Movimiento de trabajadores de la economía popular (MOTEP)

Contribuciones puntuales al debate del III Congreso del PSUV

La convocatoria del III Congreso es un paso muy importante  en la construcción del Partido llamado a jugar un papel fundamental en el proceso de consolidación de la Revolución Bolivariana. El pueblo venezolano, en su larga lucha por la liberación nacional y la emancipación social, siempre ha producido el instrumento idóneo para el desarrollo y concreción de sus luchas.

En la primera etapa del esfuerzo independentista, en las primeras décadas del siglo XIX, con la conducción estratégica de Bolívar, produjo el Ejército Liberador, que era el pueblo en armas librando una gesta glorificadora a través de la cual se le puso término a 300 años de dominación del coloniaje español.

Ahora, en las primeras décadas del siglo XXI, inspirado en Bolívar y guiado por el liderazgo luminoso del Comandante Chávez, ha emprendido el tránsito definitivo hacia su liberación rompiendo las ataduras con el imperialismo estadounidense y estableciendo las bases de su emancipación social, desarrollando la Revolución Bolivariana y Chavista, fundamentada, por un lado, en la unión cívico-militar, una vez más, el pueblo en armas, y, por otra parte, en su organización política, el PSUV, que se apresta a realizar su III Congreso.

Evento, que se escenifica en el marco de una situación política compleja expresada en el empeño del imperialismo y sus acólitos de seguir obstruyendo, a toda costa, la materialización del esfuerzo de transformación de la sociedad venezolana  que se viene impulsando desde el año 1998, con la asunción al gobierno del país del Comandante Chávez, ahora continuado por el Presidente Nicolás Maduro, quien tiene la firme decisión de llevar a buen puerto la obra regeneradora emprendida, teniendo como guiatura el legado chavista, en el que, precisamente, el instrumento político, el Partido socialista Unido de Venezuela, PSUV, juega un papel estelar.

El III Congreso es, entre otras cosas, una valiosa oportunidad para desarrollar un debate esclarecedor que permita  a su militancia aportar y despejar elementos necesarios para una cabal comprensión y mejor ubicación en la diatriba política que se viene desarrollando en la presente coyuntura venezolana.

En nuestro caso, militantes de base del partido y activistas de un movimiento social, el de la economía popular, agrupados en el Movimiento de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (MOTEP), consideramos oportuno puntualizar algunos elementos que aspiramos contribuyan, humildemente, a enriquecer el debate planteado en el marco del III Congreso. En este sentido apuntamos lo siguiente:

De nuestra caracterización:

Los trabajadores y trabajadoras de la economía popular, (buhoneros, “manteleros”, “guapeadores”, dulceros, jugueros, cafeceros, chicheros, vendedores y artesanos de las ferias y centros de economía popular y de mercados a cielo abierto, etc.,) nos caracterizamos como trabajadores (as) no asalariados (as), por cuenta propia, con ingresos precarios, que nos contamos por miles, centenares de miles, a lo largo y ancho del territorio nacional.

Se nos ha querido endilgar diversos calificativos desde pequeños comerciantes, microempresarios, emprendedores, etc., pero por encima de cualquier consideración, honrosamente, nos definimos como trabajadores y trabajadoras no dependientes que sólo dependemos del sudor de nuestra frente para garantizar la subsistencia y que no explotamos el trabajo ajeno; somos pueblo, del pueblo venimos y con el pueblo vamos.

Igualmente, en la jerga común y hasta en la nomenclatura oficial, se nos considera como informales por el hecho de no estar incorporados al proceso productivo formal, término, que también rechazamos por la carga valorativa negativa que lleva implícita; en nuestro caso, lo informal es visto como lo anárquico, indisciplinado, cuasidelincuencial, etc., que, muy en el fondo, así lo entendemos, expresa una manera ideológica de rechazar y menospreciar lo popular. No se nos escapa, en nuestra comprensión, el pretendido recóndito de la dominación burguesa de acentuar separaciones y compartimientos estancos en el seno del pueblo, para lo cual la mediática burguesa es incisiva y especialista, estimulando, en este caso, en la imaginería popular una percepción, por demás, negativa de los trabajadores de la economía popular atribuyéndoles y resaltando conductas divorciadas del interés colectivo.

Conscientes estamos de las prácticas de algunos trabajadores, una manifiesta minoría, que, al colocarle sobreprecio a los productos de primera necesidad que expenden, atentan contra la economía y la vida de nuestro pueblo; quienes así actúan, motivados por el afán de lucro, característico del sistema capitalista hambreador todavía reinante en la sociedad venezolana, merecen nuestro más rotundo rechazo y reprobación, pero, insistimos, tales prácticas no se corresponden con la manera de conducirse de la gran mayoría de los (as) trabajadores (as) de la economía popular que nos asumimos como parte y aliados del pueblo trabajador.

Quiénes y cuántos somos y de dónde provenimos:

Como ya hemos adelantado, somos miles de venezolanos y venezolanas, junto a compatriotas provenientes de países hermanos, cuyas circunstancias han llevado a asumir a nuestra Patria como la tierra en la cual procurarse condiciones de existencia que se les niega en sus sitios de origen, y que han internalizado a Venezuela como su nuevo hogar donde crían a sus hijos y llenan sus expectativas de vida; en suma, somos miles de trabajadores y trabajadoras esparcidos a lo largo y ancho del territorio nacional, presentes, si acaso, en los 335 municipios del país, que laboramos días tras días, en precarias condiciones, sin prestaciones de ninguna naturaleza, para garantizarnos nuestro sustento y el de nuestras familias; llevando a la ciudadanía en general y, en particular, a los trabajadores, bienes y servicios, es decir, cumpliendo una función social.

De acuerdo con datos aportados por el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, en Venezuela, hay alrededor de 400 mil buhoneros, que multiplicados por 5, de acuerdo con la media familiar, representan, aproximadamente, unas 2 millones de personas, porción bastante significativa, evidentemente, del conjunto de la sociedad venezolana. 400 mil trabajadores que sumados al resto de lo que el INE denomina trabajo informal (campesinos, pescadores, taxistas, motorizados, servicio doméstico, profesionales libres, pequeñas empresas con menos de 5 trabajadores, etc.,) conforman el 40% de la fuerza laboral del país, más de 5 millones de trabajadores, proporción nada desestimable a la hora de analizar, en función de su transformación revolucionaria, la realidad socioeconómica venezolana.

Ahora bien, de dónde provenimos los trabajadores de la economía popular, al igual que los campesinos de conuco y los pescadores a cordel, los motorizados y taxistas, etc., pues, del proceso histórico del (in)desarrollo capitalista venezolano que ha generado la presente formación económico-social, en la que se combinan, de manera desigual, formas productivas capitalistas con tecnologías puntas con formas productivas precapitalistas que se perpetúan en el tiempo, dando lugar a un capitalismo atrofiado, además de dependiente, por su relación de dependencia (financiera, tecnológica, de intercambio comercial, etc.,) con el sistema capitalista mundial y, rentista, por el peso determinante de los ingresos producto de la renta petrolera en el presupuesto nacional.

Es decir, un capitalismo atrofiado, dependiente y rentista, que por su propia naturaleza no está en condiciones de absorber la creciente mano de obra que, año tras año, se incorpora a la población económicamente activa (unas 300 mil persona, según el INE); incluso, el Estado, el gran empleador del país, no puede asimilar una carga de esa magnitud; quedándose por fuera del proceso productivo formal una significativa porción de personas que necesitan ganarse la vida, muchos de los cuales, quiérase o no, se ven forzados a integrarse a actividades relacionadas con la economía popular.

De tal manera, que los trabajadores de la economía popular, somos expresión del proceso histórico social venezolano, que tuvo un punto de inflexión, en la década de los años sesenta del siglo pasado, cuando el éxodo campesino hacia las ciudades adquirió ribetes dramáticos, acentuándose, más aún, en la década de los noventa, con  la impronta neoliberal, que hizo más acuciante las condiciones de vida del pueblo venezolano, incentivando el traslado de personas del campo a las ciudades y una mayor emigración hacia el país de ciudadanos de naciones vecinas.

Del resultado de este proceso, considerado sucintamente, es de donde surge toda esa masa laboral vinculada a las diversas actividades relacionadas con la economía popular, la mayoría de sus miembros con muchos años en estas labores, bajo nivel de escolaridad y poca experticia técnica, salvo los artesanos integrados en su seno, y, por lo general, viviendo en condiciones precarias.

Los trabajadores de la economía popular durante el puntofijismo

En los cuarenta largos años del puntofijismo, estuvimos sumergidos en el mayor de los olvidos por parte de los gobiernos de turno, sometidos al acoso, persecución, represión y matraqueo policial y decomiso de mercancías; sin contar con una instancia a donde recurrir para exponer nuestras quejas y reclamos. Supeditados a los designios de quienes estaban al frente de los Concejos Municipales, primero, y, luego, de las Alcaldías y de las policías municipales o de la metropolitana en el caso de la Gran Caracas; esperando por un permiso para trabajar en las calles y en puestos fijos pero siempre sometidos al “sablazo” del  pago solapado a policías y funcionarios de turno.

Los gobiernos puntofijistas o cuartorepublicanos, sólo se percataban de nuestra existencia en épocas electorales para permitirnos trabajar a cambio del voto; pero nunca, en ningún momento, surgió la iniciativa de concebir una política económico-social para atender a nuestro sector, que apuntara a integrarnos al proceso productivo del país y mucho menos se propició alguna directriz tendente a estimular la organización sectorial o gremial. Todo esto era impensable, para quienes tenían en sus manos el control del país y ejercían el poder político, partiendo que no éramos considerados como trabajadores y, en consecuencia,  no éramos sujetos de derechos; más bien se nos tildaba como ciudadanos de segunda, prácticamente excluidos de la vida social del país, más bien se nos catalogaba como deudores de las ciudades, a las que afeábamos y deteriorábamos, condenados a estar ausentes de cualquier proyecto de transformación urbanística que se concibiese para los centros urbanos.

Es decir, esos gobiernos, excluyentes por naturaleza y definición, en ningún momento, adelantaron políticas destinadas a impulsar cambios estructurales de la economía nacional, menos aún como para darle respuesta al problema existencial y laboral de nuestro sector de trabajadores no asalariados, que al final de ese período puntofijista tendía a crecer exponencialmente, en la medida que aumentaba el desempleo; simplemente, para estos dirigentes del país no existíamos en su agenda, mucho menos  podría ser digno de su atención el drama de centenares de miles de familias venezolanas.

Mientras, los medios de comunicación oficiales y de la empresa privada, al servicio del orden de dominación, se encargaban de sembrar en la sociedad la matriz de opinión de que quienes laboramos en la economía popular éramos algo así como el detritus social, depositarios y apañadores del malandraje y proclives a las prácticas más deleznables, procreando, ex profeso, una imagen muy negativa en el seno de la población en general. Por supuesto, siempre motivando  la falsa idea de que en este sector, de los más pobres de la sociedad, se incubaba, e incluso, se causaba el delito; haciendo abstracción, naturalmente, de la condición de seres humanos de los trabajadores de la economía popular, en los que están presentes, como en todo conglomerado social, virtudes e indecencias, santidad o malignidad, pero sobre todo la dignidad humana de quienes tienen que trabajar, día a día, y duramente, para garantizar el sustento propio y familiar.

…Y llegó el Comandante y mandó a parar

Siendo este el cuadro en el que nos desenvolvíamos en el ocaso del siglo XX, el insurgimiento del Comandante Chávez, con su Proyecto de transformación y de inclusión social, fue como un rayo luminoso que irradió al pueblo trabajador venezolano, en su conjunto. Y, en particular, a los trabajadores y trabajadoras de la economía popular que captamos desde un comienzo su mensaje liberador, incorporándonos con todo nuestro entusiasmo a la nueva gesta revolucionaria bolivariana.

Chávez, gran estratega, dotado  de una elevadísima sensibilidad social, comunicador sin par, concibió un Proyecto de país en el que logró interpretar e incorporar los anhelos de redención de las grandes mayorías nacionales, dentro de ellas a los de los trabajadores de la economía popular, por siempre preteridos por quienes le antecedieron en la dirección de la nación.

Por eso, en las primeras de cambio, cuando observó que se pretendía darle continuidad a la (in)política de acoso y represión hacia los trabajadores de la economía popular, supo expresar en una oportunidad “con mis buhoneros no se metan” y planteó  la necesidad de adelantar una política de dignificación hacia nuestro sector que al principio denominaba, también, como trabajadores informales y que, con el pasar del tiempo, entendió la justeza y reivindicación histórica de identificarnos como trabajadores y trabajadoras de la economía popular.

Por su comprensión de nuestra situación de precariedad laboral y social, con la cual se identificaba por haber ejercido, en su niñez, como vendedor de los dulces producidos por su abuela, Rosa Inés, en su tierra natal, y como tal se autodenominaba “el arañero de Sabaneta”, por su propuesta de inclusión y de transformación social y por la interacción que mantuvo con la economía popular, Chávez ,concibió la idea, tomando a Caracas como piloto, de construir edificaciones dignas y apropiadas para el desempeño de la labor de la economía popular, incorporando en las mismas a los buhoneros y, con ello, impulsar, a su vez, el rescate de las calles y espacios públicos para el esparcimiento y recreación de la ciudadanía.

Fue así como se comenzaron a construir las Ferias y Centros de Economía Popular, en el marco de un proyecto de mayor alcance que comprendía una política crediticia de apoyo a los trabajadores y de formación técnica y administrativa, apuntando a canalizar su incorporación de manera más plena y  activa a la actividad económica nacional.

Paralelo a estas medidas, el gobierno bolivariano, en el marco de su visión de inclusión y de justicia social, procedió a universalizar la Seguridad Social, haciéndola extensiva también a los trabajadores y trabajadoras no asalariados(as), previa cancelación de las cuotas correspondientes, directriz contempladas en la Reforma de la Ley del Seguro Social y en la Ley Orgánica del Trabajo, de los Trabajadores y Trabajadoras (LOTTT); instrumento legal, este último, en el que se establece la figura de los  Consejos de Trabajadores a través de la cual pueden organizarse los trabajadores no asalariados y, por ende, los trabajadores de la economía popular. Avances estos indiscutibles en el proceso de socialización del trabajo y de humanización de la sociedad y de organización del pueblo, así lo asumimos y así lo entendemos, los trabajadores de la economía popular integrados en el MOTEP, con el mayor beneplácito y compromiso y con la mejor disposición de reivindicar su cumplimiento y materialización. Con Chávez y la Revolución Bolivariana los trabajadores no asalariados nos elevamos a la condición de sujetos de derechos.

Pero la burocracia y la corrupción hacen sus trastadas

Lamentablemente esta iniciativa-propuesta del Comandante Chávez, que en buena medida expresaba las expectativas de los trabajadores, se materializó a medias con construcciones inconclusas o no aptas para lo previsto; y en los vericuetos de la burocracia insensible se diluyeron las iniciativas de apoyo económico y técnico, tan es así que no se logró consolidar ni un solo proyecto socio productivo; con el agravante, de que los intentos por la organización autónoma de los propios trabajadores, que entendíamos que era la vía para garantizar nuestras reivindicaciones, fueron entorpecidos y mediatizados por la estructura burocrática municipal, que hizo cuestión de honor, digna de mejor causa, impedir la organización de los trabajadores, a quienes, por lo demás, no se les reconocía la condición de tales, asumiendo el atrasado enfoque cuartorepublicano.

El fracaso en el funcionamiento  de estas estructuras se puede medir por el éxodo de los trabajadores y trabajadoras de las mismas, que comenzando a operar las 13 que se constituyeron, cada una, con 1500 a 1800 trabajadores, la ausencia de los mismos es casi absoluta, tan es así, que, a estas alturas, activan no más de 300 en la más concurrida; a todo lo cual, hay que agregar que de manera coercitiva se le impone a los trabajadores el pago de una a dos unidades tributarias so pena de sanciones. Este pago se aduce que es para cubrir los gastos de mantenimiento y seguridad, pero cuando ocurre un robo, en los locales, en horas nocturnas, no hay quien responda y menos que se haga responsable. Nunca se ha presentado estado de cuenta en ninguna de las Ferias y Centros de Economía Popular.

El cúmulo de estos factores conduce a que los trabajadores y trabajadoras vuelvan a las calles cargados de frustraciones y desesperanzas, a la precariedad vivida antes de Chávez. A toda esta situación, realmente, calamitosa, habría que sumar, que la malsana, torpe, corrupta y criminal práctica de la matraca policial se ha mantenido en las calles y, al parecer, tiende a perpetuarse en el tiempo; aún cuando la represión policial si ha disminuido de intensidad y esto debemos reconocerlo.

Le corresponde al gobierno del Presidente Maduro insistir y profundizar en la senda trazada por el Comandante Chávez, en reivindicar su legado afirmando el esfuerzo constructivo del socialismo bolivariano del siglo XXI, expresado en los cinco objetivos históricos contemplados en el Plan de la Patria, cuyos logros, no dudamos pasa por el  combate a fondo en contra del burocratismo y la corrupción y por abrirles cauces permanentes a la organización y fortalecimiento del poder y control popular.

Movimiento social en ciernes

La experiencia histórica nos enseña que todo proceso de transformación social genera en los sectores explotados, los excluidos, los más débiles, formas e instrumentos organizativos a través de los cuales darle expresión a sus luchas; el pueblo, siempre encuentra, en los procesos de cambio social, fórmulas para manifestarse, conquistar y defender sus logros y reivindicaciones. En nuestro país, los Consejos Comunales son, si acaso, la mejor muestra creativa de la capacidad innovativa del pueblo venezolano.

Así como, también, la adecuación de experiencias organizativas que si bien surgidas en otras latitudes son acogidas y adaptadas a las realidades político-sociales específicas del país en referencia. En el caso venezolano, experiencias de otros procesos revolucionarios han sido  acogidas y adecuadas a nuestras condiciones como, por ejemplo, las Comunas y los Consejos de Trabajadores, de Campesinos, de Estudiantes, etc.; y, en este sentido, se anotan, a nuestro juicio los Movimientos Sociales, que si bien de vieja data como es el caso de los Movimientos Obrero, Estudiantil, Campesino, de Mujeres, Ambientalista, etc., han surgidos nuevos Movimientos Sociales al calor de la dinámica política que se ha desarrollado en el país, entre los que resaltan los Movimientos de Pobladores, Motorizados, Comunicadores Populares, Sexo Diverso, Servicio Doméstico, Inquilinos, etc., y, por supuesto, el de la Economía Popular, en ciernes, todavía, pero acumulando la conciencia y la experiencia de lucha que habrá de permitirle constituirse en un vigoroso movimiento social articulado y de alcance nacional.

Efectivamente, con los trabajadores de la economía popular se han venido conjugando las condiciones fundamentales que caracterizan el surgimiento de un movimiento social: la existencia de reivindicaciones específicas que le dan identidad a la lucha común, un espacio geográfico determinado y la toma de conciencia de los interesados que les permita concebir un programa que unifique sus luchas. Estando dados estos elementos, la configuración como movimiento social es un proceso que se ha venido gestando al calor de las luchas que han venido realizando en  los últimos tiempos, así como, el factor subjetivo que ha gravitado en el seno de los trabajadores de la economía popular, signado por el mensaje del Comandante Chávez llamando a la unidad y a la organización del pueblo como condición para materializar exitosamente sus luchas.

En esta dirección es que el MOTEP ha estado dirigiendo su esfuerzo, orientado a estimular la idea-fuerza de la necesidad de la concreción como movimiento social del conjunto de los trabajadores de la economía popular, asumiendo que las condiciones ya están maduras con la articulación orgánica de los consejos de trabajadores que se han constituido en Caracas (9) y Petare (8) y con los contactos establecidos con trabajadores (as) de distintas ciudades del país. Luego de décadas de existencia de la actividad de la economía popular, es en el marco de la Revolución Bolivariana, como tenía que ser, donde se propicia la organización y conformación, como movimiento social, de este numeroso y marginado sector de trabajadores no asalariados del país.

Observaciones y Propuestas al III Congreso del Partido

Con relación al documento presentado por la Comisión Ideológica y Programática para la discusión y consideración de la militancia, en función del debate en el III Congreso del Partido, nos permitimos formular las siguientes observaciones, a nuestro juicio, necesarias para una más precisa comprensión de la realidad social del país.

En primer lugar, que en el punto donde se aborda la caracterización estructural de la sociedad venezolana, se señala, con lo cual estamos plenamente de acuerdo, la existencia de dos clases fundamentales: 1) los que viven de su trabajo, los trabajadores y 2) los que viven del trabajo de los demás, la burguesía; pero al momento de enunciar a los trabajadores sólo se hace mención a los trabajadores asalariados, que entendemos, naturalmente, el papel fundamental que ocupan en el desenvolvimiento social, sobre ellos se soporta la sociedad, particularmente, en los obreros industriales; pero se hace abstracción, no sólo en ese punto, sino a todo lo largo del documento, de los trabajadores no asalariados que como se sabe constituyen una porción sumamente significativa del pueblo venezolano.

Ausencia que nos preocupa, porque se hace reiterativa en otros documentos centrales del Partido, no vaya a ser que esta ausencia en el discurso sea también de concepción con lo cual se explicaría la desatención política que, en especial, los trabajadores de la economía popular han tenido, tan es así, que ni siquiera se les ha convocado para que se integren al ámbito social del Gran Polo Patriótico ni han contado con medidas concretas para asumir su problemática por parte del Estado.

Igualmente, observamos que el punto asignado a los Movimientos Sociales no está desarrollado en el mencionado documento programático, siendo estos, hoy por hoy, expresiones muy importantes de la organización, movilización y lucha de nuestro pueblo.

Propuestas:

En base a los planteamientos formulados presentamos las siguientes propuestas, dentro de la idea de contribuir a hilvanar una política destinada a responder a las necesidades, angustias y expectativas de los centenares de miles de trabajadores(as) de la economía popular, pero, además, apuntando a la idea de engranar  a este sector laboral venezolano con el Plan la Patria 2013-2019:

º Creación de una Oficina Nacional de Atención a los (as) Trabajadores (as )de la Economía Popular, adscrita a la Vice Presidencia Ejecutiva de la República, para dar respuestas a los requerimientos de este sector laboral que tiene situaciones que le son comunes, a nivel nacional, pero sin embargo no cuentan con una instancia pertinente a la que acudir a la hora de plantear sus problemas; a la fecha tiene que concurrir exclusivamente a las Alcaldías, limitadas de por sí, para dar respuesta a los múltiples e ingentes problemas que lo afectan; el Estado heredado, concebido para el gobierno de la burguesía, no tenía ningún mecanismo de atención hacia un sector social, que como el de la economía popular, a pesar de su magnitud, no era relevante para los intereses del bloque social de clases dominante; hoy por hoy, la relación con el Estado se establece  a través del nivel municipal, que, si bien es el enlace natural, está determinado por la buena voluntad o no de los funcionarios municipales respectivos.

º Creación de un Fondo Nacional, adscrito, a la Vice Presidencia de la República, destinado a favorecer el financiamiento de la economía popular. La idea no es estimular la “informalidad” como algún desprevenido pudiese creer; el propósito es integrar al mayor contingente de trabajadores y trabajadoras que tiene el país, hoy dispersos y desarticulados, al Plan de la Patria o Plan de  Desarrollo de  la Nación 2013-2019, de manera articulada y coherente. Venezuela no puede ni debe continuar de espalda a la realidad social que implica la economía popular; hay allí una fuerza laboral y una energía social que no debe seguir siendo desperdiciada y mucho menos sometida al capricho y desdén de funcionarios desaprensivos e impregnados de ideas y prácticas  retrógradas a la hora de afrontar la relación con nuestro sector. En general los (as) trabajadores (as) de la economía popular, requerimos del apoyo financiero del Estado así como de asistencia técnica y formativa, que haga posible su inserción en la dinámica productiva del país.

º En el ámbito socio productivo, proponemos impulsar una efectiva y sostenida campaña destinada a la organización y formación de los trabajadores  y las trabajadoras de la economía popular en Unidades Productivas de Propiedad Colectiva, que respondiendo, previo estudio, a las necesidades de producción del país, de bienes y servicios, incluso pensando en la exportación, hagan posible la inserción en el proceso productivo, estableciendo unas nuevas relaciones sociales de producción, orientadas por la solidaridad, el trabajo colectivo, la conservación del ambiente y el compromiso social y desprendidas de la práctica capitalista signada por la explotación, el sistema de trabajo vertical y autoritario, el afán de lucro desmedido y todos aquellos valores insolidarios que degradan al ser humano.

Las Unidades de Producción de Propiedad Colectiva, no estarían concebidas para propender al enriquecimiento de sus miembros, sino para aspirar al Buen Vivir, es decir, con dignidad y aspirando al mejoramiento de las condiciones de vida  de los miembros y de sus familias; fomentando, permanentemente, relaciones de solidaridad y de vocación de servicio al prójimo y a la comunidad. Serían escuelas de formación socialista, cuyo excedente, en parte, si es que los hubiere, estaría destinado para  incentivar el emprendimiento de otros (as) compañeros (as) trabajadores (as) de la economía popular y para apoyar, fraternalmente, a las comunidades ubicadas en el entorno en el que actúa la Unidad Productiva.

Con la propuesta de las Unidades Productivas de Propiedad Colectiva estamos apostando por la construcción de una nueva sociedad, asentada dicha propuesta no en una ilusión, ni en utopías inalcanzables, sino fundada en el conocimiento de la realidad concreta que envuelve a la mayoría de los (as) trabajadores(as) de la economía popular, consecuencia directa del sustrato que Chávez supo sembrar con su ejemplo y predicamento en el seno de nuestro pueblo. Creemos en los poderes creadores del pueblo, como dijo el gran poeta Aquiles Nazoa y apostamos por la utopía posible que postuló Chávez.

º En el aspecto político-organizativo planteamos reivindicar la construcción de espacios de  Poder Popular, como factor determinante en un proceso de transformación social, en tránsito hacia el socialismo del siglo XXI, como certeramente lo avizoró el Comandante Chávez; en este sentido proponemos la constitución de Consejos de Trabajadores (as), como instancias de organización y participación  de los trabajadores y trabajadoras en sus espacios y centros de trabajo, ejerciendo la autogestión y aprendiendo a gobernarse por sí mismo, integrados a las Comunas en construcción y estableciendo las bases de la nueva sociedad comunal. Propiciar la apertura de la taquilla de registro de los Consejos de trabajadores en el Ministerio del Poder Popular para el Trabajo y la Seguridad Social (MPPTSS)

º Inserción o reinserción de los (as) trabajadores (as) de la economía popular en las Misiones y Grandes Misiones Sociales a fin de acceder a sus beneficios como parte del pobrerío venezolano  y para contribuir con el desarrollo y fortalecimiento de las mismas.

º Reimpulsar la política de incorporación de los (as) trabajadores (as) de la economía popular a la Seguridad Social, de tal manera  de ir logrando de manera progresiva y sostenida la universalización de la previsión social de la población venezolana.

º Levantar las banderas de combate a la corrupción y al burocratismo, flagelos que en general ponen en peligro el porvenir de la revolución bolivariana y, en lo particular, constituyen obstáculos de primer en la lucha de los (as) trabajadores (as) de la economía popular por alcanzar mejoras en sus condiciones de vida y de trabajo y en su organización y toma de conciencia político-ideológica; combate a la matraca policial.

º Asumir el combate a la especulación, mecanismo perverso que sectores de la derecha económica del país han venido instrumentando con el fin de propiciar la desestabilización del gobierno bolivariano y el derrocamiento del orden constitucional, por tal motivo  llamar a la reflexión a ciertos trabajadores (as) de la economía popular que por inconsciencia o por afán de lucro se ponen al servicio de los enemigos de la democracia  bolivariana haciéndole el juego a quienes atentan contra ella. Sumarnos a la acción fiscalizadora de las Instituciones del Estado para controlar el sobreprecio y el acaparamiento, ejerciendo el control popular.

º Declarar que con el nivel de conciencia que hemos venido alcanzando al estímulo del predicamento  y las enseñanzas del  Comandante Chávez y producto de nuestras propias reflexiones, entendemos la conveniencia de que las ciudades se humanicen, rescaten progresivamente los espacios públicos para sus habitantes, entre los cuales nos encontramos  al igual que nuestros hijos; por ello reconocemos la necesidad de la ordenación urbanística, proceso al cual queremos dar nuestro aporte, pero, al mismo tiempo, sentimos la necesidad de llamar la atención  en el sentido de que dicha ordenación también debe considerar nuestra situación de tal manera de no menoscabar las ya precarias condiciones en que nos encontramos. La idea es que gane la ciudad y junto con ella sus habitantes, de los cuales somos parte integrante.

º Impulsar un movimiento de sensibilización en torno a la conveniencia de que se apruebe en la Asamblea Nacional, una Ley especial para la economía popular, pues, ya es más que evidente que como actividad económica y como sector social laboral significativo, formamos parte de la realidad social venezolana que, como tal, requiere de una normativa legal específica que la interprete y facilite su desarrollo en función, claro está, de los intereses del país y del pueblo trabajador.

 

 

 

 P/ Consejo Central del Movimiento de Trabajadores/as de la Economía Popular (MOTEP)

Miguel Ugas  Oswaldo Rodríguez  Luxdimer Álvarez  Edita Velásquez

644.572 3.706.741 8.517.807 4.311.478

    0414-2786932 0416-8365870 0426-7148978 0419-8199996

 

Santo Portes                      Víctor Zambrano                     Pedro Hernández     Laureano  Malavé      

26.783387     11.224978 4.821.605                  15.585.184

04264142224                     04261065752                            04268199851          04122273544

 

 

Jorge Correa                        María Moctezuma           Malvis Maicán           Susana Madoo

  6.967.422                               5.017.350                       9.960.610                     4.461.114

04128200165                       04164188480                    04268199891           04141206501

 

 

 

                                          ¡CHÁVEZ VIVE, LA LUCHA SIGUE!



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Miguel Ugas

Miembro de la coordinación nacional del MoMAC

 miguelugas@gmail.com

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