En la IV República nos acostumbramos a que sólo los expertos tenían credencial para hablar del negocio petrolero, cuestión que hasta aquí comparto, pues me parece lógico, pero el problema es que el tema quedó supeditado a un grupito que, básicamente, venían de la gran industria y todo lo dicho y opinado al respecto, era “santa palabra” para la población.
Así nos metieron el cuento de la nacionalización petrolera que ejecutó Carlos Andrés Pérez en 1976, cuando se suponía que las propiedades, plantas, equipos de las compañías concesionarias extranjeras y los modestos activos de las concesionarias venezolanas, pasaban a ser del Estado, pero la cuestión no fue como no las pintaron. Afortunadamente en esa época se contaba con hombres de la talla de Juan Pablo Pérez Alfonzo, el padre de la OPEP, quien poco después no vaciló en calificar esta acción de operación chucuta.
Se produjeron muchas críticas, incluso, en las universidades algunos profesores generalmente de tendencia izquierdista, intentaban desmontar en las clases, las mentiras de la supuesta nacionalización.
Y mucho más recientemente, cuando el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, comenzó a hurgar en el negocio petrolero, en el Aló, Presidente 207 desde Puerto La Cruz, paseándose por esa posición de Pérez Alfonzo, también la catalogó de entreguismo.
Chávez no descubría el agua tibia. Sucedió que en la IV República el silencio cómplice pudo más que las críticas de los intelectuales que analizaban en profundidad la situación.
Por eso, con toda propiedad, el líder de la revolución bolivariana habló de que la industria petrolera ´nacionalizada´ no se entregó a la Corporación Venezolana del Petróleo. En ese momento fueron creadas cuatro operadoras nacionales, que a su vez contrataron asesoría de empresas transnacionales.
Maravén contrató a la Shell, Llanovén a Mobil, Menevén a Gulf y Lagovén a la Exxon. Esto significó que el negocio petrolero, que supuestamente pasaba directamente a ser "operado" por Venezuela en el mismo instante de la firma del traspaso a la Nación, se repartió entre estas cuatro antiguas concesionarias.
Ahora bien, pese a que el tema es para expertos, hay aspectos que podrían dilucidar los más ingenuos e ignorantes de los venezolanos, aunque creo que ya de ese tipo de compatriotas no quedan en este país revolucionario.
Solamente analizando que en aquella oportunidad las industrias trasnacionales hicieron silencio, actitud contraria a lo que actualmente realiza la Exxon Mobil al intentar una acción judicial contra Pdvsa, evidencia que Chávez sí les trastocó esos intereses rapiños, que les permitían seguir chupando la riqueza nacional.
Igualmente pienso que se puede opinar sin ser especialista, - y por cierto, es aquí a donde quiero llegar- sobre la forma como la oposición se regodea en la perversión en la que esa trasnacional le hace daño al país. Casi hicieron una fiesta cuando los medios anunciaron que la Exxon había introducido una medida cautelar en contra de Petróleos de Venezuela.
Enseguida, sin previa averiguación, comenzaron a manipular la noticia a favor de la trasnacional, obviando que todo forma parte de la guerra económica que gesta el imperio contra Venezuela. Disfrutaban, porque eso en cierta forma agredía al comandante, quien ha sido el eje fundamental de la verdadera nacionalización petrolera venezolana.
Y es que lo he dicho infinidades de veces, a esta oposición no le importa entregar al país con tal de salir de Chávez. Eso no pueden ocultarlo. No les tiembla el pulso a la hora de desangrarlo, si eso significa culpar y condenar al jede de la revolución.
Por eso, quiero despedirme con estas palabras de nuestro máximo líder, que no me resultan novedosas porque los venezolanos bien lo sabemos, pero encaja perfectamente en lo que pretendo concluir y sintetizar en este escrito: “La oligarquía venezolana ha perdido la vergüenza patria. Aplauden la actitud de Exxon Mobil creyendo que la hacen daño al Gobierno nacional y se hacen daño ellos mismos, porque la población los termina descubriendo”.
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