Los Estados Unidos, el país autoproclamado campeón de los derechos humanos ha venido siendo sacudido por el asesinato, en los últimos meses, en diversas ciudades, a manos de agentes policiales, de jóvenes negros o afro descendientes; hechos recurrentes estos que han motivado protestas masivas de ciudadanos interétnicos, impactados por una práctica que cada día resulta inconcebible en una sociedad que es exhibida por sus apologistas como el modelo a seguir por los pueblos del mundo.
Prejuiciado
Pero más sorprendente ha sido, para algunos analistas, la postura asumida por el presidente estadounidense Barack Obama que, en las primeras de cambio, ha salido a calificar como criminales a los ciudadanos que protestan por la ocurrencia de tan repudiables hechos.
Le atribuye, Obama, apresuradamente, tal calificativo a quienes protestan por razones, a todas luces, justificadas, mientras, a quienes protestan en otros países, como en el caso venezolano, por razones innobles, como son los guarimberos comandados e inducidos por Leopoldo López, Ceballos, Ledezma, Gaby Arellano, María Machado y compañía, los califica como virtuosos luchadores por la democracia y la libertad.
Es evidente que la vara con la que mide los acontecimientos el presidente estadounidense está contaminada de prejuicios que en nada se corresponden con la realidad objetiva, dejando traslucir el barómetro ideológico, falseador de la realidad, que emplea para interpretar y calibrar el sucedáneo sociopolítico.
Cancerbero
Ya es un lugar común señalar que Obama se develó en un verdadero fiasco para aquellos que consideraron que su ascenso a la Casa Blanca iba a significar un avance en la larga lucha del pueblo estadounidense contra la segregación racial; hasta el Premio Nobel de la Paz le otorgaron por anticipado en la creencia de que su gestión sería una concreción de los anhelos de Paz de los pueblos y de las aspiraciones integracionistas al interior de la sociedad norteamericana.
Pero resulta, que, ni ha propiciado la Paz en el mundo, todo lo contrario, tantos muertos se le pueden atribuir por las "heroicas" acciones emprendidas por sus soldados y bombarderos en el Medio Oriente, Norte de África, Europa Oriental y en Asia al igual que a cualquiera de los más encarnizados criminales que le han antecedido en el cargo, ni ha disminuido en un ápice el grosero presupuesto de gastos militares, con largueza el más abultado del globo terráqueo; ni, menos aún, ha sido impulsor de alguna mínima iniciativa conducente a estimular la igualdad o la integración racial de su propio pueblo.
Es un negro con mente de blanco imperialista, o dicho de otra manera, es un cancerbero que fue puesto allí para salvaguardar y afirmar los privilegios de la élite que durante siglos ha sometido y expoliado a los pueblos del mundo, en primer término a su propio pueblo estadounidense.
Guerrerista
Desde que fue investido como presidente(2008), de su país, la vocación guerrerista, intervencionista, anexionista, imperialista pues, de la política estadounidense no ha decaído en lo más mínimo, allí están como grotescos trofeos las sangrientos e infaustas acometidas en Libia, Siria, Ucrania, Somalia, los bombardeos reiterados en Irak, Afganistán y Pakistán con sus secuelas de muertos y heridos, el auspicio del genocidio israelí con el pueblo palestino y tantas otras acciones encubiertas que han promovido en distintos lugares del mundo.
En ningún caso la actuación del Premio Nobel ha sido de contención, todo lo contrario, más bien, recientemente y de manera impúdica declaró que dado el poderío de los Estados Unidos, cuando un gobierno se resiste a seguir sus lineamientos hay que apelar a la presión política, diplomática, económica y si no militar hasta lograr que se someta a sus designios; y, por supuesto, las consecuencias en vidas humanas, destrucción de infraestructuras, sociedades y civilizaciones no son más que "daños colaterales", necesarios para lograr "instaurar la democracia y la libertad" como bien lo han dejado claro significativos voceros imperiales.
Golpista
Con Latinoamérica y El Caribe, la relación que han intentado no ha sido distinta a la que tradicionalmente, los yanquis, han mantenido con nuestros países, allí están los golpes de estado que auspiciaron en Honduras (2009) y Paraguay (2012) para truncar los aún tímidos procesos de cambio que se estaban experimentando en esos países hermanos y, por otro lado, los tantos amagos que han orquestado contra otros gobiernos (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil, etc.) que han asumido el camino de afirmación de la dignidad de sus pueblos con la orientación de determinar su propio destino.
La única excepción ha sido la apertura que adoptaron con relación a Cuba y no, precisamente, por magnanimidad sino para enmendar el error histórico cometido con el pueblo cubano (53 años infructuosos de acoso y bloqueo) y con el recóndito propósito de que con esta jugada podrían apuntar a resquebrajar la hermandad que certeramente se ha venido concretando en Nuestraamérica en los albores del Siglo XXI, especialmente, concebida e impulsada por el comandante Chávez.
Distractor
Al interior de su país, los resultados no pueden ser más dramáticamente ilustrativos, por un lado, claramente adversos para los trabajadores y sectores sociales, tradicionalmente, marginados y preteridos, como los negros, las etnias autóctonas, los migrantes latinos y distintos movimientos sociales feministas, sexo diversos, ambientalistas, etc., que en conjunto constituyen la mayoría de la sociedad estadounidense; pero que se mantienen dispersos e inconexos, en gran medida, por la acción consciente, astuta e históricamente disgregadora de la élite privilegiada y en la que afro descendientes como Barack Obama fungen, precisamente, como prominentes y cooptados distractores destinados a proyectar la mentira que encubre el mito de la sociedad post-racial. Este es un tema crucial sobre el cual hay que insistir. Volveremos.