La siembra de odios

No cabe duda, la mayoría de los habitantes del planeta está de acuerdo con erradicar el odio. Soy un pesimista activo con relación al comportamiento de los humanos. Estos son la única especie animal en la cual está presente este deleznable sentimiento y esto tiene una razón. En las selvas conviven miles de animales y a no ser para satisfacer sus necesidades alimentarias ninguno de estos está propicio a exterminar al otro. Algo frecuente, pero la gente parece no advertir, que por ejemplo en un lago de áfrica pacen con tranquilidad diferentes especies, desde un gigantesco elefante hasta una pequeña golondrina, sin temor de la agresión de uno hacia el otro. No hay disputa por apropiarse ni del pasto ni por el agua, estos son bienes comunes.

No entiendo cuál el la sorpresa de la gente ante la presencia del odio en toda la geografía del planeta. Parece que la humanidad no advierte que nuestra sociedad es una escuela para forjar odios entre las personas. Si lo dudan veamos lo siguiente.

Una vez que los humanos se agrupan en pequeñas tribus surge la preponderancia del hombre sobre la mujer. Comportamiento que pasó de generación a generación  y en las diferentes sociedades se tenía como un estatuto que los hombres eran superiores y las mujeres inferiores, a tal grado que las damas no tenían ningún tipo de derecho. Hasta las religiones, sin excepción ninguna, sus sacerdotes tenían y tienen un menosprecio sobre las féminas. Esta iniquidad entre los géneros, de alguna manera, fue forjando odios dado que las damas se sentían en un estado vulnerable. Todavía en la actualidad existen sociedades donde las hembras carecen de derechos, pero si deben cumplir con sus deberes es decir, obligaciones.

La monarquía estableció el derecho a la progenitura real (mayorazgo), es decir, solo el hijo varón mayor tenía derecho a la herencia de la familia palatina. Indudablemente. Esta distribución desigual de la riqueza familiar forjó odios entre los hermanos, a tal grado que eran frecuente los asesinatos entre la parentela para resolver el problema de la sucesión al trono. Estos asesinatos se cometían, en oportunidades, en complicidad con la reina madre quien también tenía su preferencia.

La separación de los seres humanos en clases diferentes generó odio ancestral que actualmente, todavía, parece insuperable. La monarquía europea y asiática propició la separación de los seres humanos entre  aristócratas y  siervos. Los primeros eran los dueños de todo, de las armas, de la tierra, de los palacios, de la tropa, de los productos cultivados, del ganado….en cambio el siervo no  poseía nada y por lo general estaba discriminado sin derechos de ningún tipo. También la aristocracia europea, es decir los ricos, rubios y cristianos, separó a los seres humanos en dos grupos: los blancos, los de la clase superior y los negros, los inferiores o esclavos. Actualmente tales divisiones se mantienen, las cuales condujeron a la lucha de clases que generan odios que todavía, en el siglo XXI, se hacen presentes.

La razón corrompió a los seres humanos, perdimos el instituto y nos consideramos animales superiores. Esto nos permitió inventar dioses para que una clase clerical viviera a costa de otros, con el agravante que nos separó en religiones, una mejor que la otra. La sociedad  está empeñada en separar por género, por clases, por color y por religión. Como consecuencia, los seres humanos, como animales imperfectos, consentimos que, si estamos separados en clases sus miembros consideran que una es mejor que la otra y de esta forma renacen los odios.

No solo el sexo, el color, la clase social y la religión separaron a los seres humanos. Unos perversos que deseaban manejar el patrimonio de una región, resguardados por poderosos ejércitos, inventaron la nacionalidad con la certeza de que los habitantes de un país eran mejores que los otros, a pesar que los separaba una frontera o una raya invisible. Se suscitaron guerras para apoderarse de los territorios y las riquezas, por consiguiente se fomentaron más odios.

Quienes impulsan la separación de los grupos humanos, por lo general, detrás de esta escisión hay intereses económicos escondidos. Por tal motivo se inventaron los partidos políticos bajo la idea de que algunos perversos le resolverían los problemas de los demás. Este cisma de la sociedad en partidos políticos conllevó a que los seres humanos se agruparan por el interés en una doctrina política determinada, a pesar de que la mayoría de sus militantes la desconocen, al igual como sucede con las religiones. En su generalidad los feligreses ignoran los fundamentos de su religión. Así se fueron forjando los odios entre los militantes de los partidos políticos.   

En toda actividad terrenal  existen interesados en la división de la personas. Por esta razón se inventaron los equipos deportivos y de estos surgen los llamado hinchas o hooligans, verdaderos fanáticos de algún deporte. Estos entusiasta, bien sea del fútbol o del béisbol o de otro entretenimiento, son capaces de protagonizar auténticas batallas cuyos resultados son ajenos al indudable racionalismo. Se da el caso que los fanatismos se mezclen con los falsos nacionalismos y cuando compiten dos equipos, por ejemplo de fútbol, al final de la jornada los exaltados ponen en evidencia su cruenta estupidez. Aquello que comenzó como un juego, aquello que no es más que un negocio, aquello que genera millones de dólares o euros para avezados empresarios se convierte en un maremágnum cuyo resultado son los destrozos de una ciudad, decenas de heridos, hasta más de un pendejo muerto. Es la estupidez de los seres humanos convertida en odio hacia un semejante que su único delito es ser fanático de un equipo o de haber nacido en otro lugar.

Lamentablemente el odio no es un sentimiento interno, por desgracia el rencor hacia el prójimo es inducido, bien por la familia, por un sacerdote, por un líder político, por un comandante militar, o como en la actualidad, por los medios de comunicación de masa al servicio de poderosos intereses económicos. Tales personajes o instituciones aprovechan las divisiones de los humanos para sacarle provecho, por lo general mercantil o político. La  gente del planeta Tierra está ubicado en diversos grupos: capitalista, comunista, socialista o neoliberal; católico, protestante, musulmán, hindú, budista, taoísta o santero; negro, blanco o amarillo; heterosexual, bisexual o gay; nacionalista, refugiado o inmigrante ilegal; rico, clase media o pobre; fanático del Real Madrid o del Barsa; fanático del Manchester o del Liverpool; se vive en el primer mundo o en el tercer mundo; las personas o son indios o civilizados…en fin son tantas las separaciones de los seres humanos que es casi imposible la inexistencia del odio. Son muchos los aciagos que les interesa mantener a las personas ubicadas en sistemas de referencias diferentes.  En cada grupo existen  aprovechados para sacarle beneficio a estas divergencias. En el mundo donde estoy situado nunca entenderé tales diferencias, en el único grupo que milito es el de los humanos, fundamentado en el sublime interés por la paz, la tranquilidad y la armonía.

Entonces por qué asombrarnos cuando un loco o fanático agarra una ametralladora y atenta contra sus semejantes o compañeros o en otros casos, cuando el piloto de un helicóptero lanza bombas de racimos sobre una población indefensa.

Lamentablemente existen personajes de la política internacional cuya función debería ser propiciar la paz entre los países y por alguna razón actúan de forma  contraria. Es el caso del señor Almugre, perdón AlmOGRO, perdón Almagro u onagro. Este funcionario desempeña el cargo como Secretario General de la OEA pero pareciera que su función es fomentar el odio entre los países que integran esta organización panamericana. Es difícil entender el comportamiento de este funcionario y más cuando en el medio de todo está en juego la paz del continente. No quiero pensar que este burócrata, cuyo sueldo se lo paga todos los países de la organización, esté recibiendo una paga extra con fines inconfesables. Cavilo que su único cometido es acabar con un modelo político diferente al del imperio que pareciera le está completando su dispendioso salario.

El mundo se ha construido sobre la base del odio, las guerras son consecuencia de este aberrante sentimiento. Porque no intentar cimentar la convivencia de la gente sobre la base del afecto, del amor  o del cariño y seguramente el futuro de las próximas generaciones será una realidad y no una quimera. Ojalá que el señor Almagro cambié de partido y decida militar en el partido del afecto y deje de lado el odio que evidencia ante el presidente  MM, frente Venezuela y la Revolución Bolivariana. Si así lo hicera los suramericanos le reconocerían y le sabrían reconocer su labor.



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Enoc Sánchez


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