La globalización del capitalismo hace germinar tanto la integración como la fragmentación. En la misma medida en que se desarrollan las diversidades, se desarrollan también las disparidades. La dinámica de las fuerzas productivas y de tas relaciones de producción a escala local, nacional, regional y mundial produce interdependencias y discontinuidades, evoluciones y retrocesos, integraciones y distorsiones, afluencias y carencias, tensiones y contradicciones. Es muy elevado el costo social, económico, político y cultural de la globalización del capitalismo, para muchos individuos y colectividades o grupos y clases sociales subordinadas. En todo el mundo, aunque en diferentes gradaciones, la mayoría es afectada por las formas de fragmentación. Son principalmente esos los sectores sociales que más resienten la ruptura de los cuadros sociales y mentales de referencia. La realidad es que la globalización del capitalismo implica la globalización de las tensiones y contradicciones sociales en las que se involucran grupos, clases sociales, partidos políticos y sindicatos, movimientos sociales y corrientes de opinión pública,-en todo el mundo.
Cabe reconocer que esta globalización implica el desarrollo de una nueva división transnacional del trabajo y de la producción. Todo lo que antes se presentaba como principalmente nacional, se revela también transnacional, mundial o propiamente global. El capital, la tecnología, la fuerza de trabajo, la división social del trabajo, el mercado, la planificación y la violencia organizada y concentrada se expanden por diferentes lugares del mundo. El fordismo, el toyotismo y otras formas de organización técnica y social del trabajo y de la producción caminan más o menos libremente por el mapa del mundo, al igual que caminan las empresas, las corporaciones y los holding.
Simultáneamente se desarrollan los grupos y las clases sociales en el ámbito transnacional. Son individuos y colectividades crecientemente relacionados e Interdependientes, unas veces organizados, otras desorganizados o en vías de organizarse. Todos son desafiados por las transformaciones más o menos profundas de los cuadros sociales y mentales de referencia. En la misma medida que las fuerzas productivas se transnacionalizan, incluso las instituciones, los códigos y los parámetros que organizan las relaciones productivas, también se transnacionalizan los grupos y las clases sociales. Tanto es así que se forman estructuras y bloques de poder dominantes en el ámbito transnacional o propiamente global. Se desarrolla así la globalización desde lo alto, desde arriba, articulando los grupos y clases o bloques y tecnoestructuras que controlan el Poder económico y político.
Sin embargo, los sectores populares o los grupos y las clases sociales subordinadas son desafiados a adaptarse a una realidad social, económica, política y cultural de estatuto mundial. Sus cuadros sociales y mentales de referencia, sobre todo nacionales, pasan a ser desafiados por los cuadros sociales y mentales abiertos con la mundialización de las relaciones, procesos y estructuras que rediseñan el mapa del mundo.
Es así como la cuestión social adquiere dimensiones globales. Las relaciones de trabajo, las condiciones de organización, las posibilidades de concientización, las técnicas de reivindicaciones y los horizontes de luchas sociales, todo eso se lanza en el ámbito mundial. Sin olvidar que la globalización de la cuestión social se enriquece o complica con las intolerancias y los prejuicios raciales, de género, religiosos, lingüísticos y de otra especie. La cuestión social se manifiesta compleja y enmarañada en implicaciones diversas, entre las cuales se destacan las económicas, políticas y culturales. Una parte importante de esa realidad se revela con las tensiones y los conflictos que se multiplican con los movimientos migratorios transnacionales y transcontinentales.
Un aspecto particularmente importante y grave de la cuestión social se revela en el desempleo estructural. Junto con el desempleo coyuntural, relativo al metabolismo recurrente de las actividades productivas, se desarrolla el desempleo estructural. A causa de la intensa y generalizada tecnificación de los procesos de trabajo y de producción, muchos son apartados del empleo. La adopción de tecnologías electrónicas e informáticas origina la potenciación de la fuerza productiva del trabajo, lo que lleva a la exención de crecientes contingentes de trabajadores. Muchos de ellos se convirtieron en desempleados permanentes o de mediano y largo plazos. Son dispensables, desechables o "achatarrables", al igual que cualquier mercancía, puesto que su mercancía, es decir, su fuerza de trabajo, se hace excedente dispensable. Es en ese sentido que el desempleo estructural se revela como un aspecto importante de la globalización.
Este es el difícil y complicado escenario en el que los sectores populares están siendo desafiados a moverse, a organizarse y a concientizarse, para reivindicar y luchar por el cambio de sus condiciones de trabajo y de vida, por la transformación de las instituciones, de los códigos y de los parámetros en los que prevalecen los intereses de los grupos y clases sociales dominantes.
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