No menos importante y significativo se nos torna los recientes sucesos acaecidos en México, Colombia y en Perú, consecuencia directa de los cuestionados y fraudulentos resultados de las elecciones presidenciales realizadas no hace mucho. Lo sucedido en aquellas latitudes es el comportamiento más recurrente de la estrategia imperialista por amañar los actos electorales del mundo a fuerza de dólares. Más allá de los comprensibles suspiros del pataleo de ahogao que los señores del Pentágono obtuvieron en el actual mapa geoestratégico de Latinoamérica, la situación hoy en día reviste nuevos y significativos matices para las elecciones por venir en Latinoamérica. Nicaragua, Ecuador y Venezuela han de observar en los antes mencionados resultados electorales particulares retos y enseñanzas, amén de que también se han presentado con alarmante semejanza en Yugoslavia en el 2000, en Georgia el 2003 y en Ucrania en el 2004. El acostumbrado proceder de estos nefastos señores de la guerra nos alerta, ya que, como todos amargamente sabemos, los mismos siempre mantienen otras formulas, nada pacíficas, para cumplir con sus objetivos.
Para nadie es un secreto que el destino del mundo y la posible supervivencia de la humanidad, se debate en el Medio Oriente y Latinoamérica. El Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, lo sabe y lo comporta como todo buen aguerrido estadista. El tiempo está a favor de los pequeños, y en este siglo se han revelado aun cuando la posibilidad de una guerra mundial pueda no ser muy lejana y descabellada. Estados Unidos y sus consortes han comprobado que la hegemonía de su influencia mundial cada día es más vulnerable al despertar crítico de los pueblos. De tal manera que se preparan para arreciar sus mecanismos de intervención e intimidación.
Venezuela, como en el majestuoso otrora libertario de sus próceres, ha logrado decodificar el pulso real de la opresión en el mundo, y, atendiendo su destino, pretende impulsar y articular la respuesta de los que ya comienzan a tener conciencia de su esclava realidad. El ajedrez mundial establece que, aun cuando los logros son interesantes, el imperio ha logrado un momentáneo respiro de alivio con los resultados obtenidos tanto en México, Perú y Colombia. Es obvio que las fuerzas progresistas en estos países no han logrado sintonizarse con la realidad exigida por sus respectivos pueblos, lo que ha llevado que, en el caso mexicano, el imperio pueda garantizar un relativo suministro seguro de petróleo. Las bondades de lograr imponer un títere en Perú le permite el comodín para que la política seudo socialista de la Bachelert en Chile no se encuentre tan aislada, a la hora de responder sus consabidas inclinaciones neoliberales. A parte de toda la proximidad de Colombia con Venezuela, el plan Colombia y los bien apertrechados paracos, el imperio reconoce en este titubeante gobierno de Uribe la posibilidad de suelo amistoso donde impulsar cualquier pretensión armada hacia sus vecinos insurrectos de Brasil, Uruguay, Bolivia y Venezuela.