En plena campaña electoral, en la década del setenta, en las calles de Santiago y otras ciudades chilenas, aparecieron millones de afiches en los cuales se exhibían tanques soviéticos como custodiando La Moneda, sede del poder ejecutivo de la patria de Pablo Neruda. La bandera del anticomunismo se tremoló de nuevo para combatir otro intento de emancipación, democratización y justicia en América Latina. Más tarde, cuando Salvador Allende o “Don Chicho”, ya era presidente del país austral, la IIT, empresa de comunicaciones norteamericana, financió en contubernio con la CIA, el proyecto desestabilizador más costoso que se había conocido en nuestra historia. Se llegó a situaciones insólitas, como la de pagar a camioneros chilenos, que debían surtir a los grandes centros urbanos de los productos de la dieta diaria, para que no trabajasen y contribuyesen a generar un caos que propiciase desórdenes, descontento y al final el pronunciamiento armado.
Mientras tanto, el Partido Socialista chileno, en esencia una agrupación socialdemócrata, que hoy está en el poder, precisamente en una como obligada alianza con quienes ayudaron a derrocar y asesinar a Allende, pasaba apuros buscando en la constitución nacional y en todo el sistema jurídico, bases para avanzar hacia el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos que, en barriadas como “Lo Hormida”, sufrían hambre y otra serie de calamidades. Y a ese hermoso deseo de los patriotas de la nación de Gabriela Mistral, Manuel Rodríguez y hogar acogedor de Andrés Bello, que sólo fue un idealista intento de “alcanzar el cielo”, tildaron de comunista y perverso. Y una corte de chismosos, gorilas, para quienes el pueblo y sus problemas son un estorbo y una pesada carga, cambiaron al generoso y valiente Salvador Allende por aquella especie de hombre de Neandertal, que además de asesino resultó ladrón de los dineros públicos, quien en vida se llamó Augusto Pinochet Ugarte.
Pero uno al rememorar aquella dolorosa etapa de la historia chilena, recuerda también como un factor que contribuyó al triunfo de la reacción, la profunda división que hubo en el movimiento popular y revolucionario.
Esta última circunstancia hay que resaltarla por lo que para la Venezuela de hoy importa. Porque el proceso de cambios que lidera el presidente Chávez, ha superado etapas, ante las cuales la mayoría de eso que uno podría llamar las vanguardias, estaban en perfecta sintonía. Pero ahora que el Poder Ejecutivo se propone introducir cambios sustanciales en la constitución del 99 o la bolivariana, no sólo se ensancha el margen de diferencias entre las viejas clases dominantes de un lado y gobierno y pueblo del otro, sino también se están explicitando algunas pequeñas diferencias y otras sustanciales y cualitativas en el frente revolucionario. Ya no se trata de los rutinarios y pedestres enfrentamientos entre grupos que se disputan los puestos o butacas de primera fila. Ahora se hacen públicas diferencias acerca de los fundamentos teóricos del proceso y las vías a seguir para hacer avanzar el mismo. Las primeras y aún las segundas, deben manejarse como corresponde, con la más abierta y democrática discusión para reducirlas y darles las salidas que la racionalidad reclama.
El presidente comenzó a hablar de socialismo y terminó por plantear el “Socialismo del siglo XXI”, como el proyecto transitorio para la sociedad Venezolana de los próximos años. Y ha sido particularmente específico; habló, como para no dejar ningún género de dudas, que el plan que le inspira es diferente a los socialismos históricos y nombró al soviético y también al cubano. Dijo algo, que no debería provocar suspicacias ni asombros, que los venezolanos debíamos transitar nuestros propios caminos. O quizás, dice uno, rememorando a Antonio Machado, ahora justamente ahora, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
No podemos olvidar que Chávez, sistemáticamente, desde que apareció en la vida pública, también ha mencionado como uno de sus mentores a Simón Rodríguez; y la frase de éste, llena de sabiduría y valor dialéctico, “inventamos o erramos”, ha sido su grito de guerra. No se trata pues de un modelo ya cuadrado y refrendado, como absurdamente exige la oposición y algunos de este lado creen
Recientemente, con motivo de su retiro del ejército, el General Raúl Isaías Baduel, en un largo discurso que ha provocado reacciones en distintos sentidos, recordó como el presidente Chávez, para el 27 de marzo del 2005, afirmó que “el socialismo de Venezuela se construirá en concordancia con las ideas originales de Carlos Marx y Federico Engels”. Si alguna cosa no quedó clara en la intencionalidad del ex ministro de la defensa y oportuno defensor del presidente los días de abril del 2002, fue esta referencia. Lo menos que uno puede imaginar es que lo hizo para fundamentar sus propuestas.
Ahora Chávez, ha hecho nuevas precisiones. Para él la revolución bolivariana y el PSUV, no deben definirse marxistas leninistas. Y advierte sobre rasgos dogmáticos en la referida tesis Y estas declaraciones están produciendo naturales inconformidades entre gente y agrupaciones que han respaldado el proceso. Pero es obvio, que la palabra socialismo en boca de Chávez, tiene un sentido diferente a quienes como dentro del MAS, PSOE, Partido Socialista Chileno, salvo el intento allendista, nunca han pretendido trascender el capitalismo.
¿Significa esto un retroceso, un cambio de pensamiento o hasta una inconsecuencia de parte del señor presidente? ¿El primer gobernante nacional ha tenido que ceder a determinadas presiones? ¿O sencillamente ha comprendido lo innecesario de hacer determinadas precisiones cuando de lo que se trata es de entender el proceso y diseñar dialécticamente las acciones? ¿Acaso Marx o Engels diseñaron algún modelo específico de socialismo aplicable a todos los paìses del mundo? ¿La dialéctica no es un instrumento para captar el movimiento, la vida que se transforma y reclama cada vez nuevos acomodos? No hay manual para interpretar la sociedad ni fórmulas preestablecidas para resolver los problemas de las colectividades. El modelo es sólo una fotografía de un instante de la vida que está en constante movimiento y cambio. Uno cree que esto lo ha comprendido bien el presidente. Por eso hay que repensar a cada instante y no creer que es desde el bastón de mando de dónde salen las soluciones. Tampoco es el discurso cargado de joyas filosóficas, lanzado por delante el método adecuado. Lo importante es volver a la interrogante: ¿qué hacer en estas circunstancias, con estos elementos, en este espacio, en este tiempo? Y que el pueblo todo, con su carga cultural, sus intereses, preocupaciones y enorme sabiduría, responda a cada inquietud. Eso es lo sabio y, en fin de cuentas es éste quien podrá sostener lo que construye. Para José Vicente Rangel, expresidente de la República, inscrito en el PSUV y hombre a quien puede considerársele un buen referente del proceso, “el chavismo propone que el socialismo en nuestro país sea autóctono, que no se rija por modelo alguno, distante del llamado socialismo real de otros tiempos, con varias formas de propiedad.”
Dijo Baduel, refiriéndose a las medidas estrictas del gobierno ruso de la etapa de la guerra, que dejó la enseñanza de lo inconveniente de “implementar cambios bruscos en el sistema económico, es decir abolición a rajatabla de la propiedad privada y socialización brutal de los medios de producción”.
Para Chávez, parece entender uno, la vía al socialismo pasa por ir creando en la sociedad formas productivas y relaciones de producción que tienen la finalidad estratégica de complementar y hasta sustituir a mediano o largo plazo, lo existente. No pasa por una ruptura abrupta de la organización social, para desde el caos o la desintegración, organizar apresuradamente unas nuevas relaciones. En este punto, es bueno recordar que el presidente siempre ha dicho, que en el área agraria e industrial, quienes mantengan sus empresas productivas y establezcan relaciones racionales con sus trabajadores no tendrán dificultades con el gobierno. De modo que, las definiciones o tomas de posición más recientes del presidente, no significan una ruptura de la línea de su discurso. Aún más, según la agencia Bolivariana de Noticias “Durante el acto de inauguración del Centro Técnico Productivo Socialista Coronel Antonio Nicolás Briceño, en el municipio Candelaria del estado Trujillo, el jefe del Estado explicó que en el marco de los planes de expansión ganadera que adelanta el Ejecutivo nacional pudieran conformarse empresas mixtas (Estado-productores), donde el Gobierno venezolano tendría la responsabilidad de otorgar los financiamientos, garantizar el desarrollo integral de las zonas campesinas y buscar las alianzas con otros gobiernos para el desarrollo de proyectos de impacto, que permitan fortalecer el rebaño nacional y abastecer al mercado nacional”.
Recientemente, el 29 de julio próximo pasado, en el programa “Alô Presidente” número 228, dijo “Estamos empeñados en construir un modelo socialista diferente del que imaginó Carlos Marx en el siglo XIX. Ese es nuestro modelo, contar con esta riqueza petrolera”. A continuación agregó “Esto tiene que permitirnos la elaboración del modelo económico socialista venezolano, tomando el petróleo como una de las más poderosas palancas para desarrollar redes de empresas conexas al petróleo o complementarias de desarrollo económico”.
Lo más cercano a una visión dialéctica de la vida es concebirla hoy diferente a como era en el siglo XIX en cualquier espacio.
Si vinculamos estos planteamientos con la disposición de establecer en la Constitución, mediante las reformas que se anuncian, varias formas de propiedad y el empeño del gobierno de promover y financiar a fondo el cooperativismo, tendríamos un cuadro aproximado de lo que en lo inmediato caracterizará al “Socialismo del Siglo XXI” venezolano.
Estos aspectos del discurso presidencial, las formas de propiedad y las relaciones de producción que, según se ha adelantado, aparecerán como reformas a la carta constitucional, hablan del intento de construir una sociedad nueva.
El mismo General Baduel, de quien hemos hecho mención arriba, agregó e hizo suya una cita del Presidente Chávez “en la línea política, uno de los factores determinantes del socialismo del siglo XXI debe ser la democracia participativa y protagónica. El poder popular. Hay que centrar todo en el pueblo, el partido debe estar subordinado al pueblo. No al revés”. El presidente ha puesto énfasis en los Consejos Comunales y en la construcción del PSUV, como un partido de masas y no un asunto de camarillas o cuadros que se cobren y den el vuelto.
Y sostuvo además el ministro saliente, “en el orden político, nuestro socialismo debe ser profundamente democrático. Debe dilucidar de una vez por todas que un régimen de producción socialista no es incompatible con un sistema político profundamente democrático, con contrapesos y división de poderes.” En este punto José Vicente Rangel, sostuvo recientemente, que la experiencia venezolana debe desarrollarse en “democracia y libertad”. Y agregó, “esto quiere decir, con oposición; en el marco del pluralismo; con balance de poder, y con autonomía de los poderes públicos”. Y recuerda una verdad irrefutable, si hoy en la Asamblea Nacional, no hay representación opositora se debe a que este sector optó por no concurrir a las elecciones respectivas
  ; El General Muller Rojas, ha sostenido dos cosas que difieren de lo expresado por Baduel y José Vicente Rangel y acerca de lo que todavía, el presidente no ha asumido de manera explícita una posición. Aquel sostiene la necesidad de eliminar el sistema de división de poderes derivado del pensamiento enciclopedista y que terminó por convertirse en piedra “angular” de la democracia representativa. También cree diferir en materia de defensa nacional al sostener que el peso de la misma debe depositarse en la población y no en los militares profesionales. Lo que no implica, según él, eliminar estas fuerzas ni siquiera desistir de seguir armándoles convenientemente. Pero también ha advertido, que el ejército tal como ahora está diseñado, puede convertirse en un factor de presión.
Pero cuando el presidente crea y estimula el crecimiento de la reserva militar, está depositando en otra parte importante del pueblo, además del ejército profesional, la tarea de defender la soberanía nacional. Por esto, pareciera que se trata de un adelantado debate y no en coincidencia con lo que se planifica a un no menor corto plazo.
Francisco Ameliach, miembro de la Comisión de Defensa de la Asamblea Nacional, hombre muy vinculado al presidente, en el programa de José Vicente Rangel de este domingo 29 de julio, no puso reparos a los planteamientos de carácter militar del general Muller y hasta podría uno afirmar que coincidió con éste. Y esto es una referencia muy importante. Dijo Ameliach que la “defensa de un país no la puede garantizar, ni siquiera la defensa militar, sino que tiene que haber una conjunción del pueblo con su FAN.” Y sostuvo “Debo aclarar que son muchas más las coincidencias que tengo con el general Muller”. Pese a que fue Ameliach, quien planteó que estando el general Muller Rojas, en servicio activo, no debía dársele curso a su inscripción en el PSUV, criterio que se impuso y aceptó el presidente, lo que concluyó con el general pidiendo de nuevo su baja del servicio castrense.
Pero en todos los casos hay una coincidencia, que la sociedad socialista a la venezolana debe ser profundamente democrática, participativa y protagónica y esto implica, abrirse totalmente al pensamiento, cultura, hábitos y formas de ser de los venezolanos. Y las Ciencias Sociales, bajo ninguna circunstancia, precisamente por serlo, no pueden obviar eso.
Pero las cosas no terminan aquí. Hay sectores obreristas partidarios del gobierno que no conciben el socialismo y posible su construcción, sin definir previamente al proceso como marxista leninista y asignarle a la clase obrera el rango de conductora del mismo. Y esto no es nuevo. Sólo que a raíz de las declaraciones del presidente sobre ese asunto y aspectos del discurso de Baduel, los partidarios de aquello han salido a dejar constancia de lo que creen. Sectores del PCV (Partido Comunista de Venezuela) que no optaron por el PSUV, señalaban entre otras cosas que, para hacerlo, el nuevo partido debía de antemano adoptar para sí tal definición.
El asunto que atañe al rol de la clase obrera tampoco es nuevo ni ajeno al pensamiento de Chávez. Con anterioridad se ha referido al papel del movimiento obrero en la construcción de la nueva sociedad y obviamente ha diferido de los obreristas. Pero nunca ha negado que la clase obrera tenga un puesto de primera línea en su proyecto.
Pero estas diferencias, que como las primeras arriba señaladas, expresadas sobre todo por el general Muller Rojas, no parecen sustanciales, hay que verlas con normalidad; pero es necesario abrirle cause a la discusión, para que nadie se sienta excluido y se originen focos perturbadores. Ya es suficiente con el frente opuesto, liderizado por el Departamento de Estado y la CIA, a la aspiración de enrumbar a Venezuela por la ruta hacia el “Socialismo del Siglo XXI”. Por eso, es bueno tener en cuenta que un tiburón enorme acecha o como decía mi suegra, hay mucha ropa tendida.
No olvidemos a Don Chicho