La Central Intelligence Agency (CIA) es la maquinaria de matar más perfecta que la historia de las civilizaciones haya conocido jamás, aún los aberrados mentales que engendraron la Gestapo se nos asoman como traviesa muchachada de secundaria, cuando los colocamos junto a ésta verdadera máquina de matar y destruir. No podemos permitir que se continúe callando esta verdad en los espacios de convergencia política mundiales, sin duda alguna, el gobierno de los Estados Unidos de América, y sus peligrosos tentáculos económicos y militares en el mundo, se han transfigurado entrado ya el siglo XXI, en la primera amenaza para la preservación de la raza humana sobre el planeta Tierra.
Durante las últimas décadas su desesperación por el acceso al control de los recursos energéticos del planeta, ha imbuido a la administración de la Casa Blanca en una genuina crisis de esquizofrenia que amenaza la vida en el planeta, y la CIA, ha sido el monstruo que parece creerse comisionada por algún dios para planificar y decidir qué líderes políticos y sociales deben vivir y quiénes no.
La ascensión de George W. Bush a la presidencia de los Estados Unidos, aumentó el nivel de demencia colectiva en la Casa Blanca, se invadió Afganistán en 2001, para acceder al control de los ricos yacimientos petrolíferos del Asia Central que tradicionalmente han estado bajo la influencia de Rusia; en 2003, empantanada aún en las montañas afganas, la Casa de los Dementes, lanza otra injustificada guerra de invasión, para acceder esta vez, al control de los yacimientos petrolíferos de la Mesopotamia y el Golfo Pérsico, iniciando la invasión a Irak, aún en contra de los dictámenes de la ONU, cuyas resoluciones todas estorbaron una y otra vez las apetencias demenciales de la Casa Blanca, hasta que ésta resolvió, al igual que Adolfo Hitler al invadir Polonia en 1939, ponerse al margen del Derecho Internacional, y erigirse en Estado forajido, invadiendo la milenaria tierra de los Jardines Colgantes de Babilonia, hoy ya varios años después, las tropas invasoras continúan atascadas en el polvo de la derrota, y aunque no han podido avanzar en Irak, seriamente están pensando en invadir ahora a la Persia; de manera pues que es una verdadera administración de dementes la que encabezó el engendro y genocida mayor George W. Bush en la Casa Blanca. Hoy, la casa de los dementes, como si fuera poco lo el haber albergado a tantos locos durante tanto tiempo, parece que ahora su inquilino es autista (con el respeto que merecen las personas que padecen de autismo) ya que se mantiene inoperante, como si estuviera fuera de la realidad y no se enterara de las acciones de la CIA. A Obama le entregaron recientemente el Premio Nobel de la Paz ya que según el jurado de dicho galardón lo ve como una esperanza para lograr la paz en el mundo, decía alguien: “es como si a un escritor le entregáramos el Premio Nobel de Literatura porque tenemos la esperanza de que algún día escriba un buen libro”.
Esta nueva administración de la casa de los dementes no promete nada diferente a las anteriores y por eso debe ser derrumbado por el empuje de los pueblos (incluyendo al de los estados unidos) y los gobiernos dignos de la Tierra, antes que sea demasiado tarde.
En 1914 un caso semejante al de la invasión de Irak -la invasión austrohúngara a Serbia- fue detonador de una Guerra Mundial, veinte años después la violación de las resoluciones de la Society of Nations que reprimían las apetencias imperialistas del Tercer Reich, dio inicio a la guerra más sangrienta que el mundo había conocido hasta entonces, el engendro del mal que amenaza a la humanidad toda ya no es el nazionalistiche, sino el imperialismo estadounidense que se ensoberbece por sobre las mismísimas herederas de la Society of Nations: la Organization of the United Nations, tomando sus resoluciones cual papel higiénico. La razón por la que la reacción mundial ante la invasión de 2002, no fue igual a la de 1914 o 1939, es esencialmente el pánico colectivo que ha embargado al planeta en la zozobra. La caída de la Unión Soviética, dejó al mundo en indefensión ante el engendro. Pero hoy pueblos y gobiernos humanistas, soberanos y con autodeterminación en todo el mundo se levantan y ya se ha comenzado a conformar una verdadera alianza de naciones para hacer frente al monstruo.
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