Una cosa es que sea muy hablador y que parezca flojo, pero tiene tinte y una labia que espanta al más pintado que se meta en "Rebelión en la granja y en 1984 de Orwell" que lo contradice y como tal, "divertirse, cantar y bailar" no está prohibido para él y su mundo es otro mundo, nació a destiempo, muy diferente a Julio Borges y a Leopoldo López que junto a María Corina son un trío que acongojan a los que no los conozcan y, es que Guaidó es invencible y consiguió su granja a tiempo de Estados Unidos y 50 países más que lo aman por decir lo menos, su carisma no es tricolor sino multicolor, para él el tiempo no pasa, no es su enemigo, lo contrario de Maduro que ahora clama por una AN para dialogar y llegar a acuerdos, para que al fin este país marche y Guaidó no va a ser su escaparate, eso jamás, porque habrá otra AN paralela que se irá de largo hasta que Trump salga, si es que sale o, lo refiera Biden que lo mismo da como gringos persistentes.
Sale el sol y la brisa sopla y la mañana entra en la vida de Guaidó como un soñador indeclinable, inventó ser presidente y presidente, reconocido por los estados más importantes del mundo que, Rusia y China no le incomodan cuando levanta el pabellón nacional y canta el himno patrio en su auxilio y manos a la obra que, el dictador es otro, han de ver, pero de allí viene su valentía y al gobierno de Maduro le tapa los ojos cada vez que quiere y Trump no lo olvida como su pupilo de una América envuelta en emociones contradictorias como si el eje imaginario del pensar no existiera.
Bajarse de esa nube y cómo si sigue soñando en la Patria de Bolívar que desde la primaria no sabe de él y como guaireño navega en mares profundos, su estadía es para que lo abrace la Historia y, es que a Venezuela la ha deslucido a su gusto y como un enredador de artimañas ha crecido en el debate que no lo opaca, su sensibilidad mueve naciones, atrae multitudes, aunque Patricia Poleo lo dibuja mal, porque le cae mal y no la toma en cuenta, ni una bequita para tapar el calor, así son ellos oportunos como un brindis por la felicidad de su destino con cada quien en lo suyo que, quieren cosas no diferentes y no se mienten, pero se desesperan y el poder ahí. Eso no vale que desde todo punto de vista Guaidó existe y el poder no le cuadra, qué pasará que no pasa. O será que piensa descubrir la cuadratura del poder que algo es algo. ¿Será que Dios no lo oye, ni la CEV le da bríos reaccionarios que lo acerquen más a lo que ellos quieren, sudar sin trabajar por el chequecito mensual?
Por Guaidó hay que trabajar, hay que pensar, hay que mandar al coronavirus a fuñir a otros que los tiempos pasan y todo se disloca con un pueblo que lo ve y lo siente y hasta lo lleva en sus entrañas, pero no, lo cuadran y no arranca, tiene los pies de plomos y las ideas fluyendo como en carnaval sin máscaras y con postizo personal bien acomodado.
Guaidó es el ángel que cualquier nación desea, pero lo persignaron al revés desde pequeño y así se quedó desamparado de espíritu esperando por la voluntad popular que no le llega y su malestar de vivir en paz lo tiene de rodillas al imperio, imperio que sin luchar venció y ¡Alabado sea el Señor! Manos a la obra que ni Elliott, ni Pompeo han podido por más que han empujado mentiras siempre que han querido y han corrompido la psicología del saber, sigue varado, y tan buen líder que es, pero se lo ha tragado una oposición que no sirve ni coger prestado que, ni rema ni deja remar.
Guaidó tiene de todo, no tiene mala suerte, lo pusieron a coger lo ajeno y se corrompió y no quiere soltar lo que no es de él se vició y se alió a la agudeza de no entregar lo que nadie le dio y en ese concierto de afrentas vive, ayudando a destruir a Venezuela como mejor le parece y como no ha perdido el Norte sigue de pie enredando el papagayo de su existir, pero de que es líder es y de los mejores que de Maduro ha hecho su escudero no como Sancho, más bien como Trump.