Es casi unánime la percepción y el convencimiento a escala mundial respecto a que todo el accionar antiterrorista del gobierno de Estados Unidos después de los sospechosos atentados contra las Torres gemelas de Nueva York en 2001 (muy apegado, por cierto, a la política seguida por el Estado de Israel en su ambición expansionista a costa de las fronteras de los países que lo circundan en el Medio Oriente) es falso, representando una doble moral con la cual acreditar la visión del mundo contemporáneo en una sola dirección: aquella que redunde en grandes ganancias y control directo de fuentes energéticas por parte de las corporaciones transnacionales vinculadas, precisamente, con muchos de los altos funcionarios de Washington. A esto habría agregar la actitud cínica adoptada en relación con el terrorista anticastrista Luís Posada Carriles a quien se le ha brindado apoyo, a pesar de las pruebas irrefutables exhibidas, incluyendo su propia confesión al admitir su participación en el atentado a un avión cubano que le costó la vida a un grupo de atletas en 1976; a pesar de ello, las autoridades gringas se han valido de algunos tecnicismos legales para eludir las solicitudes interpuestas, por separado, por Cuba y Venezuela.
Asimismo, hay que mencionar el caso de los Cinco Héroes Cubanos a quienes se ha sometido a un régimen de reclusión vejatorio y discriminatorio en cárceles de Estados Unidos, sin existir pruebas concluyentes que los señalen como culpables de perpetrar o planificar hechos terroristas en dicha nación, manteniéndolos en un estado de indefensión y de aislamiento total, sin permitirles siquiera una visita de sus familiares más cercanos. Mientras tanto, aceptan, justifican, silencian y respaldan todos los planes terroristas de los grupos opositores al gobierno cubano, radicados mayormente en la península de la Florida, convirtiendo en política de Estado el odio anticomunista y contrarrevolucionario fermentado por tales grupos desde hace décadas, acentuando aún más las restricciones impuestas por el bloqueo económico a la Isla en la esperanza de que -algún día- se restituirá el status quo anterior a 1959, cuando triunfara la revolución con Fidel al frente.
Pero, las cosas no se limitan a estos extremos, como se puede constatar con las agresiones militares a los pueblos inermes de Afganistán e Irak, alegando -sin evidencias- que en ambos países se fomentaba y se cobijaba al terrorismo internacional, en una desproporción desmesurada, sangrienta e ilegal, violatorias del Derecho Internacional, la Convención de Ginebra y de las jurisprudencias del Tribunal Internacional de La Haya, lo mismo que la Carta fundacional de la ONU; de modo que el terrorismo adjudicado a otros termina por atribuírseles a quienes presuntamente están enzarzados en una guerra unilateral mundial contra el mismo, investidos de una autoridad divina que nadie les otorgó. Todo ello acompañado de un silencio cómplice y de una manipulación informativa generados desde Estados Unidos por las grandes corporaciones de noticias, los cuales se extienden sin chistar a todos los continentes, uniformando así la opinión que podría tenerse al respecto.
Como siempre, en toda esta situación generalizada de falsa guerra contra el terrorismo, el principal actor es el imperialismo gringo y su frenético afán de dominación planetaria, al querer aprovecharse de la inexistencia -al implosionar la URSS- de un contrapoder en igualdad de condiciones. Esta es la imposición brutal de un nuevo orden mundial (el nuevo siglo estadounidense) que subordina los intereses y las soberanías de los pueblos en un remedo magnificado de lo hecho desde 1948 por el Estado de Israel en Medio Oriente, prefigurando de este modo un fascismo planetario, negador de los principios democráticos más elementales, como ocurre con quienes tuvieron la mala suerte de ser prisioneros de las tropas invasoras estadounidenses en Afganistán e Irak y ahora se encuentran en un limbo jurídico en la base naval de Guantánamo.
Con semejantes antecedentes (verificables en cualquier momento, sin incluir el abultado expediente del intervencionismo constante y diversificado en nuestra América casi desde el momento mismo de la Independencia) hay que develar las aviesas intenciones escondidas tras esta falsa guerra contra el terrorismo emprendida por el imperialismo yanqui, de manera que la defensa legítima de la autodeterminación de los pueblos se mantenga por encima de cualquier otra consideración, estimulando un mundo multipolar y seguro para todos.-
HOMAR GARCÉS
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