Hay situaciones –no
deseables- que suelen repetirse una y otra vez, como es el reclamo de los
trabajadores que han sido jubilados de alguna institución, y no digo en
particular del sector privado, porque son muy pocas, muy contadas las
organizaciones privadas que jubilan.
¡¡ Si acaso, una más que
otra!!
Y, además, es un poco
contradictorio que una empresa cuyo único objetivo, su principal meta sea ganar
plata y más plata, difícilmente va a
tomar como un problema de primer orden ocuparse de la jubilación de sus
trabajadores. El paganini siempre es
el Estado. Es a él a quien corresponde velar por el futuro de los trabajadores,
es decir, jubilarlos y tratar de solucionar lo mejor que pueda sus necesidades.
Y es aquí en donde suele
presentarse una falla, y es que, pese a
los reclamos, acuerdos y firmas, algunos funcionarios suelen considerar a los
jubilados como material de desecho, lo que, como es de entender, es una
apreciación subjetiva de algunos funcionarios de cierto nivel quienes piensan
que el personal jubilado es una carga.
¡No es carga, es mi hermano!
Cuando el trabajador, sea
técnico, profesional u obrero es una persona de 25 años, por ejemplo, suele ser
considerado como un funcionario chévere, de esos que le entran a todo trabajo
con la misma fuerza como la empleada los primeros meses de su llegada al
empleo.
Son funcionarios de calidad,
responsables, identificados con el trabajo y de quienes nadie duda, pero
bástese que ocurra un cambio en la organización para la cual desarrolla sus
actividades y, desde ese mismo instante, puede correr con la suerte de ser
considerado, tomado en cuenta o ser sutilmente ignorado junto a otros similares
a él.
Entonces, el tiempo empleado
en la organización, a la cual le viene dedicando mucho talento y esfuerzo, se
evapora y entonces muchos se ven a las puertas de una jubilación, cuando
todavía tienen mucho quedar. Simplemente fueron objeto de una mala
administración de recursos humanos y nunca fueron tomados en cuenta.
Pero cuando se cree que al
ser jubilado pasará a mejor vida, pues se va a encontrar con que las normas
constitucionales y legales relativas a las pensiones de jubilación, por lo
general, han sido reiteradamente incumplidas por los
funcionarios de turno de mediano nivel.
¡Y hasta por los mismos
jefes!
Recientemente acaban de
homologar a los trabajadores de la comunidad científica y tecnológica
dependientes del Ministerio de Ciencia y Tecnología, lo cual parece ajustado a
lo ético, pero, ¿Por qué hay otros trabajadores, como los jubilados, a quienes
ven como gallina que mira sal? ¿Es que hay jubilados que si merecen les
homologuen sus jubilaciones al sueldo de los trabajadores activos y hay otros
que no lo merecen?
¡Suena a exclusión, lo cual nada tiene que ver con la revolución!