Si algo útil podríamos comentar nosotros los venezolanos de bien, en estos momentos al respecto de la bestial agresión imperial del emperador Trump contra nuestro esforzado pueblo, es el haber deslastrado en mucho -aunque todavía nos falta mover los remos a ese respecto – a la revolución bolivariana de tanto agazapado (que hacían desde adentro trabajo de zapa para intentar tumbar a Maduro) pero ahora somos más fuertes a lo interno.
Hoy somos una revolución más sana, menos contaminada y eso debemos traducirlo en más fortaleza, en eficiencia, y desde luego en mayor toma de conciencia.
El carácter abierto de este planteamiento no obstante es una endija para lo relativo, es decir, algo no acabado; que Bolsonaro anuncie pretender destruir al pueblo venezolano y al pueblo cubano es como querer subir un palo ensebao pero ni siquiera que él unte sus manos y sus pezuñas con cenizas de la MUD podrá llegar al tope; ¡qué se olvide de ese espejismo!
El capitalismo es una calamidad para todos los pueblos de este mundo y un goce para las élites chupasangres tal que éstas convierten a engendros como Bolsonaro y, como a Duque también, en mercancías intercambiables por otros como Temer y como Uribe, respectivamente, por lo que es recomendable que ese tipo, Bolsonaro, repiense como sujeto de la historia (ser presidente el gran Brasil) en vez de como objeto, trapo sucio del imperialismo, si él quiere estar de pie para bien del hermano pueblo brasilero.