EE.UU. ante un nuevo Vietnam

“La guerra en Irak está perdida”*

Por segunda vez en su historia los yanquis han sido derrotados en una invasión militar. En abril de 1975, un pueblo victorioso había derrotado al ejército títere de Vietnam del Sur y a la maquinaria militar más poderosa del mundo, reunificando el país. Ahora, 22 años después, los agresores han sido rechazados por una resistencia masiva. Demócratas y republicanos pretenden prolongar su presencia militar en un Irak arrasado por la invasión. El pueblo palestino e Irán, demonizado por Bush, se han fortalecido. El pueblo norteamericano no quiere más víctimas en Irak y se moviliza, exigiendo el retiro inmediato de las tropas.
Senado, el demócrata Harry Reid. “«La guerra en Irak está perdida» y el envío de refuerzos de enero «no sirve de nada… que alguien se lo diga a Bush. Yo ya lo hice.» Eso decía el líder de la mayoría demócrata, agregando que «la única manera de ganar es diplomáticamente, políticamente y económicamente»” (Clarín, 20 de abril). El senador también le habría dicho a Bush que los generales yanquis que vienen comparando la guerra de Vietnam con Irak describen el conflicto actual diciendo que el presidente se niega a cambiar de rumbo a pesar de que sabe que la victoria es imposible.

Bush cae en picada, pero quiere más tropas

El 2006 fue muy malo para Bush. El desastre iraquí hizo que los republicanos perdieran las elecciones parlamentarias de noviembre. Los demócratas obtuvieron la mayoría de ambas cámaras. Bush tuvo que reemplazar a su secretario de Defensa, Ronald Runsfeld, “cerebro” de la invasión en el 2003. Una comisión bipartidista encargada de estudiar la situación y presentar un informe aconsejó una retirada completa para agosto de 2008 y la apertura de canales diplomáticos con “los principales jugadores regionales” (léase Irán y Siria). Todo indica que los casi dos años de mandato que le quedan a Bush se le irán haciendo cada vez más difíciles.
El 19 de diciembre, ante redactores del Washington Post que lo entrevistaron en el Salón Oval, Bush admitía por primera vez que “no están ganando la guerra”. Al mismo tiempo, con su “lógica” tan particular, que es la fiesta de los humoristas estadounidenses, agregó que “tampoco estamos perdiendo”, y adelantó su decisión de enviar más tropas. Su nuevo secretario de Defensa, Robert Gates, más coherente, durante una visita en esos días a Bagdad, declararaba que ya se perdió, que es hora de negociar y salir de allí.
La encuesta difundida al mismo tiempo por la cadena CNN indicaba que un récord de 70% de estadounidenses estaba en desacuerdo con la forma en que Bush conduce la guerra y un 73% pedía cambios importantes o totales en su estrategia.
En julio de 2006 ya había un informe del Ejército indicando que sus fuerzas estaban extenuadas, que dos tercios de sus miembros activos “no están disponibles para combate”. En un informe ante el Congreso en Washington en noviembre el máximo jefe militar, general John Abizaid, informó que ningún comandante creía que más soldados en el terreno podían contribuir al éxito. Abizaid recibió a Gates en Bagdad, el 20 de diciembre, anunciando en ese mismo momento a la prensa que él en marzo se retiraría. Respecto del aumento de tropas, el comandante en Irak George Casey dijo que no necesariamente se oponía a la idea, pero que quería ver si eso ayudaría a “progresar en nuestros objetivos estratégicos”. (El País y Clarín, 21/12/06)
A pesar de todo eso, el 14 de febrero de este año Bush anunció su nuevo “plan de seguridad”, que dispone el envío de 22.000 soldados frescos de refuerzo. Desde entonces, no ha hecho más que crecer la respuesta del pueblo iraquí contra las tropas invasoras y contra los políticos y militares que los apoyan.

La resistencia en Irak ha ido creciendo día a día.

La resistencia masiva se viene fortaleciendo paulatinamente, provocando cada vez más muertos y heridos entre las tropas invasoras e impidiendo que se consoliden un régimen y un gobierno títere de los yanquis.
Los atentados han ido mostrando la influencia de la resistencia dentro de las fuerzas militares iraquíes. En Kerbala (ciudad santa shiíta, a 110 kilómetros de Bagdad), durante una reunión de las autoridades locales iraquíes con los jefes militares yanquis de la región, irrumpieron una docena de hombres con armas e uniformes “made in USA”. Habían pasado todos los controles en la ruta y no tuvieron dificultad en ingresar al edificio del gobierno. En el primer tiroteo cayó un soldado yanqui y otros cuatro fueron secuestrados y ejecutados poco después. El hecho mostró en forma muy elocuente que las milicias de la resistencia están cada vez más fuertes. Fue el sábado 27 de enero, mientras una multitud exigía en Washington el retiro de las tropas.
El 22 de marzo, el secretario general de la ONU (quien había llegado por sorpresa) hablaba a la prensa desde la oficina del primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, en la supercustodiada Zona Verde de Bagdad. Ambos elogiaban los “grandes avances” de “la seguridad”, cuando se salvaron por milagro del impacto de un proyectil de mortero. La explosión se escuchó en directo por la televisión, que mostró a un espantado Ban Ki-moon tirándose al piso. El imperturbable Maliki dijo “no hay de qué preocuparse” y siguió la conferencia de prensa. Al día siguiente, en un atentado suicida en una mezquita, también en Bagdad, quedó gravemente herido el viceministro sunnita Salam al-Zubaie.
En abril, el agravamiento de la situación dio lugar a una grave crisis en el gobierno proyanqui. El 9 de abril, en la ciudad de Najaf, al sur de Bagdad, hubo una marcha de cientos de miles de shiítas, que manifestaron al grito de ¡No a Estados Unidos! ¡Sí, sí a la libertad! El lunes 16 de abril, el convocante de esa movilización, el clérigo shiíta radical Al Sadr, retiró del gobierno a sus seis ministros, restándole el poco apoyo que aun tenía entre sectores de masas. En el ínterin, el 12 de abril, a la hora del almuerzo, en la cafetería del Congreso (que obviamente está en la Zona Verde), se detonó un suicida, con el saldo de ocho muertos entre diputados y empleados. Habría sido un guardaespaldas de algún diputado.
El 18 de abril hubo otro pico de furia: 190 muertos en atentados, la mayor parte en Bagdad. El primer ministro ordenó el arresto de un alto jefe del Ejército local por “debilidades en las medidas de seguridad”… Ese mismo día, en Washington, el demócrata que preside el Senado, Harry Reid, fue hasta la Casa Blanca y le dijo personalmente a Bush lo que ya se sabe: que han perdido esa guerra.
Vale la pena recordar otro país invadido antes, Afganistán. Allí están los yanquis y tropas de la OTAN. El débil gobierno instalado por ellos cada vez controla menos la situación, y crece la influencia de los talibanes. El secretario de Estado adjunto de EE.UU. para Asia Central y del Sur, Richard Boucher, declaró en Bruselas que no pueden derrotar militarmente a los talibanes (El País, 19/4/07).
¿Y Al Qaeda? Bin Laden nunca fue capturado. Bush no abandona su cruzada contra el “terrorismo” y en enero bombardeó Somalía, supuestamente para atacar a los principales líderes de Al Qaeda en la región. El presidente somalí, un títere de EE.UU., justificó la operación, aunque no se informó sobre ningún resultado más que los muertos. La Comisión Europea y Ban Ki-moon de la ONU la criticaron, alertando que podría incrementar la hostilidad en la región. Todo indica que gracias a Bush, lejos de debilitarse, Al Qaeda se ha fortalecido, como red o confluencia de organizaciones que la reivindican, y que ahora incluye acciones y seguidores en Argelia, Marruecos y Libia.

El repudio a la invasión fue entrando en el pueblo estadounidense

La carnicería iraquí fue calando cada vez más hondo en la población estadounidense, y en el propio ejército. Se fue haciendo popular Cindy Sheehan, madre de un soldado caído en Irak. Empezaron las manifestaciones a la Casa Blanca, y los republicanos perdieron las elecciones. Este año, en enero, unos 1.000 uniformados que van desde simples marines hasta coroneles presentaron un petitorio al Congreso solicitando el cese del reenvío constante de unidades y se proceda al retiro de las tropas. Esta es la primera acción de rebeldía interna desde 1969, cuando 1.366 militares firmaron una solicitada en el New York Times pidiendo el fin de la guerra de Vietnam. Esas expresiones de rebeldía dentro de las tropas tienen ahora un marco legal que las protege, y que no existía durante la invasión a Vietnam. Se puede peticionar el fin del enrolamiento sin padecer represalias. Ya hay grupos de reservistas que hicieron algo parecido en Kansas y Florida y lograron que no se los enviara por tercera vez a Bagdad.
El sábado 27 de enero hubo una movilización masiva en Washington. Más de 100.000 personas se reunieron ante el Capitolio. Las anteriores habían sido frente a ante la Casa Blanca. El cambio se debió a que ahora los demócratas han quedado con una responsabilidad más directa. Lo expresó claramente el conocido actor Sean Penn, quien se opuso desde el comienzo a la invasión. “Antes decían que aprobaron la guerra porque no disponían de buena información. Ahora saben todo. Se acabaron las excusas. Deben votar una resolución vinculante para traer ya a nuestras tropas a casa.” (Clarín, 28/1/07). La presencia de Jane Fonda traía una vez más el recuerdo de Vietnam. En los setenta provocó un escándalo cuando llegó a viajar a Hanoi y a fotografiarse junto a soldados del Vietcong exigiendo el fin de la guerra. Los participantes se comprometieron a seguir su lucha con miles de personas entrevistando a cada diputado y senador para pedirles que voten por suprimir el presupuesto de guerra.
Una vez más, en su retaguardia, el imperialismo yanqui ve crecer el repudio a sus agresiones.

¿Cómo salir del nuevo Vietnam?

La situación de Bush y los demócratas ante la derrota recuerda una película ya vista: atrapados sin salida. Los demócratas apoyaron la guerra en el 2003. Eso dio la reelección a Bush en el 2004 (no se cambia de comandante en medio del río… se decía), pero para noviembre de 2006 ya no le alcanzó. A pesar de que han seguido apoyando la guerra, ganaron los demócratas. Ahora que el fracaso ya es un hecho, incluyendo al “plan de seguridad” anunciado por Bush en febrero, a fines de mayo los demócratas han aceptado el financiamiento de la ocupación militar mientras hay reuniones sobre una negociación regional.
El marco de estas medidas es la mayor debilidad del imperialismo yanqui y todas las potencias que lo acompañaron en la invasión, y la profun-dización de la situación revolucionaria mundial. Este nuevo Vietnam es un triunfo de las masas del mundo, que debilita el accionar político y militar del imperialismo en todas partes. Esto es contundente en Medio Oriente y sus vecinos.
• Han fracasado por completo en el intento de crear un gobierno local y estructuras políticas y militares que les garantizara “el orden” y la defensa de sus intereses luego de una eventual finalización de su ocupación directa.
• No han logrado sacar del gobierno a Hamas en Palestina, ni a Hezbolla en Líbano. Israel se sigue debilitando y agravando su crisis luego de su derrota el año pasado (ver recuadro y declaración en página 65).
• Se ha fortalecido Irán, que mantiene su plan de desarrollo nuclear, sin que EE.UU. haya logrado medidas de condena en la ONU, y que ha estrechado sus vínculos con empresas petroleras europeas (ver recuadro).
Aquellos encendidos discursos de Bush contra los “ejes del Mal” (Irán, Irak de Saddam, Siria y Corea del Norte) ya han sido reemplazados por encuentros diplomáticos que incluyen a Irán y Siria. EE.UU. pretende disminuir los costos de su fracaso, y mantener, aunque debilitada, su influencia en la región. Cuenta a su favor con la política conciliadora de los distintos sectores burgueses del mundo árabe. Incluso la burguesía shiíta, de peso decisivo no solo en Irán, sino en Irak (habitado mayoritariamente por esa rama del Islam), aunque sin duda busca seguir fortaleciéndose, seguirá con sus medias tintas.
A fines de febrero EE.UU. propuso a Irán y Siria abrir negociaciones para buscar una salida. Tony Blair ya había ordenado iniciar el retiro de las tropas británicas. La primera cumbre sobre Irak fue en Egipto a de comienzos de mayo. Allí Condolezza Rice mantuvo conversaciones con el canciller de Siria. La reunión del balneario Sharm el Sheik, en el Mar Rojo, se anunciaba como “un plan para sacar al país del caos y la bancarrota”. Irak recibió la condonación de 30.000 millones de dólares de sus deudas.
A mediados de mayo, mientras volaba hacia Virgina junto a Bush, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., Gordon Johndrone, anunció el inicio de conversaciones directas en Bagdad entre los embajadores de EE.UU. y de Irán. El Departamento de Estado aclaró que no conversarían sobre el tema nuclear…

Seguir exigiendo que se vayan los invasores ya

Las tropas de Bush siguen instaladas en Irak. Quieren prolongar la masacre, disimulando su derrota. Abril fue el mes más cruento para los yanquis desde 2003: 104 muertos. Mayo termina con una cifra cercana. Demócratas y republicanos han aprobado en el Congreso los 100 mil millones pedidos por Bush para mantener la invasión. Se tienen que ir ahora. El propio pueblo iraquí podrá encontrar los caminos para terminar con los sangrientos enfrentamientos internos que abrió la invasión. Un periodista argentino, insospechado de defender a Saddam Hussein, comentando los horrores de los cuatro años de guerra, decía “Los sunnitas que convivían con los shiitas sin preguntar jamás a que corriente del islamismo pertenecían, ahora tienen miedo…” (Clarín, 20/3/087). Los 650.000 muertos y los varios millones de refugiados y desplazados muestran que ni siquiera un dictador como Saddam puede superar en crueldad y horrores para los pueblos al imperialismo agresor.
Los invasores han sido derrotados y se tiene que ir ya, como lo hicieron a la disparada desde Vietnam en abril de 1975. Esa es la exigencia del creciente movimiento antiguerra de los EE. UU (ver recuadro ISO). Es la bandera que hay que levantar entre todos los luchadores antiimperialistas y democráticos del mundo. ¡¡Fuera de Irak ya!!


*Correspondencia Internacional. Publicación de la Unidad Internacional de Trabajadores-Cuarta Internacional


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