A Óscar Arias en Costa Rica lo llaman el señor Huele-Peo del Pentágono. Porque Costa Rica desde que se fundara se constituyó en otro Estado asociado del imperio. Hay que conocer su historia, quién fue sobre todo Pepe Figueres su creador, y éste vivito con cara de pendejo ahora presidente, quien fuera su hijo más mimado. Yo recuerdo que en la época de esplendor de los adecos, no sé por qué razón, a Héctor Alonso López (por ser idéntico al bobito del Oscar Arias) alguien lo propuso al Nobel de la Paz. Todo, porque entonces se dijo que era el más joven de toda la juventud venezolana y se desvivía por coleccionar elefantes rosados (que en algo coincide con Mario Vargas Llosa quien tiene la colección más impresionante de hipopótamos rosados).
Pues bien, el imperio colocó de ipso facto en las negociaciones con Micheletti al bobito hecho el pendejo de Oscar Arias, quien con su galardón a cuestas saltó a satisfacer a quien se lo había otorgado. El bobito nada pendejo (aunque parezca contradictorio) dijo: “Claro que Zelaya puede retornar al poder pero tiene que hacerlo según las reglas que nosotros los pacíficos y lo verdaderos demócratas acordemos. Primero, colocarse bajo las órdenes del Alto Mando; segundo: no llamar a una Constituyente y tercero: gobernar con quienes le depusieron. “Ese es mi Plan que yo denomino Declaración de San José y que indudablemente otorga grandes beneficios políticos a la democracia del continente, de acuerdo con el derecho internacional y con el mismo hondureño”.
Quedaba con esto totalmente implícito que Micheletti no sería tocado y pasaría a convertirse en potencial candidato a la presidencia, y además los partidarios de Zelaya que hubiesen participado en manifestaciones y paros llevados a los tribunales, acusados de delincuentes. Que además, la participación de Zelaya en un segundo mandato constitucional quedaría sin efecto alguno.
Que hombre más cínico y canalla el bobito este, tratando de matar la decisión popular más anhelada y profunda de los hondureños. Eso es lo que este bandido conoce por democracia, la misma que le enseñó su padre, el agente de la CIA, José Figueres.
La mayoría de los premios Nobel de la Paz se los han dado a los que hacen la guerra. Imagínense, pues, si se lo dieron a Henry Kissinger.
Ese dechado de virtudes que le ha sido encasquetada a Costa Rica, es creación norteamericana, y de su mejor mentor: Rómulo Betancourt. El Premio Nobel de la Paja, Oscar Arias, sale y dice que la intención de Zelaya de regresar a su país es una provocación y una irresponsabilidad. Claro, porque lo querían amarrar en Costa Rica, castrarlo, tratar de darle un billete bien grueso y decirle que se fuera a pasar unas vacaciones a Monte Carlo con su familia durante cuatro años, con todo pagado. El cara de pendejo de Arias le sacó la cuenta y le mostró el cheque, y le dijo que a él le había dado mucho menos por los servicios prestados al Departamento de Estado. Añadió que a los voceros de Micheletti sólo le habían entregado un bono de 200 mil dólares a cada uno. Que al general Romeo le había dado la mitad de lo que le estaban ofreciendo a él. Que no fuera a perder esa oportunidad y que el tiempo era oro: o lo tomas o lo dejas. Y Zelaya salió en volandas en un avión venezolano. Arias se ha comunicado unas treinta veces con Michelitti y entre sus sugerencias le pide que movilice a su gente en marchas que exijan la no injerencia extranjera en los asuntos internos de Honduras, sobre todo la proveniente de Hugo Chávez.
Hoy amanece el Julieto Arias diciendo que su documento es "equilibrado y justo" y que urge la instalación de un gobierno de reconciliación con representantes de todos los partidos políticos que ocuparán los diferentes cargos. Pero insiste como prioritario que el presidente depuesto renuncie tajantemente a su intención de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente como medida para no actuar sobre los "artículos irreformables". Además, que el Tribunal Supremo Electoral hondureño convoque elecciones para el 28 de octubre y el consecuente adelanto de la campaña electoral el 1 de agosto (para que así jodan mejor al pueblo).
Lo más grave de todo esto es la amnistía para los delitos políticos que el Arias propone, y que para lograr la reconciliación y fortalecer la democracia. Todo el mundo sabe que eso de amnistía es para que el golpe siga su curso cada vez más profundo y seguro. No lo sabremos nosotros los venezolanos, que llevamos siete años en este calvario de pertinaz conmoción, guarimbas, paros, sicariatos y torturas mediáticas…
El punto que propone Arias sobre las FUERZAS ARMADAS es el sumun de la pajudez más horrible al cual quieren someter al pobre Zelaya. Según este acuerdo, las Fuerzas Armadas golpistas quedan a disposición del Tribunal Supremo Electoral que ya está conformado por bandidos plegados al golpe.
En todo este panorama, forzosamente tendrá que aparecer Patricia Rodas, y entonces veremos qué pasa. Siguen muy agitadas las aguas, pero nada que no implique un severo castigo a los golpistas resolverá el gravísimo asunto de Honduras. Sí señor.
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