Hay que ser bien ingenuo para no entender que EEUU sea el principal interesado en que la sangre llegue al rio. Para nadie es secreto que la sociedad que se ufanaba pregonando que era “el sueño americano”, ahora atraviese su peor crisis existencial y está al borde del abismo. Y porque la necesidad tiene cara de perro, Washington y sus aliados del occidente no disimulan sus ansias por apoderarse de nuestras enormes reservas petroleras y gasíferas? Estas son las razones que explican en dos platos porque la CIA y el Comando Sur están empeñados en echarle más leña al fuego, incendiar el país y luego, justificar la ocupación militar de Venezuela ante los ojos del mundo.
Porque no somos ciegos y vemos las difíciles circunstancias que se vienen tejiendo dentro y fuera del país, cabe preguntarse: ¿Verdad que no exageramos cuando reconocemos que nuestra crisis no es conjetura de temerarios ni profecía de apocalípticos? ¿O será que nos lavaron el celebro vendiéndonos la polarización como panacea, y ahora sentimos placer cuando nos llevan a la fosa común que el cementerio de la historia reservo para quienes prefirieron darse por fracasados?
Y porque hasta ahora no hay ninguna señal de humo blanco proveniente de Washington, y solo escuchamos amenazas que son cada vez más groseras, entonces decimos que nuestra soberanía está en pico de zamuro, pues los hechos anuncian la posibilidad de que los marines norteamericanos desembarquen en nuestras vulnerables costas. De modo que sin quijotada ni caernos a coba, admitamos que solo una oportuna intervención de China y Rusia podría sacarnos la pata del barro, evitando que EEUU se aproveche de su condición de potencia nuclear y haga sus estragos sacando candelita con Venezuela. Lo demás será tirarle peos a la luna, o consolarnos con ese cuentecito de que David venció al gigante Goliat.
El 6 de diciembre, pues, vamos a unas elecciones atípicas, pero a su vez cruciales porque está en juego la vida de un ensayo republicano que prometió inclusión, y que ahora está en apuros por su mala administración. Por ello insistimos en que esta vez serán unos comicios rodeados de muchas incertidumbres, pues gobierno y oposición no han dicho que reconocerán el resultado electoral, y por ello esta indefinición podría significar un fatal choque de trenes, con consecuencias impredecibles para las instituciones del Estado.
Ojalas este 6 de diciembre no volvamos a equivocarnos como en 1993 y 1998, cuando por quitarnos de encima la calamidad del Pacto de Punto Fijo, a la final terminamos cambiando de opresor y en circunstancias peores. Ahora comienzo a comprender porque el Presidente y General Francisco Linares Alcántara, decía:… “Que bruto son los hombres de talento”
