El martirio de los palestinos no es una muerte miserable, sino, el más valiente desafío a la bestialidad imperial y la imperturbable estrategia de resiliencia que desespera a los ejércitos enemigos, irritados porque no triunfan.
Esta estrategia que va acompañada de la construcción de sus propios armamentos y de la coordinación de la lucha con todas las fuerzas de resistencia islámica de la región; Siria, Yemen, Irak y El Líbano. Está mostrando al mundo, en corto tiempo, tanto, el auge y caída de la bestialidad imperial, como el ocaso de las izquierdas, progresistas y comunistas burocráticas.
Pues, a estas alturas de la agresión imperial-sionista, cuando estos criminales de guerra, ejecutan el genocidio y la destrucción de Gaza, llevan a cabo los asesinatos de Soleimani, el ataque a la sede de seguridad iraquí, de las Fuerzas de Movilización Popular en Bagdad. El bombardeo en Beirut que mató dirigente de Hamás Saleh al Aruri, las bombas en Irán que mataron más de 100 civiles e hirieron a 200 más, también el asesinato en Siria del compañero de Soleimani, Sayed Razi Mousavi dirigente de la Guardia Revolucionaria Iraní, los continuos bombardeos israelíes sobre Siria y El Líbano y, la disgregación y asesinatos de casi medio millón de yemeníes.
Decir que el apoyo de los Hutíes de Yemen a Hamás, es una irresponsabilidad militar porque puede extender el conflicto a todo Oriente Medio, o que Hezbolá actúe con moderación ante el ataque a instalaciones civiles en Beirut; no es más que una cobarde apreciación de los actos agresivos y criminales que Israel, Washington y los europeos están ya cometiendo en Siria, Irak y El Líbano.
Washington y los sionistas han extendido el conflicto a la región, los pueblos, las resistencias, no hacen algo más que defender las soberanías y ayudarse mutuamente.
El problema político consiste en que el martirio de los pueblos y la solidaridad de las resistencias islámicas en su guerra por la soberanía e independencia, están mostrando al mundo, que, cuando la lucha es una práctica estratégica real, precipita no solamente el auge y caída de la bestialidad sionista-imperialista; sino también, provoca el ocaso de las izquierdas, los progresismos y comunistas. Pues a estos últimos, la guerra los acobarda, porque el acelerón político que provoca la guerra, les rompe el estatus quo burocrático y arruina la tranquilidad de la vida, los negocios y el intercambio mercantil de los gobiernos que representan.
De allí que, una manera baladí de obviar la responsabilidad moral y revolucionaria que el momento demanda, es declarar solidaridad y apoyo a la causa palestina y cubrir su cobardía con comentarios estultos de Hamás y la resistencia islámica, diciendo que la guerra es complicada, que es irresponsable provocar al imperialismo, que es imprudente incitar la expansión del conflicto, etc.
Al decir esas cosas, no toman en cuenta la realidad y la historia inmediata. El conflicto lo han creado las agresiones, Palestina es Palestina, a los israelíes los europeos los llevaron a Palestina, al final de la segunda guerra mundial, ahora les han robado el país y Jerusalén. La destrucción de Yemen socialista, la provocaron Arabia Saudita y Washington inmediatamente después de la caída de la Unión Soviética. Siria, con ayuda de los rusos, acaban de derrotar a la coalición de la OTAN y a los terroristas del Estado Islámico y todavía enfrentan las agresiones israelíes y el robo de gas y petróleo que Estados Unidos ejecuta en el país. Hezbolá en El Líbano, en 2002 expulsó a los ocupantes israelíes.
Como puede verse, La humillación la ha sufrido no solamente Palestina, sino que también Irán, Egipto, Siria, Líbano, Jordania, Irak, Yemen y los países del cuerno de África.
Ahora bien, lo que sucede es que, los palestinos en Gaza, con Hamás a la cabeza, rompieron la humillación sufrida por todos y por ellos, por más de 60 años y atacaron con éxito militar al ejército y zonas palestinas colonizadas de los agresores israelíes.
Lo que devino después, aún está en marcha. Pero, lo que estamos observando, en corto tiempo es, el auge y caída de la bestialidad imperial, junto al ocaso del estatus quo de tranquilidad de las izquierdas.