Terrorismo bueno y terrorismo malo

 El Bin Laden quien es hoy el “terrorista malo” más buscado del mundo, fue en los a en los años ochenta un “terrorista bueno” y niño mimado de la inteligencia norteamericana. Las prácticas terroristas de entonces no fueron impedimento para que The New York Times lo calificara, junto a sus soldados, como “luchadores por la libertad” y el gobierno gringo lo respaldara con tres mil millones de dólares.

Entrenado por la CIA el hoy “terrorista malo” aprendió cómo mover dinero a través de sociedades fantasmas y paraísos fiscales; a preparar explosivos; a utilizar códigos cifrados para comunicarse y a ocultarse.

A Arabia Saudí regresó como héroe después de la retirada soviética de Afganistán, pero su objeción a la presencia de tropas estadounidenses durante la Guerra del Golfo comenzó a transformarlo en un “terrorista malo”.

Casi simultáneamente con el inicio de la guerra de Afganistán (1979) llegaba al poder en Irak, Sadam Huseim. Los gringos y sus aliados europeos lo señalaban de estar involucrado en el terrorismo internacional. Sin embargo, como parte de la estrategia norteamericana para frenar una supuesta expansión de la revolución islámica del Ayatola Jomeini, Sadam se convirtió en otro mimado del gobierno norteamericano e invadió Irán, dando inició una guerra que duraría ocho años y cobraría más de un millón de vidas.

Esta acción sirvió para que dejara de ser un terrorista malo y para que los Estados Unidos y Europa eliminaran a Irak de su lista de países involucrados en el terrorismo internacional (26 de febrero de 1982).

En esos mismos años ochenta, concretamente en 1987, es indultado por el Presidente George Bush el terrorista cubano Orlando Bosch quien previamente había sido liberado en Venezuela por órdenes de Carlos Andrés Pérez, pese a formar parte del grupo que realizó el atentado terrorista contra el vuelo 455 de Cubana, el 06 de octubre de 1976 y en el cual perecieron 73 inocentes.

Bosch viajó desde Venezuela asistido por el embajador norteamericano Otto Reich y luego de seis meses de prisión fue indultado, como ya expusimos, por el entonces presidente George Busch.

Que estuviese acusado de formar parte de la operación Cóndor que coordinaba las actividades represivas de las dictaduras militares derechistas del Cono Sur durante la década de 1970; que hubiese planificado la voladura del avión de Cubana; que fuese el líder de la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), organismo descrito por el propio FBI como “el paraguas de una organización terrorista anticastrista”; que el propio fiscal general de justicia (Dick Thornburgh) lo definiera como un “terrorista no arrepentido” y que tuviese que testificar, como sospechoso del asesinato del expresidente John F Kennedy, ante la Cámara sobre Asesinatos (House Select Committee on Assassinations) no son elementos (según el gobierno de los Estados Unidos) para considerar a Orlando Bosch un terrorista… por lo menos, un terrorista malo.

Otro protegido de esos años fue Augusto Pinochet. No se dieron por enterados los gringos de la operación Caravana de la Muerte y de cómo el general Sergio Arellano Stark, bajo las órdenes de Pinochet,  recorría el país en un helicóptero Puma para ordenar las ejecuciones sumarias a los detenidos políticos de alta connotación en los recintos militares.

No pasó por la mente de ningún funcionario gringo incluir al dictador Chileno en su lista de terroristas malos. Sin embargo, los que si fueron incluidos en esa lista, y aún uno de ellos es perseguido por ello, fueron los fundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile. Esto por enfrentar a un dictador que era aliado, protegido y mimado de los gobiernos norteamericanos.

También en esos años ochenta (1984) llegó al poder en Sudáfrica Nelson Mandela, un símbolo de la lucha de los pueblos africanos contra el apartheid.

Fue Mandela prisionero del régimen racista por 27 años, pero los gringos lo consideraron un terrorista y como tal lo incluyeron en su lista negra.

Mandela se hizo merecedor, con el aval del mundo entero, del Premio Nobel de la Paz en 1993, pero los gringos lo mantuvieron en la lista de “terroristas malos” por dieciséis años más.

Sin lugar a dudas, en Norteamérica tienen una definición de terrorismo y una práctica antiterrorista muy particulares.






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Alexis Arellano


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