Acabo de enterarme de unas declaraciones que diera en mayo el señor ministro del trabajo, en las cuales afirma que los que barren las calles deben ganar iguales salarios que los trabajadores de la salud (entiendo que se refiere a médicos, odontólogos, bioanalistas, enfermeras, etc). Las declaraciones se pueden ver en varios link de internet y fueron dadas el 27 de mayo de 2015.
Martínez dice verdades de perogrullo: "En el proceso social del trabajo toda actividad es importante". Pero continúa con afirmaciones bastante discutibles en cuando a su aplicabilidad inmediata: "Entre unos trabajadores que están limpiando la ciudad, que tienen el ambiente sano, que es lo que garantiza la salud, y los trabajadores que están atendiendo las enfermedades para recuperar la salud, la diferencia salarial es grande".
Sigue diciendo el ministro: "Pareciera que más importante es esto (los que atienden las enfermedades) pero resulta que los que garantizan la salud son los que limpian la ciudad, verdad, y éstos (los médicos, etc.) están mejor remunerados". Luego de decir esto, el periodista de VTV le interrumpe y le dice al ministro: "Pero hay algunas consideraciones académicas también, que tienen un valor".
Sigue el ministro: "Aquí (los médicos) puede haber conocimiento académico, y aquí (los que limpian las calles) no hay conocimiento académico, pero éste (el que limpia) te garantiza la salud, mientras aquel (el médico) está trabajando la enfermedad". Finaliza Martínez: "¿Qué es más importante, garantizar la salud (lo que hacen los trabajadores que limpian calles) o recuperar la enfermedad (lo que hacen los médicos)? "Tú no puedes valorar eso así". "Yo creo que tiene que llegar un momento en el cual la distribución sea justa…".
Un razonamiento tan extraño se puede aplicar con mayor justicia social en el caso de los soldados y los generales. En todas las guerras, los que arriesgan sus vidas, y terminan dándola en el campo de batalla son precisamente los soldados. Por cada general que muere en batalla debe haber decenas de miles de soldados que han muerto previamente. Si a esta realidad, a esta verdad de perogrullo le aplicamos el razonamiento del eminente ministro Martínez, pues resulta que nuestros soldados de la Fuerza Armada Bolivariana deberían ganar por lo menos el mismo salario que devengan nuestros generales.
Si tomamos el caso de los choferes y escoltas de los ministros y diputados, también podemos concluir perfectamente que si el chofer no conduce el vehículo hasta el ministerio, si los escoltas no hacen su trabajo protegiendo al referido "prócer de la revolución", pues no habría funcionamiento de la administración pública. Por tanto, un chofer, un escolta, debe devengar el mismo salario del ministro o diputado que traslada todos los días, que protege de día y noche y de lunes a domingo.
Le propongo entonces al ministro del trabajo Jesús Martínez que la institución que tan dignamente dirige emita un decreto equiparando los salarios de los soldados al de los generales, de los choferes al de los ministros, de los escoltas al de los diputados, y así en todas las áreas laborales de la administración pública.
Incluso, como una medida de profilaxis antiburocrática, sería conveniente anunciar que la próxima Asamblea Nacional que será electa el venidero diciembre establecerá los salarios de los diputados en equivalencia con el salario mínimo nacional, con el objetivo de hacer valer uno de los principios fundamentales que nos legara la Comuna de París, en 1871, primer gobierno de la clase trabajadora. De esta forma se evitará cualquier intención de convertir los cargos públicos en un mecanismo de dominación política, económica y social, evitando recorrer el nefasto camino que siguió la Unión Soviética (en donde las diferencias salariales entre obreros y dirigentes eran abismales) y que la condujo a su vergonzoso colapso en 1991.
En la medida en que la clase dirigente del PSUV proceda a reorganizar todas las escalas salariales de la administración pública, de acuerdo al principio que enarbola el ministro del trabajo, se conseguirá un verdadero respaldo de la clase trabajadora venezolana hacia el proceso revolucionario bolivariano.
Mientras ello no ocurra, y sin embargo se sigan desarrollando procesos que intentan pulverizar los salarios de los educadores, los médicos y demás profesiones fundamentales para la sociedad, mientras se mantenga a la clase obrera devengando salarios de hambre como los que imperan hoy en nuestro país, no quedará otra opción que denunciar el vulgar oportunismo de personajes como Jesús Martínez, quien pretende recurrir a principios sagrados del marxismo para justificar la superexplotación a la cual someten a los trabajadores venezolanos, mientras la élite burocrática del PSUV y la Fuerza Armada se rellena los bolsillos con enormes salarios, primas, bonos y demás jugosos beneficios que le niegan al resto del pueblo.
En Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 15 de julio de 2015