La hipocresía imperial

Quienes disfrutaron las películas James Bond, el Agente 007, o leídos las novelas de su creador, el escritor inglés Ian Fleming, advirtieron que una de las características de este agente secreto o espía es que aquel trabaja para una dependencia privada de investigación policial además, el gobierno del Reino Unido le otorgó una licencia para matar. Otra de las peculiaridades de este confidente es la posibilidad ingresar a cualquier país de Europa, Asia y África sin necesidad de visa y sin pasar por la aduana.

Pero no sólo James Bond es el único agente secreto con licencia para matar, son numerosos los(as) espías creados para el celuloide y para la TV, entre las que podemos destacar a "Alias", interpretada por Jenifer Garner, quien trabaja para CIA y "Nikita", protagonizada por Anne Parilland en el cine y por Margaret D. Quingley en la serie televisiva, quien también se desempeña como espía para el gobierno de EEUU. En ambos casos, las hermosas soplonas no pagan por los crímenes cometidos, ni tampoco necesitan visado para ingresar a ningún país extranjero, ni mucho menos, transitar por las engorrosas aduanas para que les revisen sus bártulos. Es decir, pasan como río en conuco.

Como se ve la filmografía Europea y la de EEUU, en su apología al delito, nos acostumbró a la existencia de agentes secretos de sus gobiernos con las características señaladas anteriormente. Es decir, los soplones de USA, del Reino Unido y los de Francia no pagan muertos, ingresan a los países africanos, asiáticos, a centro y a Suramérica camuflados, en la vida real, como diplomático para ejercer su trabajo. Una vez ubicados en sus respectivas embajadas comienzan sus trabajos macabros: se vinculan con grupos terroristas y con opositores violentos para derrocar gobiernos no sumisos. Tal desempeño no es parte de un guion como los de las películas del Agente 007, ni las de Alias, ni tampoco las de la flaca Nikita, esta es la orden emitida desde el Departamento de Estado y ejecutada por la CIA u otra de las tantas dependencias de espionaje del gobierno de USA. El objetivo de tales confidentes, en algunos casos, es asesinar a líderes que molesten o a presidentes que le estorben a las usureras corporaciones financieras e industriales.

La historia de la CIA, la de los agentes del Reino Unido y la de los de Francia, no es como para redactar una serie de cuentos de hadas, ni mucho menos una saga de libros de aventuras para adolescentes. Detrás de las actuaciones de los soplones de los países nombrados lo que se descubre son episodios lúgubres como para escribir varios thriller, con la diferencia que las narraciones no son ficciones sino, lamentablemente, realidades. Son muchos los asesinatos de líderes mundiales vinculados con sus agencias de espionajes, bien directamente o de forma indirecta, entre los que debo señalar los homicidios de Jaser Arafat, Jaime Roldós, Orlando Letelier, el general Prats. Hugo Chávez, Omar Torrijos, Bishop (Granada). Jaime Pardo (Colombia), el Che Guevara, Patrice Lumumba, Sadam Husein, Gadafi, Kennedy, Tomás Sankara (Burkina Faso), Carlos Castillo Armas y Jacobo Arbenz (ambos de Guatemala), entre los crímenes más nombrados. A lo anterior es importante agregar los diversos gobiernos derrocados por la acción de agentes de EEUU, UK y Francia, quienes amparados en funciones diplomáticas, financiaron, planificaron y ejecutaron, de manera subrepticia, golpes de estados contra gobiernos democráticos.

Sin restarle importancia y subrayando la reprobación del envenenamiento del espía o doble espía ruso Sergei Skripal y su hija, me obligo a resaltar la hipocresía de los antiguos imperios, responsables de los crímenes más horrendos contra la humanidad. Acaso algún gobierno o la ONU se pronunciaron sobre los crímenes señalados en los acápites anteriores. Acaso algún gobierno retiró los diplomáticos de Francia, de EEUU y del reino de España al conocerse la noticia del "desliz" de la CIA, respecto a la mentira de las armas químicas que tenía Irak y que significó la muerte de más de un millón de iraquíes y la destrucción de un pueblo. Hoy la humanidad observa el descaro de la actuación de algunos socios de la OTAN, es decir de las avaras corporaciones. que sin pruebas aceptan lo denunciado por Londres respecto al envenenamiento y de inmediato retiraron los diplomáticos de la embajada rusa en sus países. Acaso esos mismas naciones le solicitaron pruebas irrefutables a EEUU, a España y a Francia para justificar la invasión inhumana contra Irak.

La hipocresía es la característica más resaltante de los gobiernos, que en alguna oportunidad fueron imperios y se quedaron con las ganas. Los mismos países que aplican sanciones comerciales y económicas a Venezuela (a solicitud de C. J Borges y su pandilla) causando problemas en la producción, distribución y venta de alimentos, son los mismos que denuncian problemas humanitarios en nuestro país. Si tanto les importa nuestra realidad por qué no le piden al Donald que derogue los decretos sancionatorios y que sus gobiernos no apliquen puniciones al pueblo venezolano que tantos padecimientos sufren, originado por la violación de los derechos humanos.

Cuando el imperio da la orden los vasallos deben obedecer. Por eso el gobierno de Suiza esconde su imparcialidad detrás de su dependencia de la política imperial. ¿Qué doctrina democrática puede dictar un país que escondió el oro robado de los judíos alemanes, polacos, checos, franceses…) en los bancos suizos? La neutralidad de los suizos quedó en entre dicho al conocerse que, durante la Segunda Guerra Mundial, numerosos trenes provenientes de Alemania y cargados de oro penetraban a la Confederación Helvética para esconder el tesoro robado de los hijos de David en las arcas de sus bancos. Qué doctrina democrática puede dictar el gobierno suizo, si ellos fueron los inventores de las cuentas numeradas para que el capital mal habido de presidentes deshonestos, narcotraficantes, corruptos entre otros, se usen para esconder en sus bancos los dineros provenientes de la corrupción. Fue en las entidades financieras helvéticas donde los dictadores Mobuto, Ferdinand Marcos, Perón, Duvalier, Strossner y otros corruptos resguardaron y resguardan colosales fortunas de dudosas procedencias. Sospechosamente es ese gobierno el que pretenden imponer sanciones económicas a Venezuela para dar lecciones de democracia. Hipocresía pura.

Pero si lameculos estoy reseñando es imposible no destacar a Juan Carlos Varela, presidente de Panamá quien, junto a otros como él, pretende hacer juicio sobre la conducta del presidente MM. Es público y notorio que el gobierno del país del istmo se desenvuelve en la sentina más nauseabunda de la corrupción. Un país convertido en un antro para proteger capitales provenientes de todo tipo de delito desde el lavado de dinero hasta de la corrupción, bajo la figura del mal llamado "paraíso fiscal". Una manera de ocultar los negocios no santos de algunos "connotados personajes" de la política y de la finanza internacional. Lamentablemente las autoridades de aquel país protegen a estos desfalcadores y se niega a revelar los nombres de los comprometidos en hechos dolosos. Igualmente, es ese presidente arrastrado quien, al lado de otros como él, procura aplicar sanciones económicas al pueblo de Venezuela, simplemente para cumplir la orden imperial.

Sorprendentemente ninguno de esos países retiraron sus embajadores de Israel como señal de protesta por la masacre Netanyahu contra Palestina. Tampoco ningún jefe de estado solicitó aplicar sanciones al gobierno sionista de Israel que desde hace años viola descaradamente los derechos humanos de un pueblo que lucha por conquistar sus tierras arrebatadas. La orden imperial nunca llegará, cosas de la hipocresía imperial.

Quizás Europa asumió su papel de colonia de los EEUU y siempre está a la espera de sus órdenes para cumplirlas. Sin embargo, algún día sus pueblos despierten y descubran que un continente rodeado de centenas de bases militares gringas dejaron de ser independientes. La UE se convirtió en el brazo económico de las grandes corporaciones financieras y de las industrias globalizadas, además se transformó en un componente militar de la OTAN. Todavía espero que la América Central y Suramérica sea un mundo de esperanza donde las riquezas provenientes de la tierra se utilicen en el beneficio del pueblo y no para engordar las cuentas bancarias de las grandes corporaciones internacionales y de las de la oligarquías criollas, siempre a la disposición de lamerle las botas a los poderosos. Por eso debo recordar las palabras de Simón, en una carta a Mariano Montilla en agosto de 1829, a un año ante su despedida: "Si la América no vuelve sobre sus pasos, si no se convence de su nulidad e impotencia, si no se llama al orden y a la razón, bien poco hay que esperar respecto a la consolidación de sus gobiernos; y un nuevo coloniaje será el patrimonio que leguemos a la posteridad". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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