Los dirigentes del imperio estadounidense delinearon un modelo de alianzas con Latinoamérica en dos grandes direcciones: una, el escenario para el show colectivo con organismos de nombres grandilocuentes para coordinar el bloque pro-EEUU y evitar el retorno del imperio español.
Después de la II Guerra Mundial se trata de participar en la Guerra Fría contra la URSS, se crean: el TIAR en 1947 y la OEA en 1948.
El otro eje, el bilateral, permite hacer gradual los objetivos de acuerdo con el grado de sumisión de cada Estado.
La bilateralidad incluye crear fricciones buscando evitar lo que hizo el presidente Hugo Chávez, quien unió a Nuestramérica alterando el sistema washingtoniano.
Dentro de esa tendencia ha estado el tratamiento a Colombia y Venezuela. Así fue siempre y ante la Revolución Bolivariana, Colombia ha sido centro para adelantar provocaciones como las del expresidente Álvaro Uribe, incluyendo las bases militares de EEUU.
La cumbre en Panamá es muestra de ese modelo: se convoca a todos, pero, mientras se socava a los gobiernos de Brasil y Argentina y se declara amenaza a Venezuela. Dando trato distinto a Cuba, Caricom y otros gobiernos.
Aquí entra la opinión de la exsubsecretaria de Defensa de EEUU, Mary Beth Long, quien el 30-03 dijo que "...en Colombia, los militares están estudiando otras amenazas en la región que pueden representar sus vecinos como Venezuela".
No hay declaración pública oficial del Palacio de Nariño; Colombia deberá dar las explicaciones a Venezuela sobre el hecho de la declaración desde Bogotá y del contenido hostil e inamistoso de las mismas.
El presidente Juan Manuel Santos declaró el pasado lunes 6 respaldando a Venezuela y criticando las medidas unilaterales. ¿Quería desmentir o desautorizar a la señora Beth o qué? Deberá explicarlo, ya que Colombia se ha convertido en estafeta gringa contra la República Bolivariana de Venezuela.