Bush: ¿fracasó en su gira?

Si no somos capaces de sentir odio contra el imperialismo tampoco seríamos capaces de sentir amor por el socialismo. Si no somos capaces de aborrecer el mal nunca pudiéramos querer el bien. Si no fuésemos capaces de sentir repulsión por George Bush no seríamos capaces de sentir ningún afecto por Fidel o por Chávez o por Evo o por Correa, por citar algunos gobernantes vivos que llaman nuestra atención. Pero, hasta ahora, la historia humana, y en este caso la lucha contra el imperialismo y por el socialismo, no la deciden ni el odio ni el amor, ni el mal ni el bien como tampoco la repulsión ni el afecto, aunque sean elementos dignos de tomar en consideración en toda lucha social.

 Ningún análisis que se haga en la viva y apasionada euforia parcializada de un acontecimiento queda descargado de alguna fantasía que se entromete tratando de burlarse de algún elemento de su objetividad; ningún análisis que realicemos dejándonos guiar por el odio o el amor, el mal o el bien, la repulsión o el afecto dejando de lado la dialéctica de la realidad, queda descargado de esa parte de idealismo que nos puede hacer ver una pradera donde existe un abismo o un abismo donde existe un estero con sus senos mirando al sol cerca de los morichales que hacen vigilia para que las aguas lleguen límpidas a su destino. Muchos filósofos han terminado viendo la causa principal del mundo en el elemento que más les cautiva su subjetividad. Todo análisis, para que nos permita llegar a una conclusión correcta, debemos intentar hacerlo de la manera más correcto, más objetivo, lo más cercano a la realidad verdadera sin apasionamientos que nos distraigan – por emoción o por admiración- el alma o el conocimiento de la verdad.

 Si nosotros juzgásemos, por un lado, la reciente gira que hizo Bush por cinco naciones de América Latina exclusivamente observando con el lente del odio y del rechazo –expresado en las protestas físicas- que sentimos contra el imperialismo estadounidense y sus atrocidades en el mundo –del cual es él en este instante su principal vocero político- y, por el otro, por la simpatía y la admiración –expresado en las gigantescas manifestaciones de apoyo- que sienten los pueblos por Hugo Chávez Frías terminaríamos creyendo, plenamente convencidos y con razón irrefutable o inequívoca, fue un rotundo fracaso para Bush y un éxito total para Chávez. Ojalá –quiera Dios y quieran los pueblos así sea- llegase el día en que las protestas de repudio y rechazo a cualquier vocero imperialista o de gobierno títere del capitalismo salvaje no permitan que pisen suelo en ningún lugar del mundo, y tengan que salir en carrera fugándose para Marte, donde la naturaleza sabrá cobrarles para siempre sus crímenes, sus atrocidades y todos los sufrimientos que le han causado a la humanidad. Pero, al mismo tiempo, para los análisis actuales de la realidad internacional como de cualquier nación no podemos fundamentarlos rigurosamente en ese deseo profundamente humanitario.

 Sin duda, hasta el momento de hoy, ningún ser sobre la tierra es tan despreciado y repudiado como George Bush, el actual Presidente del más poderoso y criminal imperio que haya conocido la historia humana, y hay que incrementar el desprecio y el repudio contra él. Pero de ilusión no pueden vivir los ‘locos’ que al mundo quieren emancipar. Con todo el desprecio y el odio que el mundo sienta contra el imperialismo y sus voceros –imprescindible y hay que materializarlo y mantenerlo vivo- no pasan los medios de producción de la propiedad privada a la propiedad social, no se toma el poder político en las naciones ni del capitalismo altamente desarrollado ni en los países subdesarrollados, es decir, no nos emancipamos, porque la libertad será siempre una obra resultante de la lucha de clases y de la lucha de los pueblos contra sus enemigos y depredadores.

 La gira de Bush por algunos países de Latinoamérica hay que verla –en primera instancia para valorarla- desde el lente de la economía entre naciones y de la economía de mercado mundial, donde el etanol es sencillamente un elemento específico que no lo cubre todo ni lo es todo ni es lo esencial, porque Uruguay y Guatemala –por ejemplo- no podrían seleccionar suficientes hectáreas para sembrar caña o maíz destinados a la producción de etanol.

 Es imprescindible tener claridad que cuando se planifica y se realiza una gira de Bush por algunas regiones del mundo no se toman en cuenta –para el éxito de ella- la solidaridad como un elemento primordial para hacer verdadera la necesidad de justicia y libertad para los pueblos que se visitan, la disposición de convertir la ley del desarrollo combinado en un factor de fuerza productiva esencial para el desarrollo económico-social de las naciones subdesarrolladas y, mucho menos, en establecer un contacto directo con las muchedumbres de pueblos para expresarles que el gobierno de Estados Unidos quiere liberarlos de toda explotación y opresión del hombre por el hombre en vez de conquistar más oportunidades de sumisión de gobiernos a sus designios imperialistas. Las excesivas y sofisticadas medidas de seguridad –donde intervienen las propias fuerzas militares estadounidenses- que se toman en los países visitados por Bush es el indicativo más patético no sólo de no existir ningún contacto directo con las muchedumbres, caminar entre las masas, confundirse con los oleajes de gente y pararse en medio de ellas para hablarles, sino también es una prueba de conocimiento exacto que tienen de las múltiples y hasta peligrosas protestas y rechazos que se realizan contra su visita o presencia.

 Al imperialismo eso no le resulta lo más preocupante. El está convencido que su vocero político principal –Bush- es el ser más despreciado o aborrecido por los pueblos en la actualidad del mundo-. Su misión está en establecer algunos acuerdos con gobiernos que les abran las puertas de onerosos negocios económicos sin que haya necesidad de utilizar la violencia para invadir y someterlos por la fuerza de las armas a sus propósitos. Esto quiere decir que es necesario conocer a fondo y en la verdadera verdad a qué tipo de acuerdos llegó Bush con los presidentes Lula y Tabare, qué cosas de la política y de la situación de América Latina se conversó en la agenda o de manera extra que hayan podido haber concertado criterios entre esos mandatarios, qué temas en relación con Chávez y Evo y Correa estuvo en las conversaciones y cuáles fueron los criterios encontrados o concertados, qué elementos hayan podido ser tratados estableciendo políticas comunes que afecten la política de solidaridad y de integración entre los gobiernos que se han declarado antiimperialistas en Latinoamérica. Por lo menos esas cosas son de vital importancia tener en cuenta a la hora de un análisis acertado que nos permita llegar a conclusiones correctas y valederas para los pueblos de Latinoamérica. De los presidentes de Colombia, Guatemala y México no esperemos nada bueno sino componendas contra la integración y la conquista de verdadera justicia para los pueblos.

 No sé si estaré equivocado de banda a banda, pero es simplemente una opinión sincera, porque en política no nos podemos guiar exclusivamente por la euforia y simpatía que causan los líderes que apoyamos y el desprecio de nuestros enemigos, porque pudiéramos terminar subestimado ni sobrestimada al adversario y sobrestimándonos nosotros mismos. Sólo sé que cuando un representante de un imperio económico hace una dádiva a algún gobierno o a algún pueblo –incluso estando éste en  condición de desastre natural- no es un acto de filantropía que arranca desde el corazón, sino un bocado para que caiga desprevenido y confiado en la trampa mortal de sus voraces instintos de degradador. Ojalá llegase –por otro lado- un día en que un Presidente de Estados Unidos, respetando sagradamente el derecho a la autodeterminación de los pueblos y ejerciendo verdadera solidaridad por la creación de un nuevo mundo posible, pueda caminar o trotar las calles de las naciones como lo hace Chávez o Fidel o Evo o Correa en este tiempo.



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Freddy Yépez


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