El Sr. Barack Obama ganó la elección presidencial de los EEUU, un hombre de color que está obligado por su propia situación de clase discriminada, ahondar en su lucha por la justicia social. Ahora el problema que se le presenta es de orden político estructural por cuanto no se trata simplemente de su intención de mejorar la relación interna de su país, ni tampoco la de buscar mejorar su imagen de País invasor, por una de mayor contribución a la estabilización por la paz mundial, sino se trata de su lucha inicial de imponerse a la orientación de la política que el Departamento de Estado, antes de ganar ya le tenía definida, recordando al respecto que hasta el momento este ha sido el órgano principal de diseñarle esa política tanto a liberales como a demócratas. Por supuesto que en esas decisiones políticas intervienen un grupo de magnates y grandes consorcios industriales, incluyendo en estos los que manejan la política de guerra y la industria militar. Luchar contra el establishment, que tiene por defensores de una ideología a una clase que se considera “Supremacía Blanca”, no es nada fácil, y es allí donde Obama tiene que hilar muy fino, tiene que cuidarse porque así lo demuestra la historia norteamericana con aquellos gobernantes o líderes que han tratado de insurgir con algunos proyectos o ideas de justicia social, las consecuencias han sido negativas, sólo por mencionar dos casos emblemáticos, el asesinato de Jhon F. Kennedy y la vil muerte de Martin Luther King. En otras palabras, tiene que cuidarse de sus propios potenciales enemigos internos para que se mantenga la esperanza en el seno de su propio pueblo. Sin embargo, se hace necesario reconocer que con Obama como Presidente, no sólo se tienen grandes expectativas a lo interno de la sociedad norteamericana, sino que también muchos países esperan grandes cambios en la política del gobierno de los EEUU, incluyendo los países que han sido victimas de guerras injustificadas. Las relaciones de gobierno del País del norte con respecto a Centro América y América Latina en general, en los últimos cincuenta años, por no decir más, han sido de invasiones, intervenciones, saqueos, explotación y expoliación, ahora el momento geopolítico es otro, los países del caribe y América del sur desde hace diez años han venido despertando del letargo en que se encontraban sumisos, inspirados por supuesto en ese pensamiento uniforme de nuestros libertadores y guerreros que lucharon por la patria, por la verdadera libertad y por los ideales más nobles a favor de pueblos enteros, basta con mencionar algunos pocos como Francisco de Miranda, Simón Bolívar, José Martí , Artigas, Sandino, Emiliano Zapata y el Che Guevara. Hoy más que nunca son varios los países que buscan la verdadera integración por una mejor relación de intercambio con base a las fortalezas que cada uno tiene, se trata de aupar el desarrollo integracional de los pueblos, esto no lo detiene nadie y es allí donde el imperio tiene que reconocer esta gran verdad, oír a ese pueblo que anda por las calles con un slogan que dice que: “Alerta, alerta, que la espada de Bolívar camina por América Latina”. Esta realidad tiene que ser tomada en cuenta por los asesores de Obama, para que pueda existir una relación de respeto y de no ingerencia en nuestros países. Al respecto tampoco debemos hacernos muchas ilusiones, sino estar pendientes del rumbo que tome el nuevo gobierno norteamericano y del movimiento que realicen sus títeres y pitiyanquis latinos bajo la orientación de las diferentes embajadas con el accionar de la CIA, en cada uno de los países de Centro América y América del Sur, recordando que es el imperio el que se mueve para intentar mantener su status y su dominación. De allí el problema que está por dilucidarse, o es el imperio el que se impone a través de su departamento de Estado sobre el nuevo mandatario, o es Obama, quien con su criterio personal intentaría hacer por lo menos justicia a su clase social y con respecto al resto de la América pudiera estar desarrollando una política de más acercamiento y menos tensiones. En todo caso la América Latina no puede estar sujeta a los vaivenes de un imperio, porque imperio es imperio y como tal este seguirá actuando independientemente de la persona que ocupe la Casa Blanca, sea este demócrata o liberal.