Los/as trabajadores/as con conciencia de clase y los/as marxistas de todo el mundo han observado el rápido crecimiento económico de la China Popular en las últimas dos décadas con admiración pero también con ansiedad.
Ya sea que se considere a China como país capitalista o como uno aún fundamentalmente socialista, nadie puede negar el asombroso progreso material hecho por este vasto país, hogar de una quinta parte de la población mundial. Tampoco se puede negar que gran parte del crecimiento industrial de China ha llegado a la par de la inversión de corporaciones imperialistas que recorren el mundo en su búsqueda de trabajadores/as educados/as pero con bajos salarios.
Recientemente, una intensa explotación de los/as trabajadores/as en China por parte de estas corporaciones parece haber provocado una serie de suicidios entre los/as empleados/as de Foxconn, el fabricante de iPhone con sede en Taiwán, despertando indignación pública y un debate sobre los salarios y las condiciones de trabajo.
La pregunta para el movimiento ha sido, ¿permanecerán pasivos los/as
trabajadores/as chinos/as ante la presión de los patronos capitalistas
de reducirles a esclavos/as asalariados/as? ¿O se organizarán y
militantemente exigirán sus derechos en un país que ha inscrito en su
constitución un papel central tanto para la clase obrera como para el
objetivo de lograr el socialismo?
Desde mayo, un sector muy importante de la clase trabajadora de China —
en su mayoría jóvenes inmigrantes de las provincias del interior que por
decenas de millones han viajado a la costa en busca de trabajo tanto en
obras de construcción del estado como en las plantas de propiedad de
los capitalistas — han dado la respuesta.
Trabajadores/as de la Honda desencadenan ola de huelgas
Lo que se ha convertido en una oleada de huelgas, con enormes implicaciones para la lucha de clases en todas partes, se desencadenó cuando los/as trabajadores/as en una planta de repuestos de la Honda pararon sus trabajos el 17 de mayo. (Ver nota en el Boletín anterior…..
Eventualmente, casi toda la planta — 1.900 trabajadores/as — apagaron sus máquinas y se unieron a la huelga. La falta de piezas para las transmisiones automáticas provenientes de esta planta en Foshan, provincia de Guangdong, y las huelgas que pronto siguieron en las plantas de otras piezas, obligó a la Honda a cerrar cuatro plantas de ensamblaje.
La huelga de Foshan llegó a un acuerdo a principios de junio, cuando la Honda acordó subir los salarios de todos/as los/as empleados/as en más de un 30 por ciento, así como dar a los/as trabajadores/as los bonos regulares en efectivo basados en la asistencia.
Sin embargo, no bien comienza esta huelga, cuando los/as trabajadores/as en otras empresas — la mayoría, propiedad al menos en parte de empresas japonesas — también pararon. Además de las huelgas en varias fábricas de la Honda, los/as trabajadores/as en la Nissan y en Toyota también salieron en busca de mayores salarios.
Las huelgas también han sido reportadas “en una suplidora de efectos deportivos con fondos taiwaneses en la provincia de Jiangxi y en la fabricante japonesa de máquinas de coser Brother Industries en Xi’an, capital de la provincia de Shaanxi”. (People’s Daily Online, 23 de junio)
A sólo dos días después del acuerdo en la Honda, entre 300 y 500 trabajadores/as de la fábrica Merry Electrónics — un fabricante taiwanés de componentes de audio también en Guangdong — comenzaron una huelga y bloquearon carreteras durante la mayor parte del día. La compañía respondió de inmediato con el anuncio de un aumento salarial del 22 por ciento, mientras negaba que el aumento tuviera alguna relación con la huelga. (Grupo de Estudio de China, “Wildcat Strikes in China”)
De paros a ocupaciones
En una planta de cerraduras de la Honda, localizada también en la provincia suroriental china de Guangdong, los/as trabajadores/as fueron aún más allá, yendo de una huelga a una ocupación. Se salieron el 9 de junio, pero luego fueron amenazados/as con ser despedidos/as por los gerentes de la Honda y reemplazados/as por nuevos/as trabajadores/as a contrato.
Cinco días más tarde, muchos/as de los/as 1.400 trabajadores/as “entraron en fila a la fábrica con sus impecables uniformes blancos, dando la apariencia de que la huelga que comenzó el miércoles pasado había terminado. Pero los/as trabajadores/as dijeron que se presentaron sólo porque temían ser despedidos/as después de que la compañía había publicado avisos diciendo que estaba buscando trabajadores/as de reemplazo–a un salario mucho más alto. Una vez dentro, comenzaron una acción de brazos caídos para presionar por sus demandas de un aumento del salario básico de 900 yuanes, a 1.600 yuanes al mes.” (Wall Street Journal, 13 de junio)
Estas acciones militantes parecen reflejar dos aspectos importantes: primero, que hay una escasez de mano de obra en China, dando a los/as trabajadores/as una mayor influencia sobre sus patronos, y segundo, que el gobierno ha estimulado a los/as trabajadores/as en sus reivindicaciones salariales. (….)
Pocos días después del acuerdo en la Honda, el gobierno chino anunció que en cuatro provincias de la costa donde se concentra la industria de propiedad extranjera — Jiangsu, Zhejiang, Guangdong y Shanghái — el salario mínimo se incrementó entre un 10 a un 20 por ciento. (People’s Daily Online, 8 de junio) Con ello ascendió a 14 el número de provincias que han aumentado el salario mínimo desde enero de este año.
El premier chino Wen Jiabao, recalcó públicamente la necesidad de un mejor trato para los/as trabajadores/as migrantes. Reconoció que la nueva generación que emigra de los pueblos para trabajar en las fábricas no iba a sentirse satisfecha con las duras condiciones que enfrentaron sus padres.
Los medios de comunicación en los EEUU que tienen miedo de revelar muy abiertamente su prejuicio contra los/as trabajadores/as, parecieron tomar un tono neutral hacia estas huelgas. Pero los que se dirigían a los inversionistas y ejecutivos de empresas no podían ocultar su consternación por la militancia, tanto de los/as trabajadores/as como del papel del gobierno chino.
“Los ejecutivos dicen que la actitud relativamente tolerante del gobierno central chino frente a las huelgas desde que comenzaron a surgir una serie de disputas el mes pasado, puede ser un factor fomentando a los/as trabajadores/as para que ejerzan presión a favor de sus cuestiones. En las recientes controversias de trabajo en el sur de China, las autoridades en general se han abstenido de enviar a la policía para romper huelgas, una táctica usada a menudo cuando las disputas toman un perfil alto”. (WSJ, “Toyota’s China Assembly Lines Vulnerable to Labor Unrest,” 18 de junio)
Esta actitud “tolerante” del gobierno ha alarmado a los imperialistas. Y no se inició con estas huelgas en las empresas de propiedad extranjera.
En julio pasado, cuando funcionarios de la empresa estatal del Grupo Hierro y Acero Tonghua en la provincia de Jilin convocaron a una reunión masiva para anunciar a miles de trabajadores/as que la planta iba a ser privatizada y la mayoría perdería sus puestos de trabajo, se armó la grande. Los/as trabajadores/as agarraron a un gerente del grupo que iba a hacerse cargo de la planta y lo golpearon mortalmente. La respuesta del gobierno no fue caer sobre los/as trabajadores/as, sino que canceló la privatización. (WSJ, 27 de julio) (….)
Amenazas de irse a otros lugares
¿Qué están diciendo los ejecutivos de las corporaciones extranjeras al gobierno chino sobre las recientes huelgas? ¿No están amenazando con retirar sus inversiones si los/as trabajadores/as siguen poniendo presión y el gobierno no los/as reprime? ¿No están diciendo: “Podemos ir a India o a Indonesia, saben”?
De hecho, eso es precisamente lo que están diciendo a través de la prensa. El Wall Street Journal, que habla sin ninguna disculpa a nombre del capital financiero estadounidense, citó a un ejecutivo de la compañía japonesa Investigaciones Avanzadas:
“El Señor Endo estima que la remuneración anual para cada trabajador/a en China podría costar tanto como 400.000 a 500.000 yen, dado los recientes incrementos de sueldo. Esto sería casi el doble del promedio pagado a un/a trabajador/a de una fábrica en la India o un 33 por ciento más alto de lo que se paga a un/a trabajador/a en Tailandia, dijo él.
“La jaqueca laboral que tiene la Honda en China llega al tiempo en que la compañía está luchando por mantener el nivel de la creciente demanda en el país, el cual se convirtió en el mercado más grande de automóviles a nivel mundial el año pasado”. (“Honda’s Long-Haul Dilemma in China”, 24 de junio)(…)