Ley de Trabajo y Sindicalismo

Habiendo leído en Aporrea ¿Hora Cero Ministro Sanz? De Juan Martorano, que a juzgar por su escrito es conocedor de los problemas laborales en las empresas básicas de Guayana, expresa varias consideraciones y deja sobre su análisis incógnitas a despejar y además entrevé lo delicado que se torna la situación para el Gobierno.

A pesar que el Presidente Chávez y sus ministros han hecho esfuerzos para recuperar este complejo industrial del hierro, el acero y el aluminio, que inicialmente bajo conducción del Estado dio buenos resultados; lamentablemente el virus de la corrupción penetró y fue socavando la solidez administrativa, la anarquía sindical movida por las disputas de los partidos políticos, el liderazgo, el caciquismo y hegemonía en su dirigencia, la extracción y procesamiento de la materia prima exportada a precios irrisorios, la influencia de las empresas transnacionales, el tráfico con las contrataciones de empresas de servicios, las convenciones colectivas con los sindicatos de trabajadores de manera irresponsable y preferencialmente bajo la influencia y dominio de la corriente política que ejerciera su dominio.

La ambición, los intereses capitalistas, las ansias desesperadas por la riqueza fácil en la Cuarta República, los liderazgos que pugnaban por llevar la batuta y ejerciendo el poder partidista en un rio revuelto de pasiones, hicieron que las empresas llegaran a la quiebra, situación que estimulaba la ambición de las transnacionales y los sectores oligarcas nacionales, para justificar la privatización, enajenando la riqueza nacional y con ello creando desempleo, confusión y más divisiones en el movimiento sindical vuelto pedazos, un movimiento sindical al margen de sus verdaderas luchas en detrimento de la estabilidad y seguridad social de los trabajadores, fue fácilmente vulnerado, de manera que nada hizo para evitar la quiebra y la privatización, al no estar sólidos fueron presa de la voracidad privatizadora en deterioro de sus conquistas.

Se está hablando de la nueva Ley de Trabajo, no conocemos su proyecto ni texto, por lo que sería aventurero opinar sobre su texto y novedades que incluyen en esta, por lo que haremos referencia a la actual, que data de junio de 1997, la que establece sobre la creación de sindicatos, organización, clases, de sus registros, funcionamiento, sus fondos, el fuero, de disolución y liquidación, de los contratos colectivos, de las conciliaciones, del arbitraje, la huelga, de las federaciones y confederaciones, pero también de su objeto, estudiar el desarrollo, la defensa, intereses profesionales o generales de los trabajadores y de la producción, representar y defender los intereses en conflictos, convenciones colectivas, defender a los miembros del sindicato y también a los que no sean miembros del sindicato, como tampoco es obligatorio pertenecer al mismo, es la voluntad libre del trabajador, velar por las condiciones favorables del ambiente de trabajo, su higiene, la salud, la vivienda, la educación, esparcimiento, la cultura, el deporte, la seguridad social y otros tantos beneficios que le sean favorables.

Es la doctrina y filosofía sindical, los derechos políticos se garantizan en una democracia y la dirigencia sindical y los trabajadores deben de actuar con equilibrio y al margen de las coacciones de tipo partidista, debe prevalecer el libre albedrio, el respeto dentro de la empresa y la organización sindical por el pensamiento libre, son estos principios legales, que por costumbre se transgreden, es decir una cosa dice la ley, los reglamentos, los estatutos sindicales y otra se hace en la práctica. Es precisamente este un cáncer terminal en el movimiento sindical.

Un vicio heredado desde el mismo momento en que se fue formando el sindicalismo, que como sabemos se remonta a finales del siglo XIX, cuando los trabajadores y trabajadoras de Chicago, entregaron sus vidas por la jornada de ocho horas, así se fue regando la semilla por las distintas latitudes. En nuestra patria la historia refleja la huelga petrolera de 1936, desde entonces se han venido dando avances legales en esta materia, recordemos al General Medina Angarita, ejemplo como demócrata de la década del 40, que abrió compuertas a todos los partidos, sindicatos, hidrocarburos, participación ciudadana y por eso lo derrocaron, precisamente un movimiento cívico-militar, encabezado por el otrora revolucionario partido AD, ya contra Medina este partido había vendido el alma al diablo, junto con sus aliados.

Hasta 1948, más o menos se fueron marcando ciertos cambios, llegó al poder el Maestro Rómulo Gallegos, corrió la misma suerte de Medina, pagó caro la alianza de Don Rómulo con los militares para defenestar a Medina, viene posteriormente Pérez Jiménez, y se coarta los derechos políticos de los partidos, sin embargo como paradoja, surgió un sindicalismo condicionado a la dictadura, pero ese sindicalismo logró con el gobierno, la construcción de casas sindicales con instalaciones hoteleras, de esparcimiento para los trabajadores, aún muchas se mantienen, el complejo vacacional de los trabajadores ¨Los Caracas¨, en el hoy Estado Vargas, fue saqueada y utilizada para otros fines, menos para los trabajadores y de esto saben los sindicalistas que dominaron en la Cuarta República.

A comienzos de la década del sesenta,-recordemos e informemos a los no enterados de las variables sindicales por la acción ideológica de la retórica y la práctica hegemónica, absolutista o llamada aplanadora sindical de la corriente adeca-, que a la caída de la dictadura se reagruparon los movimientos sindicales con la participación de todos los partidos políticos, las elecciones efectuadas favorecieron al PCV y toda la izquierda, AD que había ganado las elecciones presidenciales con Rómulo, ante las pugnas, acomodos, celos de la derecha por el avance de la izquierda, se iniciaron las imposiciones de poder, las diferencias derecha-izquierda, la coalición de derecha que hacía mayoría en el Congreso aplicaron acuerdos que les dieron legalidad para frenar a diputados, dirigencia sindical y todo lo que fuera u oliera a comunistoide, ya era la mano imperial metida para evitar que la izquierda siguiera teniendo éxitos en las masas.

En las estrategias de elecciones sindicales ya planificaban como hacerse a los sindicatos y principalmente a la CTV, más temprano que tarde dieron el golpe, coaligados AD-Copey-URD, se apoderaron a lo mero macho del movimiento sindical, no admitirían el hamponato comunistoide que conspiraba contra la gran democracia que nació con mucho entusiasmo de pueblo, que se vio frustrado en sus anhelos ante el surgimiento de una dictadura disfrazada de democracia. Dividido el sindicalismo, la CTV quedó en poder de los coaligados, la izquierda fundó su central, los copeyanos hicieron lo propio, pero dejaron su fracción para compartir con los adecos.

De esta forma estimados compatriotas, fue una triste historia para la consolidación de la clase trabajadora, que por coersión partidista y aprovechando el poder, obligadamente todo sindicato tenía que andar por el carril cetevista, el sindicalismo de izquierda quedó minimizado, más con la ilegalización de los partidos no afectos al régimen, surgieron algunos intentos de perseverancia del sindicalismo revolucionario, pero fueron aplastados por la presión del poder, vivimos y fuimos testigos de estas circunstancias.

Cuando cae la cuarta República en 1998, por el desgaste de los partidos conservadores, que olvidaron al pueblo y este se cansó y descubrió las amañadas maneras de hacer elecciones. Con el 27 de febrero terminaron de auto-sepultarse, surge la intentona revolucionaria del 4 febrero y suceden acontecimientos rápidos que en las elecciones del 98, el pueblo libremente los echa del poder, por cierto no se resignan, son una colcha de retazos, pero apegados al padrinazgo imperial y su poder económico y mediático, hacen lo imposible por volver.

Confesamos y es evidente, que si el liderazgo de Chávez no hubiera tenido un apoyo sólido y sobrado para ganar las elecciones de 1998 y luego con esa fortaleza llamar al pueblo a la constituyente y crear la nueva Constitución Bolivariana, hija del pueblo y negada para siempre por la minoría conspiradora; hubiera sido imposible mantener el poder revolucionario, que en diez años ha sido acompañado en las urnas electorales por el pueblo; sin embargo mordieron a escondidas al Presidente y al pueblo en el golpe de Estado del 2002, y gracias al pueblo unido junto con la Fuerza Armada Bolivariana, que tenían el antídoto adecuado para que el nido de víboras huyeran, y huyeron, se salvaron, fueron perdonados, no les cobraron los crímenes, excepto los policías condenados por las pruebas de muerte contra indefensos manifestantes, pero los cabecillas andan dándose aire y siguen vivitos y coleando.

La República recibida por Chávez de manos del pueblo, estaba herida de muerte, anarquizada, endeudada, privatizada, transnacionalizada, hambreada, narcotizada, y, el sindicalismo en mil pedazos.

Por eso ha sido difícil a la revolución la reagrupación y protagonismo social del sindicalismo, la dirigencia de la vieja guardia cuarta-republicana quedó con poder, lamentablemente el Presidente no podía estar en todo y la dirigencia de izquierda también venia con resabios y eran pocos los que podían asumir el resurgimiento sindical, por eso a estas alturas y con nuevos valores surgidos al calor de la Revolución Bolivariana, se emprenden de nuevo las luchas sindicales, que serán duras y el esfuerzo tendrá que ser multiplicador, lo que acontece en Guayana es el reflejo de lo que aquí apuntamos, allá está el bastión del viejo modo de hacer sindicalismo, por eso tratan de embochinchar la recuperación de tan importantes empresas para la Nación, y, quienes se enfrenten a estos zorros del capitalismo sindical, tienen que estar lanza en ristre y trazar estrategias vigorosas y efectivas para terminar de derrumbar y sacar de raíces el árbol del fruto malo. Mucho trabajo e instrucción a las masas de trabajadores para que recuerden el nefasto pasado y vean el presente y observen el futuro. Necesariamente tiene que haber una constante de lucha, hasta que el liderazgo revolucionario con la participación de los trabajadores se consolide.

Otro de los graves problemas del sindicalismo es la actuación caudillista y sempiterna de la dirigencia, la alternabilidad sindical, nunca ha sido práctica usual, por eso la antidemocracia y la poca participación de las bases; también el incumplimiento de las normativas legales, desde el patrono, pasando por la dirigencia que ha comercializado los convenios colectivos, es un mundo de problemas, que tal vez la nueva Ley del Trabajo, pudiera considerar, interpretar la historia negra y así dar una nueva visión al sindicalismo.

La nueva Ley, debe apartar los pruritos de clase, jornalero, obrero, doctor, profesional, barrendero, camarera y todos los calificativos discriminatorios, que dividen en vez de unir, todo hecho a propósito para los fines oscuros del poder hegemónico, el gran concepto es que todos somos trabajadores: doctores, obreros, profesionales, camareras, ascensoristas, jornaleros, barrenderos, porteros, vigilantes, diputados, magistrados, policías, militares, en fin tantas maneras de clasificar o profundizar las divisiones. TRABAJADORES TODOS PARA LOS EFECTOS SINDICALES, EL SINDICATO DEBE PERMITIR EN SU SENO A TODOS LOS TRABAJADORES SIN DISCRIMINACIÓN DE TITULOS Y DONES ACADEMICOS, por supuesto que para las clasificaciones de cargos cada quien en su lugar para los efectos de los sueldos, ya no se justifica, jornal, salario, sueldo, emolumento y tantas asignaciones, Clase trabajadora toda, o sueldo, bueno son vivencias de las luchas sindicales y las dificultades para consolidar la unión de trabajadores a diferencia de patronos. Con estas inquietudes no se pretende que vuelva un sindicalismo tumba puertas, agresivo, disociador y arcaico. Un sindicalismo humanizado y a la altura, cumpliendo con sus postulados filosóficos.


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Teodoro Guerrero Salas


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