Cuando alguien desea insultar o cubrir de improperios a otra persona, por lo general se recurre a algunas especies de “animales inferiores”, como por ejemplo perro, burro, mula, hiena, buitre, zamuro, rata u otros, que una “mente creativa” utiliza para zaherir a su enemigo. En verdad, tal ejercicio es un desconocimiento de nuestros compañeros de medio ambiente, dado que aquellas especies distan mucho de aquello de lo cual quiere acusar a su adversario. Es conocido por todo de la fidelidad e inteligencia de los perros, de la capacidad de trabajo el talento de los burros y de las mulas, del concepto de solidaridad de una manada de hienas, del favor que la hace el buitre al medio ambiente al comerse la carroña, entre tantas virtudes que poseen aquellos seres con cuyos nombres se suele utilizar para afrentar de nuestro semejantes.
A medida que los animales fueron “evolucionando”, pasado millones y millones de años, pareciera que fueron perdiendo ciertas facultades derivadas del instinto, hasta legar al homo sapiens que culminó en lo que los eruditos llaman “seres racionales” caracterizados por su inteligencia. Ciertamente, no voy a dudar de aquellos juicios emanados por mentes preclaras, pero cuando analizo concienzudamente y con calma el comportamiento de los seres humanos se me siembra en la pensadora ciertos hechos que me permiten poner en tela de juicio todo aquello que nos hacen ver como seres superiores. Si lo dudan, hice un resumen de una serie de conductas propias, no de los “animales irracionales” sino de los seres humanos, es decir, de los “animales racionales”.
Solo los seres humanos y no los “animales inferiores” exhiben uno o más de uno de los siguientes comportamientos: avaros, egoístas, envidiosos, idiotas, terroristas, torturadores, fementidos, mezquinos, flojos, homicidas, crápulas, depredadores, despiadados, ladrones, borrachos, sádicos, maliciosos, cobardes, traidores, infieles, testarudos, proxenetas, adulantes, hipócritas, malversadores, mentirosos, sicofantes, drogadictos, mediocres, fastidiosos, presumidos, exhibicionistas, canallas, chulos, viles, indolentes, saqueadores, piromaníacos, desfachados, tratas de blancas, insidiosos, patanes, desgraciados, violadores, esclavistas, explotadores, racistas, narcotraficantes, irresponsables, antropófagos, farsantes, delincuentes, estafadores, verdugos, aberrados sexuales, mantenidos, degenerados, insolentes, mal hijo, crueles, chismosos, tarados, corruptos, timadores, protervos, insinceros, rastreros, mediocres, pendencieros, lambucios, sumisos, impacientes, necios, repugnantes, odiosos, lascivos, groseros, asquerosos, alcahuetes, zánganos, pederastas, derrochadores, tiranos, malvivientes, cobardes… Al anterior florilegio el lector le podrá agregar otros que no están en el archivo de mi memoria.
Algo curioso, a ningún animal de la especie inferior se le puede atribuir un solo comportamiento de los señalados en acápite anterior, sin embargo algunos seres humanos no dudan en exhibir con orgullo más de una de estas malas conductas. Parece ser que el los animales en la medida que fueron evolucionando, hasta convertirse en lo que se conoce hoy como el homo sapiens fueron desarrollando y conservando algunas desviaciones que solo sirven para atentar contra sus semejantes.
Lo lamentable es que tales conductas no son propias solo de las personas sin estudios elementales o superiores. Lo asombroso de todo es que académicos, profesionales universitarios, científicos, hasta premios nobeles son presas de estos comportamientos. Es bueno recordar que son los egresados de prestigiosas universidades los que inventaron e inventan bombas atómicas y artilugios mortales (asesinos), así mismo son los aviadores egresados de academias militares los que lanzan misiles sobre una población civil (homicidas), del mismo modo son lo químicos los que trabajan en los laboratorios donde se prepara diferentes tipos de drogas, no solo de cocaína sino también en los famoso laboratorios donde se inventan todos tipo de narcóticos que crean adicciones.
Juzgo, según lo leído, visto y experimentado en carne propia durante muchas juventudes acumuladas que la historia nos entrega una muestra de lo que son capaces los seres humanos, es decir la “inteligencia superior” para obtener beneficios personales o de un grupo. Es inconcebible que existan seres humanos capaces de matar a mansalva miles de personas inocentes y pareciera que tal acción no le hace mella en ninguna parte donde se resguarda la piedad o el sentimiento. Un presidente de EEUU ordenó (1945) el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre dos ciudades japonesas donde murieron más de trescientos mil personal en un intervalo de tres minutos y pareciera que este magistrado no le quedó ningún remordimiento. Tampoco lo experimentaron los aviadores encargados de tal vil acción. Para esto pasaron millones de años, esto es lo que los eruditos llaman evolución de las especies.
En el siglo XX fueron los presidentes tanto de EEUU como los de Europa lo que llevaron a un caos la humanidad y la mayoría ellos egresados en prestigiosas universidades quienes emitieron las órdenes de guerra, al igual que los congresos conformados por nobles de la alta sociedad y académicos lo que aprobaron tal mandato. Fueron estos, en condición de homicidas los que masacraron pueblos enteros y destruidos naciones en nombre de la “democracia y la libertad”.
La evolución de los animales para llegar al homo sapiens, es algo extraña, pareciera que se desarrollaron para destruirse entre ellos (homicidas). Las especies “irracionales” progresaron para devastar el ambiente (insignes depredadores), para aplicar sanciones económicas sobre otros estados (verdugos), para explotar a los obreros (esclavistas), robar el erario público (malversadores), beneficiar solo a la clase dominante (racistas), atropellar las naciones más fuertes a las más débiles (pendencieros), despojar de las riquezas naturales a otras naciones (ladrones)…No imagino hasta dónde evolucionará nuestra especie inteligente.
Venezuela no está exenta de algunos “animales racionales” que se destacan en su quehacer político. Parece, que al igual que las especies de las naciones europeas y de EEUU dan prueba de su “progreso”. Desde hace veinte años los naturales y los extranjeros radicados en este país han comprobado, no sin estupor, de lo que son aquellos capaces. Juzgo que seres como Borges, Guaidó, Gabi Orellana, María Corina Machado, Guevara, Requesén, Del Vechio…, se consideran que están por encima del bien del mal. Que son súper hombres y súper mujeres con licencia para cometer todo tipo de tropelías y delitos sin que exista autoridad que les pare el trote. Si revisamos las malas conductas de estas personas, a las que me refiero en el tercer párrafo de este artículo, el lector advertirá que entre ellos se destaca más de uno de tales comportamientos: son asesinos, rastreros, indolentes, sumisos, racistas, insolentes, patanes, saqueadores, protervos, mentirosos, malversadores, hipócritas, canallas… entre tantos de los que se les puede adjudicar. Son estos individuos los que aspiran llegar el poder por la vía del golpe de estado, apoyados por una crápula de la derecha internacional, perores que ellos, cuyo uno interés es robarse las riquezas de nuestra patria. Es tal el talante de estos aberrados que concibieron para sus compatriotas, junto con otros iguales a ellos, unas sanciones económicas y un apagón eléctrico provocados desde el exterior, sin importarles los sufrimientos de sus semejantes. Una prueba de la “evolución de las especies”.
No cabe duda que la paz es más barata que la guerra, no se necesitan gastos en armas ni en tropas, solo se necesitan hombres y mujeres con cierta sensibilidad que haga posible la convivencia y la solidaridad de unos y otros. Bien la afirmó el titán de la libertad, el gran Simón, en su misiva a Tomás Heres en 1824: “Somos hombres; y debemos emplear la razón antes que la fuerza”. Lee que algo queda.