Dictaduras de baja intensidad

La derecha toda es poco creativa. Lo de Honduras, fue como un periódico de ayer. La política que practica contra los movimientos populares exitosos de América Latina, no es más que un vulgar calco y copia de lo que el Departamento de Estado ha planificado y puesto en práctica.

El golpe del 2002 contra el presidente Chávez, sirvió de referencia para destituir a Zelaya. Antes, ese libreto se aplicó repetitivamente en nuestro mundo. Las guarimbas, manitas blancas, bandera al revés, no son más que traslados de lo que antes han hecho. En Bolivia montaron el drama y fracasaron.

En los países donde se está intentando revisar las ancestrales relaciones internas y con los centros de poder industrial y financiero, se ha producido el milagro que los opuestos, desde la extrema derecha a liberales y hasta antiguos militantes de la izquierda, se han unido alrededor de la dirigencia del oficialismo norteamericano. Esto si es novedoso.

Muchos, que envejecieron hablando contra el imperialismo, llegado este momento, el de la verdad, se pasaron al lado de aquel con todos sus peroles. Pero esto no es todavía suficiente.

Para justificarse, han pregonado cuanta necedad se les ocurre, sin preocuparse por ser originales. Sólo les preocupa asirse aunque sea a un clavo caliente y cubrirse con una menuda hoja de parra. Planteada la lucha en la cual antes estuvieron, pero ahora en términos de confrontación que les parece peligrosa, en virtud de los privilegios alcanzados, optaron por aliarse al enemigo, pero fingiendo que les asiste la verdad y que hay dignidad en ello.

No arrearon banderas, las cambiaron. Repiten “dignamente” lo antes dicho por la señora Clinton. Esta, recientemente expresó que las solicitudes constituyentes y reelecciones de Chávez, Morales y Correa, son productos de “argucias legales”, para perpetuarse en el poder, violar constituciones e imponer poderes personales.

A ella le pareció “decente” el golpe de Honduras, no la intención de Zelaya de averiguar la opinión popular acerca de una constituyente. Es decir, se trata de un discurso a favor de la llamada “internacional de las espadas”, cuando en América Latina predominaban gobiernos despóticos impuestos por Estados Unidos.

Ahora, “intelectuales” de la vieja izquierda, siguiendo el libreto-discurso ultra derechista, según el cual el voto popular no es determinante o lo importante que antes creyeron, están hablando de “dictaduras de baja intensidad”. Obviamente, según sus pareceres, de esto habría en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y en todas aquellas naciones donde el pueblo, sobre todo a través del proceso constituyente, ha demandado un cambio integral y profundo.

Para lograr eso, que lleva nombres diferentes como “revolución bolivariana”, “ciudadana” u “originaria”, se parte de un proyecto coherente por mandato popular. Al frente del mismo marcha el pueblo. Con un liderazgo unificador y consecuente.
Esa unidad y forma de proceder desde el Estado y sus instituciones, define una conducta diferente a la dispersión y precariedad de la vieja izquierda y al individualismo de quienes sólo les interesa su interés particular. También a la fingida independencia de poderes de las clases dominantes. Para éstas, un estado compuesto por poderes falsamente independientes, atornillados a las viejas relaciones, mandato del poder económico privado y una manada de bueyes opositores que empujen en distintas direcciones, es ideal para que todo siga como está. Para que no les muevan la camita.

Pero un pueblo, una vanguardia, con un proyecto para cambiar la sociedad, no deben actuar sino de manera coherente y unida. Por eso, coincidencias de poderes, donde los revolucionarios y los pueblos predominan, es una hermosa, fresca forma de ejercer la democracia popular.

Para la derecha, la que pierde privilegios y quienes la defienden es una “dictadura de baja intensidad”. Lo que de paso, es un reconocimiento a las libertades y derechos plenos que gozan. Aunque lamentan que les corten las garras, apetencias pecaminosas, disminuyan márgenes de explotación, lucro y privilegios.

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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