El interino, me recuerda a Juan Hilario

Cuando veas un gigante,

examina antes la posición del sol,

no vaya a ser la sombra de un pigmeo.

Novalis

El interino se ha convertido, desde el 23 de enero en el mejor mandadero en todo el historial macabro de los gobiernos estadounidenses. La abortada pieza, fue preparada en los mejores laboratorios mediáticos del imperio, Apenas se autoproclamo empezó con su pasito tun tun, queriendo imitar al número 44–Barack Obama– de la lista de presidentes de los Estados Unidos; más pitiyanqui ¡Imposible! Pero no puede ocultar una falla en el funcionamiento de su cerebro; parece un autómata cumpliendo los mandatos de su ejecutor.

Todos los chips para el maniquí, le llegan por medio de unos servidores muy dañados, después de una pasantía por otros países, donde dejaron sembrado el terror, la desolación y muerte. ¿Qué puede decir Elliott Abrams, al estar manchado de sangre? ¡Nada! Además, los otros asistentes del pistolero de la Casa Blanca: Pompeo, John Bolton, y Mike Pence, lanzan serias advertencias, si llegan a tocarle la figurilla del frustrado usurpador–aun, cuando están claro de sus debilidades– sabiendo que no es fácil conseguir a una persona tan manejable, faltándole poco para guardarlo en la bóveda de un banco todas las noches, y buscarlo en las mañanas para plantarlo en cualquier esquina, donde descargue sus cantaletas; después pasarlo recogiendo, como cualquier títere, desarmarlo, y guardarlo nuevamente.

La principal tarea del imperialismo, y sus manipuladores de ofició es convertirlo, desde el mismo momento de su autoproclamación en un "gigante" antes la opinión pública, al estilo de las películas "rambo" o "terminator" y a la vez tratar de exprimir la moral de Nicolás Maduro, quien se mantiene incólume antes la tempestad desatada, enseñándole a su pueblo el camino para que salga a pedir justica, y luchar por la paz. Tan es así, que el vampírico de Elliott Abrams, sabiendo que todos los argumentos expresados contra el Presidente, no surten el efecto deseado, salió con una patraña tan risible, como si estuviéramos oyendo algunos traidores de la patria: ¡Maduro está acabando con el legado de Chávez!

Sin embargo, cada día el autoproclamado empieza a dar muestras de fragilidad tan parecidas al personaje de la leyenda "El silbón". El mismo Juan Hilario, cuando en medio de la oscuridad, y atrapado por el miedo al conseguir solo, le lanza garrotazos a la sombra; no quedándole otra: los gritos desesperados ¡No me dejen solo! ¡No me dejen solo! Porque antes tantos fracasos, siente los pasos de la verdad, y de una patria, que no está dispuesta a rendirse al imperialismo, y sus lacayos.

 



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Narciso Torrealba


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