Dan tristeza ajena y quizás, frustración personal, aquellos sujetos, que teniendo el poder y los medios para forjar un bien a la humanidad no lo hicieron y peor aún, prohijaron la desgracia de millones de seres humanos. Esto lo refiero al revisar la conducta del emperador Obama en los estertores de sus ocho años de gobierno.
Razón tenía la periodista Eva Golinger a raíz del triunfo electoral de Obama, palaras más, palabras menos: “no hay que esperar mucho del recién ganador, dado que en EEUU gobiernan las grandes corporaciones económicas”. En verdad, el mestizo Barack dado que no es afrodescendiente, no se convierte en buena gente solo por el color de su piel, los malos y los buenos los hay de todos los colores y de todas las nacionalidades. No se es magnánimo por ser blanco ni por ser negro, este comportamiento se logra cuando el individuo(a) es sensible ante sufrimiento humano y definitivamente, Obama no lo es.
En oportunidades la gente espera que la vida le cobre a los malos las maldades que estos hicieron durante su corto paseo por la Tierra. Otros, los devotos, piensan que la providencia divina le ajustará en el espíritu del malvado todo el mal que estos aciagos personajes patrocinaron durante su existencia. Lamentablemente, nada hay escrito ni tampoco establecido sobre el futuro de los malos ni el de los buenos. Muchos de los bellacos vivieron hasta su época senil acompañado de sus nietos disfrutando en un lugar retirado de sus fortunas, lejos del mundanal ruido. Tampoco es verdad que Dios le cobra a estos nefastos personajes los pecados (perversidades) perpetrados contra el prójimo. Nadie ha regresado del infierno para informarnos sobre el número de la paila del infierno, el hogar de Leviatán, donde están sufriendo las almas de Pinochet, Hitler, Franco, Reagan, Margaret Thatcher, Harry S Truman, Nixon, Rómulo Betancourt, Mussolini…entre tanto bichos que vivieron y muchos de ellos murieron de viejo, felices y rodeados de los suyos. No creo en Dios y si fuera uno de sus afiliados juraría que es un fascista, dado que permitió y permite que individuos, como Barack, gobernaran y gobiernen haciendo tanto daño a la humanidad.
Ciertamente, Obama no califica entre los presidentes buenos. Dentro de pronto abandonará la Casa Blanca sin pena y sin gloria, de seguro, con muchas penas y sin ninguna gloria. En principio, para constatar lo que afirmo en este artículo basta revisar las ofertas electorales y el prontuario del actual emperador de USA.
Entre sus promesas contemplaba “la reforma migratoria”, por desgracia millones de los llamados “ilegales”, siguen como ilegales y permanecen como pajarito en grama, algo asustados, en espera del cumplimiento de las amenazas del candidato presidencial Donald Trump. El mestizo Barack (no en el sentido peyorativo) ofreció cerrar el campo de detención de la bahía de Guantánamo, la prisión donde se cometen los perores abusos donde se violan los más elementales derechos humanos de los detenidos, lamentablemente allí permanece abierta en espera del arribo de nuevos prisioneros. El moreno arrendado de la Casa Blanca ofreció el fin de la guerra de Irak y para eso todos los soldados yanquis regresarían a su patria. Tal compromiso se convirtió en una mera esperanza, todavía en aquella tierra árabe permanecen tropas norteamericanas cometiendo desafueros contra los infortunados iraquíes. Tampoco practicó la reforma financiera. Los excluidos de siempre y los contribuyentes norteamericanos están sufriendo los embates de las grandes corporaciones financieras de EEUU, consecuencia de la avaricia e irresponsabilidades de Wall Street. Respecto al control de armas Obama prometió “medidas razonables y pensadas compatibles con la Constitución y con las tradiciones del país”. Las masacres diarias en centros comerciales, en los colegios y universidades en EEUU dan cuenta del resultado de este compromiso. A Barak Hussein también se le olvidó el programa de exploración espacial con miras a enviar una misión humana para el 2020. Puras y banales promesas.
Lo que no prometió si lo cumplió. Para eso le concedieron el premio Nobel de la paz. Se lo adjudicaron para demostrarles a todos los habitantes del planeta Tierra las atrocidades derivadas de las guerras que Obama mantiene contra Irak, Afganistán, Libia, Siria, Somalia, Ucrania y Yemen. Pero no solo hace la guerra junto con sus aliados de la OTAN, también les entrega armas mortíferas a Israel y Arabia Saudita para que hostiguen a otros países que posean dentro de sus entrañas algún mineral estratégico o simplemente, donde gobierne un presidente alejado de los lineamientos del departamento de estado de USA.
Las noticias sobre Obama no son nada halagüeñas. El mestizo mantiene el bloqueo a Cuba que por más de cincuenta año atenta contra los derechos humanos de los habitantes de la isla caribeña. Amenaza constantemente a Rusia, simplemente porque el presidente Putín le arrebató el protagonismo con respecto al problema sirio. Y como Obama se presume el dueño y señor del mundo, coacciona a Xi Jignpin porque quiere utilizar el mar de la China para que los barcos mercantiles y los de guerra de EEUU naveguen por sus aguas como si fuera el Misisipí.
La hipocresía de Obama no tiene límite. Así como el “coco” asustaba a los niños en su tierna edad, con respecto al presidente de los EEUU da la impresión que el germano Alzhéimer lo está intimidando. Esto lo asevero porque la memoria del mezclado (blanco con negro) le está fallando y no se acuerda que amenazó a los presidentes y a los pueblos del mundo de torcerle el brazo cuando no hacen lo que el Departamento de Estado desea. Recién, en uno de su más controvertido discurso arenga que EEUU no está interesado en propiciar un modelo político, entonces ¿para qué carajo invade a los pueblos árabes, mata a sus presidentes, destruye poblaciones enteras, entre tantos males sino es para imponer el modelo neoliberal?
La memoria no solo lo traiciona en lo que referí en el párrafo anterior. Barack en sus alocuciones ante la ONU, en la OEA, en la OTAN en el G20, en el G8, en la OMC, en la UE y en todos estos escenarios donde se reúnen los adinerados del planeta, diserta sobre la obligación de su gobierno de combatir el terrorismo. Contrariamente a lo anunciado su administración estimula, financia, entrena y le entrega armas a grupos terroristas (el estado islámico) para derrocar gobiernos democráticos. Este mismo criterio (la mentira) es el que aplica para luchar contra el tráfico de drogas. Resulta que en los lugares donde hay presencia de tropas norteamericanas o bases militares son los países (Colombia y Afganistán) de donde se exportan toneladas de drogas. Amén de ser USA la nación donde más se consume todo tipo de estimulantes, que financia el trasporte de estupefacientes y donde más se lavan dólares.
La maldad del emperador Obama no tiene límites, no sólo hace gala de su destructiva capacidad militar, también se vanagloria de su habilidad para producir terremotos a partir de la fracturación hidráulica (“fracking”), únicamente para boicotear las economías de Rusia, de Irán y de Venezuela. No le importa perjudicar a su propio pueblo y en su afán de abaratar el precio del crudo destruye las capas geológicas, contamina las aguas subterráneas y como consecuencia, este demoledor procedimiento favorece movimientos telúricos que mantiene atemorizada a la población de EEUU.
Son muchas las perversidades de Obama. El racismo de sus policías que asesina con frecuencia a algún miembro de la sociedad afrodescendiente; además destruye la economía norteamericana al sacar de USA la fabricas que generan empleo a su población; así mismo, conspira contra los gobiernos progresistas de Suramérica para derrocar a sus presidentes; aparte de mantener alianzas con avaras corporaciones agroindustriales para envenenar los suelos y producir alimentos nocivos. En fin, son muchas sus fechorías que mantienen en vilo la paz y la seguridad del planeta. Penosamente las generaciones futuras recordarán a Barack por sus crímenes de guerra, sus actuaciones injerencistas y por convertir a los ricos en más ricos y a los pobres en más paupérrimos.
Dudo si Obama sea capaz de dormir plácidamente sin que los demonios lo atormenten; si sus ojos están dispuestos para mirar a sus hijas Malia y Sasha sin atrición, al pensar en los miles de niños y jóvenes que mueren por su culpa en los países árabes por su afán guerrerista; si en sus ratos de reflexión no es capaz de pensar que su gobierno expirará sin pena ni gloria, con demasiadas penas y sin ninguna gloria.