Uribe y sus motivaciones

Hemos observado con detenimiento la conducta del Presidente Álvaro Uribe, lo suficiente como para llegar a concluir que dicha conducta tiene dos motivaciones; una externa, fácilmente precisable, y la otra interna, a veces camuflajeada en su habilidad diplomática.

La motivación externa tiene que ver con su jefe, el señor Bush, lo que está vinculado con ese odioso “su merced” que mucho colombiano utiliza para dirigirse a su patrón. Uribe atiende sumiso, cabizbajo, temeroso a las órdenes de Bush. Si el gringo le pide que agreda a Venezuela, lo hace de inmediato. Si le ordena que se meta en territorio ecuatoriano para provocar al Presidente Correa, cumple con la orden al pie de la letra. Si lo atiza contra Evo Morales, responde tipo muñeco con resorte.

Tras cada orden cumplida espera la llamada de felicitación desde la Casa Blanca. Es una espera nerviosa para Uribe, pues depende del nivel jerárquico del funcionario que le llame sabe cuál es el grado de satisfacción del jefe Bush.

Si quien lo llama está a seis o siete escalones de Condolezza dentro del organigrama, la cosa está fea: a Bush no le gustan los resultados. Ah, pero puede ser que la morenaza lo llame para armarle un lío porque no fue muy contundente contra Chávez.

Esta motivación lleva a Uribe a caer en conductas vergonzosas, creemos que a veces molestan al propio Bush, quien se puede sentir incómodo con tanta jaladera.

La motivación interna es Chávez. Uf, bien difícil para Uribe compartir con el Presidente de Venezuela un espacio a nivel internacional. Se le alborota la úlcera al ver como los presentes corren hasta donde se encuentra el venezolano, mientras él se queda íngrimo y solo, buscando por dónde huir para no verse tan ridículo parado en medio de un salón.

¿Ustedes se imagina la calentera de Uribe cuando Chávez es invitado a actos masivos en estadios o le reciben en una universidad o en un sindicato? Lo peor, él solito por allí, sin que se le acerquen los periodistas. Ni siquiera cuando alguno de sus mujiquitas deja correr el rumor de que el Presidente de Colombia tiene a Marulanda en tres y dos logra despertar la mitad del interés que despierta Chávez.

No ha sido una ni dos las calenteras de Uribe cuando en un evento internacional pasa al lado de un salón donde está Chávez rodeado de un gentío, incluso de flamantes oligarcas que desean conocer al tipo que seduce al mundo. En estos casos, Uribe se escurre por uno de los costados del salón sin que nadie se percate de su presencia o en caso de que alguien lo vea lo único que hace es tocarle el hombro a quien esté a su lado para señalar al Presidente colombiano, mientras sonríe con sorna.

Esto sirve para que Uribe acumule un odio especial contra el Presidente Chávez; odio que se incrementa tras cualquier cumbre u otro evento internacional. Sólo que las masculladas mentadas de madre del colombiano contra nuestro Presidente, no surten efecto, salvo que cada día amargan más al pobre hombre.

Lo grave de estas dos motivaciones en Uribe es que no van a pasar, por lo tanto la conducta del Presidente de Colombia seguirá hasta el fin de su mandato. Quizás en ese momento empiece a sonreír de verdad.


salima36@cantv.net


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Pedro Salima


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