El cinismo del presidente Uribe Vélez

He escuchado o leído en muchos que, el comportamiento de delincuente de cuello blanco del Presidente Álvaro Uribe Vélez, es el de un auténtico Tartufo i verdaderamente un cínico. Se tiene mucha ignorancia respecto a los filósofos griegos de la filosofía o corriente cínica i, además, convengo que no tienen que ser muchos los que hayan leído i menos, estudiado, al pensador Epícteto que los estudia; ni saber de los integrantes de una secta, porque realmente cuesta adjudicarle la categoría de escuela o corriente filosófica. El adjetivo cínico tiene siempre una connotación negativa, peyorativa, pues el diccionario dice que significa desvergüenza i quien la practica el cinismo, es impúdico i procaz, aunque sí se le considera al mismo tiempo, mentiroso. Los cínicos fueron una derivación de los discípulos de Sócrates, i entre ellos consideran su fundador a Antístenes i el más relevante, notable o conocido, Diógenes, el mismo que pidió apartarse a Alejandro Magno, porque le tapaba el sol.

 De manera que el cinismo de un hombre falso como Uribe, dista un poco del cinismo filosófico -excepto en lo de mentiroso como oficio- i se parece más a lo que ha trascendido hasta nosotros, por la definición del diccionario que si le amolda al cuerpo i mente, como traje a la medida. En el de la DRAE, se destaca que el cínico miente con desvergüenza i que practica acciones o doctrinas vituperantes, porque ya lo demás, lo de impúdico, procaz, desaseado, grosero o desafectado, son atributos que podríamos considerar secundarios. En cambio, usa mucho, eso sí, una risa cínica, como cuando lo vimos sonriendo con fingimiento, mientras en una cumbre de presidentes, corría como un payasito de circo, abrazando i estrechando manos para tratar de demostrar colaboracionismo i afectos: inclinaciones que sólo aplica i practica con sus amos del norte, sean de donde sean sus amos: Casa Blanca, Pentágono o Transnacionales. Hacia allá concurre a casa rato a rendirles pleitesía i a buscar dólares. Es un lacayo de baja estatura i de cerebro sumiso: una inteligencia parcial sin nociones de ética. Epicteto en cambio pensaba que el verdadero integrante de la derivación una tanto deformada de la filosofía socrática, era así “el filósofo cínico es un hombre lleno de pudor y siempre expuesto a la vista de los hombres, porque nada hace indecente; es un enviado de los dioses para reformar a los hombres y para enseñarles con su ejemplo que, pobre, desnudo y sin más techo que el cielo, y sin más lecho que la tierra, se puede ser feliz”. I de seguido le agrega virtudes que bastante se parecen a las que se le atribuyen al mismo Jesucristo. Por eso al final de todas expone que a pesar de su humildad, a los cínicos “los reyes y los emperadores no pueden verlos sin respeto; no de otro modo Alejandro miró a Diógenes”. Concluyo pues que, el cinismo de Uribe Vélez, ese presidente paramilitar i narcotraficante -defensor personal de Escobar Gaviria, aunque lo esconda- no puede tener cinismo filosófico, puesto que todo lo maligno lo hace no a la vista de los hombres ni de su propio pueblo despreciado; mucha de las cosas que hace son indecentes (las aberraciones que practica para impedir rescate de rehenes i sus miedos respecto a Pilar Córdoba) o el Tratado para establecer las bases militares (ofreciendo ahora publicar una copia manipulada i que, sin letra chiquita, debe ser una copia amañada i falsa) i sí es un “enviado de los dioses del Imperio del Norte” pero para enseñarles a los hombres las atrocidades de la CIA i otras organizaciones represivas, más la imposiciones a que le obligan, de manera que no puede evitar las 10 bases militares que le imponen i el entregar la soberanía de su patria, preparativos posibles para el inicio de una III Guerra Mundial que llegue a destruir hasta el último pulmón vegetal del planeta i los más grades recursos de agua dulce que le quedan. Ese es el Uribe Vélez que adora una persona semejante a él, racista de uña en el rabo i mui escasa de verdaderos conocimientos, cosa que simula mui bien; que no es una Maja como lo entienden los españoles, sino un Majo de soberbia reprimida i agresión estúpida, especialmente contra un país i un gobierno que la ha soportado con bondad i cortesía. El cinismo de Uribe se aparta de lo filosófico i es el cinismo con desvergüenza, traición i servilismo del Tartufo de Moliere, aquella obra que pinta la capacidad del delincuente disfrazado de persona honrada, entregado a la aparente lealtad, al rezo i las actitudes de sumiso “hijo de Dios” i de su iglesia, mientras prepara el asalto a los bienes de sus protectores. Para el casi estúpido dogmático de Orgón que introduce a Tartufo en su hogar, lo privilegia, le cree por encima de sus familiares, su esposa i sus hijos, quiere entregarle por esposa a su hija Mariana así ella ame a Valerio, i otros familiares le preparan una trampa al delincuente con faz de casi santo; i Damís escucha todas las promesas de amor que Tartufo -“mi ser entero voló a vuestros encantos- hace a Edelmira la esposa de Orgón, insinuando a la infidelidad; pero cuando este ridículo personaje se niega a creer lo que le cuentan i reniega de todos para seguir protegiendo a Tartufo i ratificar su deseo de casarlo con Mariana, uno evoca lo que sucede con el pueblo colombiano, al campesinados, los obreros, a su clase media baja i la clase media alta, alienada por discreto logros, engañado por el gobierno de Uribe, su secuaces, su “Santos” sin canonizar i sus medios de comunicación, consagrados al gran Dios del Norte, estimando que los privilegios i riquezas que les dispensan ahora, los van a seguir teniendo si ese imperio los aplastara i sometiera definitivamente. Uribe pasaría a ser otro Noriega; ya nos servimos de usted, para que, igual que Santander, vuelva a traicionar al Libertador Simón Bolívar.

 I Orgón como no cree tanta maldad, permite a Tartufo su defensa, en la que este bribón usa frases como: -Mas, por grande que fuera mi culpa, Dios me guarde de la vana defensa que es soberbia y alarde”. De modo que es al final, cuando luego de muchas peripecias se enteran que por la posesión de ciertos documentos que Orgón había traspasado a Tartufo, está a punto este bandido de dejarlo en la calle, de estafar todos sus bienes i qué, solamente la bondad de un rei con malicia para detectar los fraudes, salva a la familia, Orgón admite que es un bribón. Por eso, superado la tragicomedia que a punto estuvo de ser así, Orgón tiene hasta la estupidez de preguntar a Tartufo: -Y bien, ¿El traidor que opina? Cleantes, un cuñado de Orgón le dice:

 ¡Ah, hermano; vos callad, y no descendáis nunca a tal indignidad. Dejad a un miserable a su suerte librado.

 Así espero que pronto llegue el día en que el pueblo colombiano, al lado de los otros pueblos libres de América Latina, podamos ver al Tartufo colombiano, dejado como un miserable antibolivariano i antipatriota continental, librado a su suerte.


robertojjm@hotmail.com


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Roberto Jiménez Maggiolo


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