venezuela es de larga data. Comenzó en el momento que Hugo Chávez accedió a la presidencia en 1999 y tuvo inequívocas manifestaciones de vesania en el golpe del 11 de abril de 2002, cuando fue evidente la injerencia del presidente George W. Bush y de la Misión Militar de EEUU en Fuerte Tiuna. Ahora pensarán los estrategas gringos que con la hoja de parra de la reformulación de la relación con Cuba, Washington puede optar por arremeter contra Venezuela creyendo que las condiciones lo permiten.

4.- No obstante, esta política tiene fallas en el cálculo de sus posibilidades. Una, muy importante, proviene del hecho de que Cuba no cede en sus principios. Para aquellos que creyeron -en los cenáculos del poder norteamericano y de sus amigos regionales- que el gobierno cubano traficaría con el nuevo trato de la potencia imperial, deben estar sorprendidos con la dignidad con que reaccionaron los cubanos: plena solidaridad con el proceso bolivariano y clara advertencia de que lo esencial de la nueva situación es el cese del bloqueo (Raúl Castro dixit). Otra, la reacción de Venezuela, de Maduro, firme y audaz; del pueblo y el chavismo, unitaria y coherente; y de la comunidad internacional. En este frente no hay fisuras, solo matices explicables en el apoyo a la causa venezolana. Y, sobre todo, una reacción de estupor ante el atrevimiento de Obama (El Supremo), plasmada en la calificación de Venezuela como "amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los EEUU". Agresión real que se extiende a cualquier otra nación. Aun cuando, por ahora, lo de Obama es "Cuba, sí; Venezuela, no".

Laberinto

Hay estupor en los círculos de poder de EEUU y medios de comunicación afines ante la actitud que se observa en mandatarios latinoamericanos y caribeños de solidaridad con Venezuela. La cual ha ido más allá de lo imaginable. Se considera que fue subestimada la respuesta al ataque de Obama y el efecto que podía tener un decreto presidencial que lesiona la soberanía, no de un Estado en particular sino todos de los Estados. Se aduce que Washington estaba mal informado de la situación venezolana y, en general, de la región…

Se considera que la Embajada en Caracas transmite información incompleta o sesgada acerca de lo que ocurre en el país. Que subestima la fuerza del chavismo en la calle y de ahí la sorpresa ante las grandes manifestaciones efectuadas en Caracas y ciudades del interior. Se aceptó como válido que el gobierno de Maduro estaba dividido, y que el Primer Mandatario no controlaba la situación. Igualmente, los informes de Caracas daban cuenta de grietas en la unidad de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, de luchas en la institución…

Al mismo tiempo, los informes indicaban que la oposición había crecido. Que está presente en todas partes y que accedió a los bastiones del chavismo. Que la unidad en el sector es monolítica, y que está garantizado su triunfo en las elecciones parlamentarias. Por supuesto, este es el material que hace llegar la oposición a la sede diplomática y la que suministran observadores comprometidos que reciben dólares por elaborar informes y encuestas sin sustento…

Tal es el cuadro que, presumiblemente, analizó el equipo asesor para la aprobación del decreto que ha provocado reacciones imprevistas y que coloca a Obama ante un situación inconfortable en la Cumbre de las Américas del próximo 10 de abril en Panamá. Obama concurre a esta importante cita prácticamente en solitario. Con desventajas evidentes. Incapacitado para hacer promesas. Con la palabra devaluada y bajo sospecha. No podrá presentar el paso dado hacia Cuba como una demostración de buenas intenciones con la región; de su disposición a mejorar las relaciones con todas las naciones, cuando en su palmarés figura la mancha, demasiado actual y oprobiosa, del descomedido ataque a Venezuela. ¿Qué hará Obama en un ambiente predispuesto, ante hechos cumplidos y sospechas justificadas? Ya veremos…

Recuerdo que una vez encontré al presidente Chávez muy molesto en su despacho. Le pregunté porqué lo estaba y me respondió: "Es que le di una audiencia a un político español creyendo que conversaríamos de política, de la situación mundial y lo que ocurre en su país. Pero resulta que el carajo lo que vino fue a pedirme contratos para unas empresas españolas"…

Felipe González, exdirigente socialista español, anuncia que defenderá a Leopoldo López y a Antonio Ledezma, que ya cuentan con un grupo de abogados venezolanos que lo está haciendo. Huele a pantalla…

La MUD zozobra Parece que tendrá el mismo destino fatal de otras experiencias unitarias de la oposición. Ya que ésta se agota en ensayos que no funcionan. La unidad en los términos que la manejan sus dirigentes no tiene base. Está montada sobre múltiples contradicciones que impiden su desarrollo. Además, es la unidad sin programa ni proyecto de país. Y, por tanto, sin cohesión. Lo único que une es el odio al chavismo y la pretensión de liquidar el proceso bolivariano como sea -mejor si es con un golpe-, y optar electoralmente por diputaciones nacionales, regionales y concejalías. Por eso a la hora de competir y escoger candidatos estalla como granada de fragmentación…

¿A dónde conduce esta situación? A que ya en el mundo opositor hablen de fraude electoral. El "obamazo" -sobre el cual escribió Maryclen Stelling- contribuye a complicarles la situación.

Tomado del diario Últimas Noticias.



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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

 jvrangelv@yahoo.es      @EspejoJVHOY

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