Si algo es evidente, palpable y cierto es la guerra del imperialismo norteamericano contra Venezuela. Negar o ignorar este hecho es querer hacer una abstracción del imperialismo considerándolo como un cliché comunista o como un anacronismo de los marxistas. En el fondo quienes así razonan, aunque no lo reconocen, son partidarios del sistema capitalista y de su fase superior. Para mí la calificación de guerra imperialista contra Venezuela es más adecuada que la de "guerra económica". De las diferentes acepciones que puedan utilizarse para identificar desde las colas hasta la presencia de aviones espías norteamericanos, en los cielos de la patria, la menos afortunada es la de "guerra económica". Prefiero en todo caso hablar de guerra de cuarta generación o de guerra no convencional.
La frase "guerra económica" carece de signo definitorio porque deja en el vacío la naturaleza ideológica de los campos en pugna. Se presta sí para encubrir la política económica del gobierno ubicada fuera del concepto de socialismo revolucionario. Sea como sea lo que interesa es destacar el tsunami agresor de la derecha internacional encabezado por el imperialismo norteamericano para intentar liquidar a la revolución bolivariana con el derrocamiento del gobierno de Nicolás Maduro. La derecha apátrida no ha conseguido activar el golpe militar porque en la FANB está fuerte el legado de Chávez y el referendo revocatorio cada vez se le ha vuelto más engorroso a los escuálidos, entonces sólo les queda solicitar la intervención extranjera y la derecha vernácula lo está haciendo sin ningún prurito.
Los partidos de izquierda con el PSUV están formando un cuadro cerrado en defensa del gobierno de Maduro, de su política económica y de su estabilidad política. También hay que tomar en cuenta a otras organizaciones sociales, tendencias políticas e individualidades que sin abjurar de sus opiniones críticas, frente a la política económica del gobierno y otros vicios presentes en la administración pública, se encuentran de pie en la primera fila de combate por la defensa de la patria contra la intervención extranjera y el fascismo. El descontento con el gobierno de Maduro, por parte del chavismo indignado, no puede servir de ariete para abrirle las puertas al fascismo, a los paramilitares, a Uribe y a la ocupación militar del imperialismo norteamericano sobre la Venezuela. El chavismo crítico, a mi juicio, está muy claro en esa perspectiva y debe ser considerado, sin sectarismo, como una fuerza estratégica aliada del gobierno bolivariano necesaria para sumar en una victoria popular contra el imperialismo.
La falta de credibilidad de la dirigencia opositora ha hecho que la derecha pierda la capacidad de convocatoria para la movilización en la calle pero mantiene su opción electoral devastadora porque las condiciones objetivas y subjetivas son las mismas que las que existían el 6D. No obstante la inoperancia de la mayoría opositora, en la Asamblea Nacional, para cumplir sus objetivos extra constitucionales es el mejor argumento que la ultraderecha intervencionista tiene para apoyar la inadmisible aplicación de la Carta Democrática en búsqueda de horadar la soberanía nacional.
En esta coyuntura política debe buscar el gobierno bolivariano la unidad de las mayorías populares que siempre han apoyado a la revolución bolivariana. El combate popular antiimperialista pasa por asumir el enfrentamiento contra el enemigo antinacional en una etapa superior del proceso. Es la hora de plantearse, sin vacilaciones, la conquista de nuevos horizontes de la revolución socialista. En unos días de lucha revolucionaria se puede avanzar mucho más, en el camino hacia el socialismo, que en años de infructuosa parálisis burocrática. La victoria popular contra el imperialismo será inalcanzable si no acumula esta lucha el logro de reivindicaciones profundas, propias de la revolución social.
*Profesor de Filosofía de la Educación jubilado de la UPEL