Amarren el loco de Donald Trump

El haber vivido tantos años me enseñó que todo lo que parece no es, así mismo, todo lo que es, no es lo que parece. Esto lo afirmo porque una persona que camine por cualquier calle de una ciudad se consigue con otro parecido a él, sin pensar que tal individuo pueda ser no tan normal como lo parece. Podría ser un ser bipolar, esquizofrénico, sicótico, un(a) depresivo(a), un obseso-compulsivo, un(a) disociado(a), un parafílico, un maniático sexual, un sicópata, un paranoico, un fanático, un maníaco-depresivo, en fin un sujeto que podría sufrir de un cuadro malsano que solo puede ser prescrito, luego de serios estudios, por un especialista en siquiatría. Y pensar que tales sujetos caminan libremente por las aceras de las ciudades o manejando un automóvil, sin ningún papel que los identifique como desequilibrados. Es decir parecen normales pero no lo son.

Del mismo modo nos ponemos en contacto con un ejecutivo de empresa, muy bien trajeado, con un buen automóvil, una lujosa oficina, un celular de última generación, un reloj rolex en su muñeca y al poco tiempo los vemos retratado en la prensa como un golpeador de mujeres, o como narcotraficante o como jefe de una pandilla de secuestradores. Es decir, aquellos que se comportan de una manera no son lo que parecen.

Quizá en la vida diaria tales comportamientos tienen exigua peligrosidad, no así cuando tales conductas desquiciadas la asume un político y mucho más, en el caso de un jefe de gobierno. Los ejemplos sobran y la historia nos deja numerosas crónicas de reyes con ciertos toques de locura que se les desató una vez que llegaron al ejercicio de sus funciones. Así, por ejemplo, tenemos a la emperatriz Ana de Rusia, Jorge III de Inglaterra, Carlos VI de Francia, Ludwig ll de Baviera, el sultán Ibrahim I, Calígula y Nerón de Roma, entre tantas majestades que su genética o sus debilidades los(as) condujeron a una vida alejada de la realidad, cometiendo las chifladuras propias de estos estados de ánimos. También debo descartar a ciertos dictadores que la prensa los vendió como locos, entre ellos Faruq de Egipto, Ne Win de Birmania, Jean Bedel de Bokassa, entre tantos que los medios internacionales los reseñaron como enajenados. Venezuela conoció del caso de un candidato presidencial que no pudo presentarse a las elecciones (1945) por una enfermedad mental. Se trata del diplomático Diógenes Escalante, candidato del PDV (Partido Democrático Venezolano).

En fin, la locura se ha asomado en la política mundial con consecuencias nefastas. El problema de los casos de demencia en la política es que por lo general esta se descubre cuando el loco está en el ejercicio o al final del poder. Es conocido por todos que Adolfo Hitler llegó al poder por vía electoral, tal como muchos de los presidentes europeos de la época. Lamentablemente el estado de salud mental del jefe del partido Nazi se descubrió después de las grandes calamidades sufridas por el mundo, resultado, en parte, de sus extravagantes desvaríos. Diagnosticaron los especialistas de las enfermedades del coco que el jefe teutónico padecía de psicopatografía, un extraño trastorno mental que incluía histeria, psicopatía, megalomanía y esquizofrenia paranoide. Quiere decir que el canciller alemán de la época, quien llegó a la cancillería por la vía democrática, era loco de bola y fue este temerario demente quien persuadió a millones de alemanes intelectuales, obreros, estudiantes, amas de casa, a hombres y mujeres de otras naciones, que lo que él representaba era los más conveniente para solucionar la crisis económica que arrastraba la vieja Europa.

Yo pensé que esos tiempos habían acabado, nunca creí que en pleno siglo XXI un psicópata megalómano como Donald Trump tuviera en sus manos la conducción del imperio más nefasto que se haya conocido en toda la historia de la humanidad. Algunos lectores pensarán que lo anterior son solos palabras sin sustento. Pero sobre la conciencia (si es que la tiene) de este rubicundo roñoso pesan unos cuantos millones de muertos. Tanto en el medio oriente como en otros lugares del planeta. Un presidente que abre diversos flancos para pelear con los jefes de estados de otras naciones no debe estar en sus cabales. Así se tiene que Rusia, China, Irán, Libia, Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, Palestina, Yemen, entre algunos los países, se ven amenazados asiduamente por la ira sicosomática del colorado. Este bicho con dinero incita a otros gobernantes a poner presos a empresarios extranjeros que están compitiendo de manera legal con las empresas de EEUU violando, de forma descarada, las normas del libre mercado. Así mismo confisca bienes y propiedades (contrariando los valores del capitalismo) de otros países que hacen presencia en EEUU, secuestra niños refugiados provenientes de Centroamérica y los encarecerla en jaulas separándolos de su familia. Así mismo, realiza redadas en maza de emigrantes, no acata las resoluciones de los organismos internacionales porque atentan contra los intereses de USA. Aplica de forma ilegal, a diestra y siniestra, sanciones económicas, boicots financieros. Al mismo tiempo, amenaza con lanzamientos de misiles y de bombas nucleares como si fueran granadas de mano. Aplica aranceles para destruir la economías de otras naciones, se comporta como policía mundial emitiendo leyes extraterritoriales que deben ser cumplidas bajo chantaje, construye muros que violan las normas más elementales del derecho internacional, emite declaraciones racista que incitan a perpetrar crímenes de odio y su alianza con la organización Rifle, contribuye a la venta indiscriminada de armas de fuego que está destruyendo la sociedad norteamericana. El actual presidente megalómano de EEUU se convirtió en el twitterman, un obsesivo que utiliza el twitter como mecanismo para gobernar al mundo desde un IPhone 7 o una tableta.

Si todo lo anterior no constituye elementos para hacer un estudio del estado mental de este misógino en funciones de jefe de estado, voy agregar otros más graves que constituyen una transgresión atrevida de los más elementales derecho humanos. Donald Trump está amenazando a millones de venezolanos a una hambruna tenebrosa y a una falta de asistencia médica por carencia de medicinas. La sed de lucro y el hambre por las materias primas de la patria de Bolívar condujo a ese magnate loco a declarar un bloqueo económico de gran magnitud. Hasta piensa aplicar una cuarentena para matar de hambre a millones de venezolanos y extranjeros residentes en este país. Consecuencia de este aislamiento las costas venezolanas estarían vigiladas por barcos de guerras y portaviones que impedirán la llegada de buques con cargamentos de productos de primera necesidad. Estos no podrán llegar a las mesas de nuestros connacionales. Al loco de Trump lo secunda una tríada de criminales con experiencia en guerras de extermino, como son Eliot Abrams, Pompeo y Bolton, cuyos prontuarios criminal dan fe de lo son capaces un grupo de esquizofrénicos en posiciones de poder.

Ciertamente, Trump es un loco peligroso, pero se convierte más peligroso aún cuando se consigue como subordinado a un ser anodino, sin ninguna convicción política y cuyo comportamiento raya en la estupidez. Se trata del lacayo Juan Guaidó, su hombre de confianza en Venezuela para apoderarse de los bienes del país. Un ser pueril que permanece callado ante todas las infelices declaraciones de su patrón Donald, sin objetar ninguna de las canalladas de este presidente anormal. Juan Guaidó es un seudopolítico que va pasar a la historia con el diagnóstico del peor gafo que actuó como "presidente encargado" sin poder, sin ejército y sin pueblo.

Espero que en este inopinado y cruel proceso por el que estamos pasando los venezolanos prive la sensatez y ante tantas tribulaciones el congreso de EEUU logre sacar de la presidencia a este anormal, quien por su megalomanía está conduciendo al mundo a una hecatombe. Espero que la ONU no tenga que enviar máquinas payloader para recoger, con sus palas mecánicas, los muertos en las calles de Carcas producto de la hambruna, igualmente, a los difuntos consecuencia de los bombardeos con los misiles y de los daños colaterales de una invasión del ejército de USA. Espero que la fetidez del miasma de la podredumbre no impregne el aire de nuestra hermosa capital y que los venezolanos podremos conseguir la paz de los vivos y no la paz de los difuntos que nos ofrece el canalla Juan Guaidó.

Venezuela es la patria legada por Simón de la Trinidad, Sucre, Miranda, Urdaneta, entre cientos de patriotas que lucharon y murieron construyendo una república para que viviéramos en una paz soberana y no en una paz sumisa. Pareciera que a los gobiernos neoliberales del mundo y a los oligarcas parásitos que aplauden al vende patria de Juancito Alimaña tiemblan ante un gobierno socialista. Por eso el humanista Villani una vez expresó: "Una gran república no puede tener paz. Si no tiene enemigos fuera, le crecen dentro". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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