Magnicidio y Guerra de las Galaxias

¿Alguien duda que el ataque magnicida del 4 de agosto fue una operación internacional? Quien lo haga es un desinformado o un cómplice pasivo del terrorismo, aunque no lo sepa. Financiado desde Estados Unidos y preparado en Colombia, el magnicidio frustrado solo se puede explicar ubicándolo en el contexto de la situación geopolítica global ¿Es el problema de Estados Unidos que Venezuela tenga las importantes reservas de recursos naturales que se conoce? Eso es parte del cuento pero no todo el cuento, porque además la potencia del Norte ve a Venezuela como parte de una disputa por el poder que abarca, en lo cercano, a América toda, y en lo extendido al planeta entero.

En América, al sur del Río Bravo, se desarrolla una dura disputa entre dos tipos de fuerzas fundamentales. Por un lado están las fuerzas que representan las políticas neoliberales, todas aliadas de Estados Unidos, y por el otro las desconcertantes fuerzas que se reúnen en lo que podríamos llamar "progresismo", a falta de alguna denominación apropiada. Desconcertantes porque son fuerzas que carecen de un programa político común en lo que se refiere a la visión de la sociedad. De las que detentan los gobiernos entre estas últimas, una parte comparte casi todas las generalidades, como Bolivia, Cuba y Venezuela. Otra parte está cerca pero no adosada, allí entrarían Nicaragua, El Salvador, pronto México, con López Obrador. También en ese combo de afines están algunos países caribeños y las fuerzas izquierdistas de Argentina, Brasil, Ecuador y Uruguay. Pero todas estas manifestaciones tienen un par de cosas en común: son fuerzas nacionalistas, que se oponen en distintas medidas al hegemonismo de Estados Unidos y apuntan a promover la idea chavista de un mundo multipolar. Y también son contrarios, igualmente en distintos grados, a las recetas neoliberales.

En ese contexto, la tendencia progresista es mucho más fuerte que la neoliberal, a pesar de que esta última ha obtenido algunas victorias circunstanciales. Pero se sabe que en Argentina y Brasil los gobiernos de derecha no las tienen todas consigo y se ven enfrentadas a las combativas reservas de la izquierda, mucho más cohesionadas y animosas, mejor dispuestas para esta ardua batalla contemporánea. Las fuerzas del progresismo están viviendo partos parecidos a los que experimentaron los patriotas americanos durante las guerras de independencia. Son ellas las que marcan el ritmo de los tiempos, en medio de victorias y derrotas, avances y retrocesos, marchas y contramarchas, y de múltiples contradicciones internas, divisiones y otras debilidades. Pero el signo del siglo es la decadencia imperial y las luchas de los pueblos de América son catalizadores de esa caída. La independencia americana del siglo XXI es inevitable, como lo fue la del siglo XIX. De manera que Estados Unidos y sus aliados se baten con furia en este continente para tratar de evitar lo que no puede ser evitado, y es ahí donde entra el foco que está puesto en Venezuela.

Venezuela es importante no tanto por su modelo social, que es muy interesante y novedoso, y también relativamente errático y bisoño, con las fuerzas progresistas del país intentando aprender como desenrollar el complicado ovillo de la transformación. La principal preocupación del imperialismo con respecto a nuestra Patria tiene nombre y apellido: Hugo Chávez. Piensan los terroristas que matar a Maduro es matar a Chávez, es decir al chavismo, a esa "plaga" de independencia que se regó en el continente como pólvora, a ese espíritu rebelde, respondón, indomable, irreductible, que no se rinde ni se arrodilla.

Pero además el imperialismo está viendo a esta América irredenta como una pieza decisiva en el rompecabezas de la crisis global. Por eso ya responde, junto a sus aliados, queriendo banalizar el crimen del 4 de agosto, negarlo, desconocerlo, tergiversarlo. Y también desviar la atención del hecho arreciando sus ataques y sus agresiones.

Véase todo lo que ha hecho la derecha después del 4 de agosto: internamente, pretenden victimizar a los victimarios. La AN en desacato ha "denunciado" que el Gobierno está destruyendo las evidencias del caso. Así, el parlamento de la derecha trata de deslegitimar por adelantado cualquier resultado de las averiguaciones y tacha de ilegal el allanamiento de la inmunidad parlamentaria de los diputados implicados.

Simultáneamente, la ex fiscal Luisa Ortega Díaz presentó en Bogotá ante el llamado "Tribunal Supremo de Justicia en el exilio" una declaración de una supuesta publicista, Mónica Moura, en la que asegura que el presidente Nicolás Maduro estuvo involucrado en un caso de corrupción con la empresa Odebrecht (junto a otros videos presuntamente incriminatorios del Presidente venezolano).

Ayer mismo se anunció que un juez federal de Estados Unidos autorizó la incautación de Citgo Petroleum Corp por una deuda del Gobierno de Venezuela con la empresa canadiense Crystallex International Corp, un fallo que, según asevera el periódico ultraderechista Wall Street Journal, podría desencadenar una carrera entre los muchos acreedores que Venezuela no habría honrado y que pudiera arrebatarle el control de su único activo estadounidense que se puede aislar.

Por otra parte, la embajada de Estados Unidos en Venezuela manifestó a través de su cuenta en la red digital Twitter que la solución a la situación que padece Venezuela "es restaurar la gobernabilidad con prácticas democráticas", añadiendo que "Una solución duradera para la creciente crisis en Venezuela solo puede surgir luego de restaurar gobernabilidad con prácticas democráticas, el estado de derecho y la observancia de libertadas humanas fundamentales".

Todo este cúmulo de acciones políticas tiene como finalidad sacar del centro mediático el magnicidio frustrado, para hacer que la gente vuelva a la "normalidad" (es decir, a la zozobra y la desconfianza inducidas) y se olvide del horrendo crimen terrorista, que tenía como objetivo ulterior promover una conmoción social, inclusive sangrienta, que justificara la intervención foránea.

Como envoltura de todas estas acciones, ayer también se anunció que el próximo domingo (12 de agosto), el secretario de Defensa de Estados Unidos y jefe del Pentágono, James Mattis, iniciará una gira por varios países de América Latina, con el fin de "fortalecer lazos" con países del continente. Mattis visitará nada menos que Brasil, Argentina, Chile y Colombia, cuatro importantes fichas en su conspiración contra Venezuela.

Por supuesto, todo esto tiene que ver con la disputa por la hegemonía global, como he dicho. Como será de preocupante la desesperada carrera de la ultraderecha imperial para tratar de conjurar los desastrosos efectos de su crisis estructural, que ahora se aparece con un anuncio de dimensión apocalíptica: el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, declaró que habrá una nueva normativa que establecerá los pasos exactos a tomar para la creación de un Ejército dedicado a la seguridad en el Espacio, un escenario que, según dijo, ya se ha convertido en un "nuevo campo de batalla". Para ello, dijo Pence, el Gobierno ha dado instrucciones al Capitolio para que destine 8.000 millones de dólares en los próximos años, con el objetivo de que esta nueva rama del Ejército, que será la sexta de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, pueda estar operativa en el año 2020.

Es en medio de este plan espantoso contra la Humanidad, que se debe ubicar el magnicidio frustrado internacional contra Maduro y otras altas autoridades del Estado. Por eso en este terreno solo cabe estar unidos para defender la Patria, que es una manera de defender a toda la especie humana.



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Néstor Francia


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