El manejo del asunto de Honduras, la conducta indecorosa que allí se manifiesta, a través de la representación del Departamento de Estado, golpistas, diplomáticos de distinto origen y procedencia, incluyendo a los de la OEA, debería clasificarse como pornográfico e impedir que los niños accedan a esa información asqueante. Parece que una zamurada, descaradamente acaudillada por los gringos, con Tomás Sahnnon al frente y, como burda ironía se le agregó una señora “gringa” llamada Hilda Solís, para ilustrar aquello de “no hay peor cuña que la del mismo palo”, se tomó para sí, lo que en verdad no mucho le concierne.
Los creadores del patuque, iniciado con un golpe de estado, se abrogaron el derecho a desenvolverlo de conformidad con sus intereses y ayuda de una comparsa fraudulenta.
La política del garrote, la invasión militar y toda la basura que los países poderosos han usado para someter a los débiles, parece como menos indecente, que la pantomima que ahora montan en Tegucigalpa. Pero la crueldad e hipocresía que abundan en ésta, son tantas como unas cuantas bombas destructivas.
A Honduras, gringos y monigotes, le tomaron de escenario para montar una opereta bufa, donde se mofan de nacionales todos y dignidad de los pueblos de América Latina. A Zelaya, no sólo le restan tiempo y poderes, acercándole a las elecciones, sino intentan volverle una perinola enredada en la cuerda.
Mientras Zelaya espera le restituyan “de inmediato”, plazo que cada día se estira cual gomera, “diplomáticos” usan todo tipo de argucias y subterfugios para el engaño.
Esta vez, porque cada día hay una nueva vez, Hilda Solís, una mujer que pareciera nuestra, pero es sólo una vulgar carnada, declaró como quien lanza anzuelo para ver que pesca, que “se prevé que para el 5 de noviembre, se establezca un gobierno de unidad y reconciliación nacional”. E intentado hacer atractiva su trampa agregó con dramatismo, “es un hito que se debe alcanzar”.
Un periodista que entiende de engaños, preguntó con sensatez acerca del retorno de Zelaya, pues tal gobierno no es posible sin esa condición y el acuerdo no pudo haber desvinculado una cosa de la otra, la enviada de Obama - quien con sutileza utilizó a la “latina”- respondió creyéndose muy habilidosa, “no tenemos hora ni fecha”.
Cree la señora que el gobierno de unidad y reconciliación no tiene que pasar por el regreso a la legalidad, sino que hay que darle tiempo al tiempo, como aquello de llueve y escampa.
Por su parte, el señor Ian Nelly, portavoz del Departamento de Estado, ante el reclamo de Zelaya al gobierno de Estados Unidos de aclarar “si apoya o no su restitución” declaró, como “a quien le pueda interesar”, “ya aclaramos nuestra posición sobre el presidente Zelaya; creemos debe ser reinstaurado”. Pero dejó establecido que, en el punto en que están las cosas, “la solución de la crisis depende ahora únicamente de los hondureños”.
Ese “creemos”, dicho por un diplomático, no es más que un desentenderse del asunto, pero al mismo tiempo una orden subliminal, para los golpistas a la hora de abordar la solución de la crisis. Algo así como, “creemos, pero no se va a poder”.
Porque aquello sólo es un juego de palabras. La Solís dio a entender únicamente que podría ser, pero no hay “plazo ni fecha en el calendario”.
Por su parte, Thomas Shannon, quien cada día cambia de posición, declaró que su gobierno respaldará las elecciones promovidas por el gobierno de facto, “independientemente” de la decisión que adopte el Congreso hondureño. Todo ha sido un baile de máscaras. Uno lo sabía.
A ese proceder aparentemente incongruente, pero enrevesado, zigzagueante, hipócrita y asqueroso, le llaman diplomático.
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