Hablar de privatizar PDVSA en las circunstancias actuales es riesgoso e inconveniente. Entendemos y aclaramos que no es posible tampoco explotar todo su potencial por nuestros propios medios, dada la manera irresponsable en la que ha sido manejada, sin embargo, mayor seria el daño que el beneficio de proceder a su privatización en masa (total), en la condición prevaleciente de anarquía en la que se encuentra el país, su sociedad e instituciones. También entendemos y aclaramos que en realidad es muy probable, que por la vía del irresponsable desmembramiento financiero y autodestrucción a que ha sido sometida desde 2007/2008, ya resulta prácticamente inevitable privatizar alguna porción de sus activos.
Todo apunta a que se ha ido violando a cuenta gotas la legislación vigente, al haber entregado a capitales privados, una porción cada vez mayor de acciones en algunas de las empresas mixtas y otros activos aguas abajo.
- Puede alguien asegurar que el producto de esos ingresos ha beneficiado al país y a su gente, o más bien a algún grupo partidista en particular?
- Quien puede asegurar que ese resultado no seria el mismo en lo adelante?
Desde que el petróleo es conocido en Venezuela, el tiempo ha visto pasar de largo la esperanza del deseado beneficio económico sostenido de dichos ingresos, en la elevación del nivel de vida del Venezolano. Por el contrario, se ha multiplicado la pobreza y se han beneficiado vulgarmente unos pocos. Nos han saqueado nuestras riquezas. La industria se ha descapitalizado y acelerado su destrucción a través del saqueo interno de sus recursos, de sus activos y de su infraestructura, hasta desembocar en la PDVSA de hoy, donde la corrupción, el clientelismo y la inmoralidad hecha esencia conviven en su hábitat habitual.
Pero el mal siempre ha estado allí, tanto en la llamada PDVSA azul (meritocratica), como en la roja rojita. Algunos han tratado de minimizar la corrupción que siempre ha existido allí dentro. No existe corrupción buena, ni corrupción a medias. Es como el dicho de la mujer medio preñada. Sencillamente el término medio corrupto no existe.
Esa PDVSA recién "nacionalizada" dio algunos buenos resultados que merecen reconocimiento, como también lo merecen algunos de sus directivos que tenían y mantenían un perfil corporativo de excelencia y dedicación; lo mismo aplica para la PDVSA recién salida del sabotaje petrolero de 2002. Sin embargo, pasado solo un lustro y a partir de 1981, ya no todo era allí color de rosa; ya se cuajaba el germen de la incompetencia y corrupción. A mi me consta; nadie me lo contó. Recuerdo con claridad casos como el de un fornido presidente de Intevep recién fallecido, que donó dineros de la nación a la Universidad de Oklahoma entre 1989 y 1991 en la cantidad de US$100.000 por Motus propio, estando yo por casualidad allí en Oklahoma. Casos de traición a la patria como el de los "petroespías" que ocasionó perdidas al estado aun por cierto no cuantificadas; porque?
Recuerdo el uso de dineros y recursos de la industria para pagar gastos de boda de hijas de altos directivos de la "meritocracia", o casos de promoción de individuos hacia cargos de alto nivel, tan pronto contrajeron matrimonio con hijas de entonces directivos y cuyos nombres guardo en mi poder. Casos de extracción de crudo no declarada en occidente en volumen cuantioso. Casos de rapiña de equipos de la industria para uso personal. Casos divorciados de la moral y la ética elemental en la jaula de las locas en Lagoven y Maraven (droga, orgías y perdición dentro de las instalaciones de la industria); caso este por cierto que condujo al extraño deceso de algún elemento de Maraven; específicamente de recursos humanos.
El "representante insignia de la meritocracia"; L. Giusti llevo a PDVSA en 1998 a obtener el record del menor ingreso neto jamás registrado en la historia de PDVSA de unos US$663 millones, en medio de una criminal expansión del gasto. Record por cierto increíblemente vigente. Durante la gestión de G. Lameda entre 2000 y 2002 la producción se desplomó desde 3.25 @ 2.83 MMBD, con una caída acumulada superior a 420.000 B/D, mientras que la ganancia neta se redujo en más del 50% de unos US$7.200 millones en 2000, a menos de US$2.590 millones en 2002. Claro está, antes no existían los "smartphones", el Internet no estaba masificado y por ende la velocidad de difusión de las noticias era limitada, amen de que la cúpula de PDVSA y sus filiales estaba en esencia muy ligada al entorno del poder mediático nacional e internacional.
No se trata de ocultar el sol con un dedo al querer enmendar el desastre que atraviesa la industria desde 2007/2008 vociferando estas cosas, pero tampoco se trata de ocultar la realidad de ese país y de esa industria adornando las cosas de manera ligera. No existe desastre bueno ni desastre malo; tampoco corrupción a medias y eso tenemos que aprender a madurarlo. Mientras se continúe queriendo ocultar o disfrazar las cosas por favorecer grupos, opiniones personales o pareceres subjetivos, ese país va a seguir por la misma senda y el mismo patrón torcido por ese nefasto pasado que lo persigue.
A Venezuela hay que reinventarla, pero de fondo y de forma, sin imágenes preconcebidas y sin héroes de pacotilla.
Hay quienes hablan de privatizar el recurso y la industria como la panacea. Pareciera que sencillamente no conocen al país, su gente, ni sus instituciones. Parecieran no tener noción del tiempo, ni del espacio y definitivamente no tienen la menor idea de lo que realmente se requiere para verdaderamente "aprender" a sembrar ese petróleo, para el beneficio de todos y no para el ilícito enriquecimiento de algunos pocos.
Para esa condición-país prevaleciente, se trata del planteamiento dicotómico entre un desarrollo económico basado en el conocimiento y la consolidación social, versus un desarrollo económico basado en la depredación globalizada de una economía y de una sociedad sin principios, ni valores, sin instituciones y sin amor patrio. Las condiciones para privatizar PDVSA y esperar resultados favorables para Venezuela no están dadas ahora, ni tampoco lo estarán en el futuro cercano. Resulta contradictorio hablar de privatización y siembra del petróleo a la vez, ya que son conceptos que bajo las circunstancias-históricas-país no "coalecen"; no se integra entre si. De ese concepto solo ha salido corrupción, endeudamiento, dependencia, fuga de capitales y más pobreza, con la mera excepción de los años de gobierno de Marcos Pérez Jiménez y quizá aunque en mucha menor cuantía de Raúl Leoni.
Bajo el supuesto de un eventual cambio de gobierno que garantice cierta estabilidad en el ámbito político y quizá el acceso a cierto nivel de experticia, bienes y servicio, el país no dejaría de estar totalmente huérfano y desatendido en cuanto a sus instituciones, cultura y sociedad de la noche a la mañana. El peso de esos elementos aseguraría una clara desventaja y un seguro fracaso a cualquier intento de negociación en masa que involucre exponer los cimientos fundamentales de la cadena de valor de nuestra industria, a la masacre que produciría la opción planteada de la privatización.
Irak luego de la invasión y saqueo a que fue sometida por potencias occidentales, no ha revisado, ni invertido en incorporar nuevas reservas; menos en rescatar su infraestructura. Se estima que las reservas aun por descubrir dupliquen los niveles actuales. La economía de Irak entre 1960 y 1980 alcanzó un crecimiento del PIB real del 8% y un 4.8% per capita; uno de los más elevados en el mundo en esos 20 años. Desafortunadamente, la invasión causó destrozos por el orden de los US$250 billones, proyectando el deterioro y retroceso del PIB a menos de US$9 billones en 1995. Irak hasta el momento, no ha vuelto a recuperar el crecimiento previo a la invasión de parte de fuerzas occidentales, por el contrario, se ha sumido en pobreza y despiadada destrucción, aun a pesar de sus ingentes riquezas en recursos naturales y de la masiva inversión y privatización foránea. Con la guerra del golfo y el embargo financiero, su economía se fue a pique en caída libre. Muchos pensaran que la guerra de Irak y ulterior invasión fue producto de la decisión de atacar Kuwait, sin embargo las razones de tal decisión subyacen en la silenciosa extracción de ingentes recursos hidrocarburíferas iraquíes de forma ilegal, silenciosa y de larga data, desde campos vecinos limítrofes kuwaitíes.
Del total del crudo producido por Irak, entre 85% y 87% proviene de contratos de servicios con empresas foráneas mayormente localizadas hacia el sur; en Basra, hacia la frontera con Kuwait. Tristemente para Irak, Basra es una de las regiones ("governorate") de donde proviene la mayor porción del crudo producido en ese país y es también precisamente la más destruida, la más descuidada y la más azotada por la pobreza.
Irak es claro ejemplo de inversión foránea en masa y en un considerable volumen, pero inversión fallida, dirigida a la flagelación y saqueo de su sociedad, de sus recursos y de su soberanía. Países como Venezuela e Irak, ricos en recursos, pero hambrientos de dinero, huérfanos de principios y valores, con una sociedad indolente, inconsciente, divorciada de la cultura, de la educación y de la disciplina, con unas instituciones altamente cuestionables y sin un concepto arraigado de soberanía desde las esferas civiles, políticas y militares, no pueden pensar en privatizar recursos vitales como ciertos minerales estratégicos, el petróleo y el gas.
Deben primero pensar en reinventarse desde adentro, máxime cuando desde las altas instancias políticas y militares, se utiliza la riqueza de todos como medio de subsistencia y perpetuación de sectas y partidos políticos y no como medio de impulso de nuestra patria y sociedad. En palabras llanas, privatización sin instituciones, cultura y patriotismo es sinónimo de corrupción, destrucción y mayor dependencia.
Muchos citan el caso de Aramco y Arabia Saudita (KSA). Pero esos son casos mutuamente excluyente y diametralmente opuesto a los de PDVSA y Venezuela. Aramco es una empresa reconocida y respetable, sincronizada, capitalizada, con relación potencial reserva mayor al 1%, con una fuerza hombre fortalecida tecnológicamente, con una cultura de seguridad higiene y ambiente madura y arraigada. Arabia Saudita es un país serio, rico y respetado, donde las leyes son rígidas y su aplicación es severa e incondicional, donde las instituciones y su sociedad están orientadas y enfocadas a la protección de su país y de sus intereses. Nada que ver con la Venezuela de hoy.
De llegar a proceder la tesis de la privatización en la circunstancia actuales-país, lo único que prosperaría serian las cuentas bancarias de los intermediarios, mientras que el país y su gente seguirían el mismo camino de destrucción y dependencia ya recorrido; solo que más empinado. Antes de pensar en privatizar nuestra industria petrolera, Venezuela debe "reinventarse". Su sociedad debe internalizar su verdadero rol en la reconstrucción del país, prepararse, culturizarse y educarse, dejar de reposar sobre el estado y comenzar a contribuir y trabajar para su arraigo y valorización. Para rescatar PDVSA se debe comenzar por profesionalizarla, por racionalizar su estructura, reenfocarla y realinearla hacia su negocio natural, rescatar su esencia moral y ética, su imagen y disciplina. Es solo desde allí, desde ese tren de acciones iniciales, desde donde partirán las grandes directrices para su exitoso relanzamiento y reinvención. Quizá entonces se podría pensar en iniciar la privatización de algunos de sus segmentos o negocios.