Precisa aseveración histórica desde aquellos tiempos pasados del siglo XIX como bien lo demostraría el doctor Samuel Moncada en la conferencia dictada y organizada por el Centro Nacional de Historia en el marco del seminario titulado: “Cátedra de Historia Insurgente Federico Brito Figueroa” (http://www.cnh.gob.ve/) al cual nos permitimos sugerir sus asistencias en las próximas conferencias en los próximos días jueves de cada semana por venir.
Interesante tesis la expuesta en propuesta de Moncada cual, a nuestros pareceres, fuera bien demostrada en el entendido de los tiempos de exposición y ante un auditórium más cercano a la especialización correspondientes a historiadores y la presencia de revolucionarios de aquellos años 60 y la asistencia de los especialistas de la Unidad de los Estudios Históricos de la Biblioteca de la Cancillería. Todo un ambiente propicio para el desglose de dicha demostración pintada con curiosas pero históricas anécdotas sobre sectores de la sociedad venezolana y aquellos importantes Presidentes de los cuales, los historiadores, pueden sustentar sus demostraciones históricas cuales, en este concreto tema, refiéranse a esos dos temas importantes en la vida histórica de la Patria: la conspiración y el golpe de estado.
Samuel Moncada marcó las profundas y muy serias diferencias entre el acto de conspirar al hecho concreto del golpe de estado precisando sobre lo tradicional e histórico de la conspiración y lo particular también histórico del golpe de estado, concretando, éste último a los golpes de estado fácticos expresados en el siglo XX, es decir, aquel de los adecos en el 48 contra Medina Angarita, el otro contra un adeco en la persona de don Rómulo Gallegos cual, en nuestro entender, se enmarcó en el proceso obligado-capitalista de la “Guerra Fría” como confrontación real al socialismo real de la URSS y, por último, aquel contra el General Marcos Evangelista Pérez Jiménez dejando en el tintero el golpe del “11 de Abril”, consideramos, por ahora.
En ese marco del discurso la necesaria precisión que requirió el proceso continuo y tradicional de la conspiración en la Historia de Venezuela cual marcó inmediatamente posterior a aquel año de 1830, es decir, inmediatamente posterior al proceso de la Independencia, le permitió comunicar de la importancia que se ha conjugado entre la conspiración, la corrupción y el ejercicio del Poder en Venezuela; es decir, en términos de las matemáticas rusas, sería la conjunción de tres conjuntos que giran uno sobre el otro según los tiempos, los intereses y las capacidades conspirativas pero no golpistas con lo cual, en nuestra visión en subjetividad, Moncada supo exponer con precisión pero sin ese lenguaje pesado de uso del historiador.
En ese orden, nos consideramos que para que se pueda producir un golpe de estado es necesario un proceso continuo y secreto, como bien lo expondría el expositor Moncada, de una conspiración con claros objetivos, en nuestro caso criollo-venezolano, de clase, fundamentalmente, referido tanto a la propiedad, deudas y acumulación. En contrario, el hecho y proceso de una conspiración no necesariamente concluye en un golpe de estado que permita el desplazamiento de políticos e intereses por políticos e intereses económicos, también, fundamentalmente. Pero, curiosamente, cuando hemos caminado por la Historia de Venezuela observamos con precisa atención que el Poder en Venezuela, practica e históricamente, ha estado ejercido, asumido y ligado a “lo real militar” venezolano mientras que la conspiración, tal como bien lo expondría demostrativamente Moncada está íntimamente conjugado con los sectores de la economía privada y empresarial tanto en aquella economía de campo como la actual economía petrolera.
Es evidente que quedaron muchas líneas en la exposición por obvias razones disculpables como también es imposible exponer todo el interesante e importante contenido de la exposición pero las inquietudes saltan del tintero y obligan a las necesarias letras comprometedoras, políticamente, por nuestra parte.
En alguna ocasión nos expresaría el doctor Rafael Caldera Rodríguez durante su visita no oficial pero oficiosa a Beijing que Venezuela es un país presidencialista. Esta aseveración histórica fue perfectamente demostrada por Samuel Moncada a lo largo de su dictado histórico conjugando esa realidad con la otra realidad referida a la conspiración; es decir, aparentemente, según pudimos extraer de lo expuesto, fundamentalmente, toda conspiración está en perfecta sintonía con intereses económicos-monetaristas cual, por la propia presión de la conspiración, se dirige a quien ejerce el Poder Político en ese momento histórico bien con la finalidad de reemplazar a quien ejerce ese Poder Político, bien para poder alcanzar algún tipo de negociación, evidentemente, favorable a los conspiradores. Pongámoslo bien claro con rigurosa precisión cuando, permanentemente, Industrias Polar expone ante la sociedad venezolana que “…tenemos que dejar de producir porque el Gobierno no nos entrega los dólares para las necesarias importaciones…”. Palabras más, palabras menos.
Pero no solo es la Industria Polar la que, reiteradamente, trata de presionar al Ejecutivo, cualesquiera sea quien ejerce esas responsabilidades políticas, sino que se ha convertido en una costumbre histórica más cuando es obligante para el empresariado privado y también el público-corrupto el disfrutar de esa “danza de dólares” del Estado venezolano producto de los beneficios que produce, fundamental, la industria petrolera.
Es demostrable que lo expuesto durante su disertación histórica, Samuel Moncada, buscaba penetrar en el inconsciente colectivo de los presentes buscando motivaciones hacia las inquietudes que se desarrollaron durante el proceso de preguntas y respuestas. Es evidente que muchas interrogantes no fueron propuestas en busca de respuestas como muchas inquietudes ante las actuales realidades conspirativas en curso en contra del Presidente Nicolás Maduro Moros como también es demostrable que nadie de los presentes tenía “esa varita mágica” que soluciona todas las preocupaciones reales que están presentes actualmente en el proceso revolucionario aunque si quedó muy claro que la Revolución Bolivariana y Chavista deberá y tendrá que asumir la actual realidad de la conspiración y actuar en consecuencia objetiva, real, dramática y muy dura.
Cabe preguntarnos sí esa actual conspiración está a las puertas del golpe de estado y cuáles serían las consecuencias posteriores tanto para el sector golpista como para los “perdedores y perseguidos a la chilena” revolucionarios nacionalistas, chavistas y socialistas.
Hemos reiterado que el proceso de la conspiración en el marco del manual de “Guerra Política” ha venido cursando sus diferentes etapas presentándose, en las actuales realidades, en una realidad de “cul de sac” cual nos consideramos real, peligrosa e inevitable que pudiera trasladarse a la propia realidad del golpe de estado contra Maduro Moros desplazando no solo al Ejecutivo sino al desarrollo de la persecución contra los revolucionarios y el desmonte del proceso revolucionario y, en consecuencia, el desmonte de los beneficios sociales y la “invisibilización de los visibilizados” aún y cuando los golpistas expresen lo contrario.
Podría suscitarse un escenario como aquel que se desarrolló durante el día “13 de Abril” cuando el pueblo visibilizado acompañado por sectores militares nacionalista y chavista, en perfecta comunión, produjo un “contra-golpe” desplazando del Poder en Miraflores al gobierno temporal de Pedro Carmona. Un último escenario sería el desarrollo de una guerra civil al mejor estilo de Siria, en su expresión geográfica, y al estilo de Libia en cuanto la participación de países y tropas extranjeras.
Ahora también podríamos preguntarnos sí sería posible e incluso probable frenar la conspiración y, por ende, un golpe de estado y cómo tendría que actuar y decidir el Ejecutivo, los partidos políticos de izquierda y nacionalista, y el sector militar nacionalista y chavista en perfecta comunicación con los visibilizados, con las diferentes clases sociales, en fin, con el pueblo, la sociedad venezolana tanto la urbana como la campesina.
Tal como nos dijera el doctor Caldera Rodríguez cuando nos precisó que nuestro país es un país presidencialista. Sobre esa aseveración sustentada en la experiencia del avezado político, en considerando aquel duro gobierno de don Rómulo Betancourt, el Presidente Nicolás Maduro Moros debería ejecutar sus propias palabras aún en conocimiento de las durezas y las consecuencias pero temporales de tales decisiones no solo porque estamos en revolución sino porque es una revolución bolivariana, chavista y social-socialista y el pueblo se lo está reclamando a gritos en las colas, por la inseguridad, para parar la conspiración y decirlo al escenario internacional que nuestras decisiones las tomamos y asumimos los venezolanos. En fin, es su turno, Presidente Maduro.
UNIDAD, LUCHA, BATALLA, VICTORIA.