Los “linces”
son policías con un entrenamiento especial, tanto desde el punto de
vista técnico-militar como psicológico.
Es una creación a escala
internacional de la tenebrosa MOSSAD, cuerpo de inteligencia sionista
creado para hacer terrorismo a nombre de la lucha antiterrorista.
Están organizados en
unidades con agentes montados en motocicletas “saltamontes”
de alta potencia y con vestimenta y armamentos parecidos a los de
Rambo o Robocop. Especie de policías extra-terrestres.
Han sido instruidos por
experto israelíes, que a su vez han formado otros tipos de unidades
antiterroristas en los cuerpos castrenses del país; comparten con ellos
ese engendro un grupo de expertos de la Policía Colombiana, con la
cual la Policía Nacional y el Estado dominicano ha establecido un convenio
de cooperación muy intenso.
Este convenio se enmarca
en el llamado “plan de seguridad democrática”, que en Colombia
ha devenido en un estado de violación de derechos, abusos, torturas,
crímenes, terror y colaboración estrecha y articulada con el para-militarismo
y sus masacres. Esa “seguridad democrática” ha ido creando
progresivamente en ese país una especie de Estado corporativo-fascistoide,
en el que la cultura de la muerte es la ideología de esas unidades
especializadas, ya sean policiales, militares o paramilitares.
Franklin Almeida, como
Secretario de Interior y Policía (no decorativo), sabe muy bien a que
me estoy refiriendo y tiene mucha responsabilidad en el impulso de ese
proceso de tecnificación, adoctrinamiento y entrenamiento de los
“swaps”, los “linces” y la inteligencia policial.
El motivo aparente de
ese cuerpo es el combate a la delincuencia de calle, a la delincuencia
menor, producto creado en el caldo de cultivo del empobrecimiento social
y fenómeno alimentado por la delincuencia mayor (civil, estatal, militar,
policial, empresarial y partidocrática) que la derrama hacia abajo
y la instrumentaliza.
Y más que motivo, es
excusa o pretexto; puesto que la delincuencia de Estado está imposibilitada
de acabar con la delincuencia que dice combatir. Más bien se asocia
a ella, la usa, le cobra peaje, comparte beneficios, discrimina su persecución,
convierte componentes de la misma en factores funcionales a sus intereses
y la sacrifica cuando se sale del carril o cuando algunas de sus bandas
se tornan competitivas y adversas.
A los “linces”
se les ha dado licencia para matar, extorsionar, abusar… Se le educa
en la prepotencia, en el desconocimiento de derechos y libertades, en
el poder de decisión sobre la vida de otros.
Esto lo vi, lo constaté,
lo palpé a raíz de la emboscada que nos hicieron al inicio de la semana
pasada.
Y digo emboscada con
toda propiedad.
Los “linces”
no andan en trulla, solo se juntan cuando van a hacer operativos premeditados.
Y en este caso se apostaron ocho “linces” en cuatro motocicletas
en la esquina próxima a mi casa, mientras otros seis se ubicaron a
tiro de llamada en un lugar cercano preestablecido.
Sabían perfectamente
a quienes iban a asaltar, tenían días explorando posibilidades. Conocen
mi automóvil y saben que me acompaña una motocicleta con dos compañeros.
Al iniciar el “operativo”
los agentes procuraron capturar y aislar la motocicleta protectora de
mi vehículo y no pudieron hacerlo porque accidentalmente el tránsito
se torno lento y pudimos desmontarnos rápidamente del vehículo. Tenían
un dispositivo civil, paramilitar, mas adelante, que no pudo ser empleado
y que tenía a su cargo completar la operación con aparente independencia
del primer acto.
En esa nueva situación
intentaron provocar un conflicto trágico, exhortaron a los camaradas
a disparar para desatar el “accidente” que le posibilitara
la masacre.
La serenidad y la firmeza
con que actuamos y la ayuda de las personas que se aproximaron al punto,
se lo impidió.
No valió identificarnos
en alta voz para que no hubiera alegato de ignorancia. Siguieron provocando,
rastrillando armas, desarmando violentamente a los dos de los camaradas
detenidos, llevándose la motocicleta, apresando a uno, golpeándolo
en la cárcel, retratándolo con las armas en manos.
El Jefe de la Policía
no quiere admitir la premeditación e insiste en afirmar que de él
no emanó la orden a los “linces”, presentándose convencido
que todo fue una confusión persiguiendo delincuentes motorizados
Orden hubo, auque no
puedo afirmar que procediera de él. Plan hubo, aunque todavía no se
pueda probar quien o quines (con nombres y apellidos) lo diseñaron.
Este hecho viene a coincidir
con el denunciado plan de Uribe y CIA para asesinarme, sobre el cual
ninguna autoridad militar, policial, civil de este país….ha dicho
nada. Uribe, por su parte, dijo “no conocer sus detalles”,
sin negar la existencia de la trama.
El presidente Fernández
sabe que ese plan existe y está obligado a decir algo sobre mi denuncia
y ahora sobre esta emboscada de los “linces”. El silencio
puede revertirse en su contra.
Las dos armas incautadas todavía no han sido devueltas, en obvio intento de debilitar mi defensa. El silencio se va tornando en complicidad y la agresión de los “linces” en asociación interna.
narcisoisaconde@gmail.com